Freitag:
Barak Obama obtuvo en el 2009 el Premio Nobel de la paz mientras destinaba a
Afganistán más tropas. ¿Qué ha sido del “cambio” prometido?
Noam Chomsky: Soy de los pocos que no está desilusionado con Obama porque
no había depositado expectativas en él. Ya he escrito sobre las posiciones de
Obama y sus perspectivas de éxito antes de que comenzase su campaña electoral.
Vi su página web y para mí estaba claro que se trataba de un demócrata moderado
al estilo de Bill Clinton. Hay, claro, mucha retórica sobre la esperanza y el
cambio. Pero eso es como una hoja en blanco. Se puede escribir en ella lo que
uno quiera. Quienes se desesperaron con los últimos coletazos de la era Busch
buscaron esperanzas. Pero no existe ninguna base para expectativa ninguna una
vez se ha analizado correctamente la sustancia de lo que dijo Obama.
Su gobierno trató a Irán como una amenaza debido a su programa de
enriquecimiento de uranio, mientras países que poseen armas nucleares como
India, Pakistán e Israel escapan a la presión. ¿Cómo juzga esta manera de
proceder?
Irán es sentido como una amenaza porque no obedeció a las órdenes de los Estados
Unidos. Militarmente, esta amenaza es irrelevante. Este país no se ha comportado
agresivamente fuera de sus fronteras durante siglos. El único acto agresivo se
dio en los años setenta bajo el sah de Persia, cuando, con el apoyo de los EE.UU.,
se invadieron dos islas árabes. Naturalmente, nadie quiere que Irán o cualquier
otro país disponga de armas nucleares. Desde luego, se sabe que este estado está
indudablemente gobernado por un régimen abominable. Pero aplíquense los
estándares reclamados a Irán a socios de los americanos como Arabia Saudí o
Egipto y entonces apenas puede criticar uno a Irán en materia de derechos
humanos. Israel ha invadido con el beneplácito y ayuda de los EE.UU. Líbano en
30 años hasta cinco veces. Irán no ha hecho nada que se asemeje.
Con todo, se considera al país como una amenaza.
Porque Irán ha seguido un camino independiente y no se subordina a ninguna orden
de las autoridades internacionales. No se comportó de otro modo con Chile en los
años setenta. Cuando este país pasó a estar gobernado por el socialista Salvador
Allende, fue desestabilizado por los EE.UU. para para producir “estabilidad”. No
se trataba de ninguna contradicción. Se había de derrocar al gobierno de Allende
–la fuerza “desestabilizadora”– para mantener la “estabilidad” y poder restaurar
la autoridad de los EE.UU. El mismo fenómeno lo tenemos ahora en la región del
Golfo. Teherán se opone a esa autoridad.
¿Cómo valora el objetivo de la comunidad internacional de imponer pronto
graves sanciones a Teherán?
La comunidad internacional: curiosa expresión. La mayoría de los países del
mundo pertenece al grupo del bloque no alineado y apoyan enérgicamente el
derecho de Irán a poder enriquecer uranio con fines pacíficos. Han repetido con
frecuencia y abiertamente que no se consideran parte de la así denominada
comunidad internacional. Obviamente pertenecen a ella sólo quienes siguen las
órdenes de los EE.UU. Son los EE.UU. e Israel quienes amenazan a Irán. Y esta
amenaza ha de tomarse seriamente.
¿Por qué razones?
Israel dispone en este momento de cientos de armas atómicas y sistemas de
lanzamiento. De éstos últimos, los más peligrosos provienen de Alemania. Este
país proporciona submarinos nucleares Dolphin, que son prácticamente
indetectables. Pueden equiparse con misiles de cabeza nuclear. Israel está
preparado para desplegar estos submarinos en el Golfo. Gracias a la dictadura
egipcia pueden los submarinos israelís pasar por el canal de Suez.
No sé si se ha informado de ello en Alemania, pero hace un par de semanas la
marina estadounidense informó de que ha construido una base para armas nucleares
en la isla Diego García, en el océano Índico. Allí se dispondrían los submarinos
equipados con misiles nucleares, incluido el llamado “destructor de búnkers”. Se
trata de unos cohetes que pueden atravesar muros de cemento de varios metros de
grosor. Han sido pensados exclusivamente para una intervencón en Irán. El
destacado historiador militar israelí Martin Levi van Creveld, un hombre
claramente conservador, escribió en el 2003, inmediatamente después de la
invasión estadounidense de Irak, que “tras esta invasión los iraníes se volverán
locos por no haber desarrollado aún ninguna arma atómica.”
