Horas
antes de partir hacia esta cumbre, que el martes se desarrollará en la ciudad
egipcia de Sharm el Sheij y mañana en Jerusalén, la secretaria de Estado de
EE.UU., Hillary Clinton, expresaba ayer que la posición de su país es justo la
contraria. Estados Unidos, dijo “considera necesario prorrogar la moratoria (la
congelación parcial de asentamientos que expira a finales de mes), ya que la
otra alternativa es clara: no habrá negociaciones, no habrá seguridad, no habrá
estado (palestino)".
El panorama se presenta desalentador.
El sondeo, llevado a cabo por el diario Ma´ariv de Tel Aviv, constata el
profundo pesimismo de la sociedad de Israel con respecto a las conversaciones
que se abren: el 71 por 100 de los preguntados no cree que el diálogo vaya a
conducir a un acuerdo de paz. Por el contrario, sólo el 25 por ciento entiende
que se alcanzará una solución.
Desconfianza hacia los
líderes
La pérdida de fe está relacionada con
la escasa confianza en la “seriedad” de las intenciones del primer ministro
judío, Benjamin Netanyahu, y su interlocutor palestino, el presidente Mahmmud
Abbás, en estas conversaciones. La creencia más extendida es que ambos acuden a
la mesa de de negociación presionados por Estados Unidos. El 56 por ciento
piensa que esa es la razón que ha movido al líder israelí y el 70 por ciento que
es lo que ha empujado al mandatario palestino.
Pero mucha maniobra norteamericana va
a hacer falta para desatascar en esta primera ronda el planteamiento de “todo o
nada” de los palestinos, según el cual, o el avance de la colonización se frena
en seco, o se retirarán de las reuniones.
Netanyahu lleva en la cartera una
solución intermedia que pasaría por dar luz verde a las obras una vez finalizada
la moratoria, pero de una forma limitada sobre la que no ha ofrecido demasiados
detalles.
Fuentes de su entorno han filtrado
que el primer ministro podría ofrecer incentivos -liberación de presos,
levantamiento de controles militares o carreteras en Cisjordania- para intentar
que los palestinos acepten su receta.
La encuesta del Ma'ariv dice que un
42 por ciento de los israelíes apoyaría una fórmula de congelación parcial que
permitiera edificar sólo en los grandes bloques de asentamientos, esto es, los
núcleos como Ariel en el norte o Ma'aleh Adumin y Gush Etzion en el entorno de
Jerusalén, erigidos en suelo palestino, pero que Israel espera tener dentro de
sus fronteras bajo cualquier acuerdo.