El
informe destaca que los precios de los productos alimentarios han bajado con
respecto a los máximos que alcanzaron hace dos años como consecuencia de la
crisis económica internacional. Sin embargo, no retrocederán lo suficiente como
para situarse en los niveles de la década anterior a la crisis, es decir, a la
década 1996-2007.
La persistencia del aumento de los precios empeorará el estado de la inseguridad
alimentaria, especialmente en los países más pobres, advirtieron ambos
organismos, recordando que, en la actualidad, más de 1.000 millones de personas
sufren desnutrición.
En cuanto a la distribución del crecimiento de la producción agrícola por
países, se espera que éste sea mucho más rápido en los países emergentes, tales
como Brasil, donde se podría registrar un incremento de hasta el 40 por ciento
hasta 2019. "También se espera que el crecimiento de la producción se sitúe por
encima del 20 por ciento en China, India, la Federación Rusa y Ucrania", señala
el informe.
Durante su presentación ante la prensa, que tuvo lugar esta mañana en Roma, en
la sede de la FAO, el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, admitió que
"el sector de la agricultura ha demostrado tener más "resistencia" que otros
frente a la crisis.
"Con todo, las perspectivas de este año son más positivas que las de los años
recientes", destacó, insistiendo, no obstante, en la necesidad de que los
Gobiernos ayuden a los agricultores a afrontar los "riesgos del futuro".
Por su parte, el director general de la FAO, Jacques Diouf, lamentó que los
países del G-8 todavía no hayan desembolsado los 20.000 millones de euros para
luchar contra el hambre que prometieron en su reunión anual del año pasado.
"Espero que el G8 mantenga su compromiso", declaró Diouf, confirmando que el
dinero "todavía no ha llegado".