En la práctica, ¿cómo se puede
evitar de otro modo una invasión? ¿Por qué los EE.UU. no están ya ocupando Corea
del Norte?
Porque allí hay un instrumento de
disuasión. Una vez más: nadie quiere que Irán tenga armas nucleares, pero la
probabilidad de que Irán emplee armas nucleares es más bien mínima. Se puede
comprobar en los análisis de los servicios secretos estadounidenses. Si Teherán
quisiese equiparse con una sola cabeza nuclear, el país sería posiblemente
arrasado. Una fatalidad de ese tipo no es del gusto de los clérigos islamistas
en el gobierno: no han mostrado hasta la fecha ningún impulso suicida.
¿Qué puede hacer la Unión Europea para disipar la tensión de esta situación
tan explosiva?
Podría reducir el peligro de guerra. La Unión Europea podría ejercer presión
sobre India, Pakistán e Israel, los más prominentes no firmantes del tratado de
no proliferación de armas nucleares, para que finalmente lo suscriban. En
octubre de 2009, cuando se protestó contra el programa atómico iraní, la AIEA
(Agencia Internacional de la Energía Atómica) aprobó una resolución, que Israel
desafió, para que este país suscribiese el tratado de no proliferación de armas
nucleares y permitiese el acceso a sus sistemas nucleares a inspectores
internacionales. Europa trató de bloquearlo. Los EE.UU. también: Obama permitió
a Israel saber de inmediato que no debía prestar ninguna atención a esta
resolución.
Es interesante lo que sucede en Europa desde que se terminó la Guerra Fría.
Quien se hubiera creído la propaganda de todas las décadas anteriores debió
esperar que la OTAN se disolviese en 1990. La organización se había creado para
proteger a Europa de las “hordas rusas”. Ahora ya no existen las “hordas rusas”,
pero la organización se expande y viola todas las promesas que había hecho a
Gorbachov, quien fue lo suficientemente ingenuo como para creerse lo que le
dijeron el presidente Bush y el canciller Kohl, a saber: que la OTAN no se
desplazaría ni un milímetro hacia el Este. Gorbachov se creyó, según opinan los
analistas de estado, todo lo que dijeron. No fue muy sabio. Hoy la OTAN se ha
expandido a grandes zancadas hacia el Este y sigue su estrategia de controlar el
sistema mundial de energía, los oleoductos y gasoductos y las rutas de comercio.
Hoy es una muestra del poder de intervención estadounidense en el mundo.
¿Por qué Europa acepta esto? ¿Por
qué no se planta y mira frente a frente a los EE.UU.?
Aunque los EE.UU. quieren seguir siendo una superpotencia militar, la economía
estadounidense prácticamente de desplomó en el 2008. Hicieron falta miles de
millones para apuntalar Wall Street. Sin el dinero procedente de China, los
EE.UU. quizá hubiesen entrado en bancarrota.
Mucho se habla del dinero chino y mucho se especula a partir de este hecho sobre
un desplazamiento de poder en el mundo. ¿Podría China relevar a los EE.UU.?
Tengo a esta pregunta por una muestra de extremismo ideológico. Los estados no
son los únicos actores en el escenario mundial. Hasta cierto punto son
importantes, pero no del todo. Los actores, que dominan sus estados respectivos,
son sobre todo económicos: los bancos y las corporaciones. Si se examina quien
controla el mundo y determina la política, uno se abstiene de afirmar un
desplazamiento del poder mundial y no digamos ya de la fuerza de trabajo
mundial. China es el ejemplo extremo. Allí se dan interacciones entre empresas
transnacionales, instituciones financieras y el estado en la medida en que eso
sirve a sus intereses. Ése es el único desplazamiento de poder, pero no
proporciona ningún titular.
Noam Chomsky, que
acaba de cumplir 81 años, es profesor emérito de lingüística en el Instituto de
Tecnología de Massachussets en Cambridge y autor del libro Imperial Ambitions:
Conversations on the Post-9/11 World.
Traducción para
www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero