Desde
que Le Sarko proclamara el pasado mes de julio su "cruzada" contra los gitanos,
empezando por un censo y la posterior repatriación de los ilegales, este asunto
se ha convertido en deplorable factor de irritación para la UE, que incluso
obligó la intervención del Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de
la Discriminación Racial (CEDR).
A finales de agosto, esta entidad recomendó a París "abstenerse" de la expulsión
masiva e injustificada de los gitanos del país, y las estructuras directivas de
la UE adoptaron una postura similar.
A raíz del asunto gitano, Sarkozy y Francia son blanco de todo tipo de condenas
y críticas no sólo por las fuerzas de izquierda, organizaciones de defensa de
los derechos humanos y la oposición, sino también por la Iglesia Católica, la
Iglesia Protestante y el Rabinato de Francia.
Sin embargo, Sarkozy demuestra una inmunidad absoluta a las críticas, y dice
estar dispuesto a llevar hasta el final el desmantelamiento de al menos 200
campamentos ilegales de gitanos en el territorio de Francia.
Y en consecuencia, cerca de 1.000 gitanos ya han sido expulsados del país. En su
mayoría, repatriados a Rumania y Bulgaria, aunque parte de esos "nómadas
europeos" también fueron trasladados a Serbia. De momento, es exagerado afirmar
de miles ni de decenas de miles de personas expulsadas.
Asuntos tan delicados como la repatriación forzada de grupos étnicos siempre da
lugar a denuncias sobre discriminación e intolerancia racial y étnica.
En el marco de la Unión Europea ningún político se metería por su cuenta en este
tema por miedo a perder votos y a enfrentarse a un verdadero dolor de cabeza.
Pero la cruzada de Sarkozy elevó el problema a nivel continental y lo expuso a
la atención de toda la opinión pública europea, situación que causó malestar en
Bruselas y el resto de las capitales en el antiguo continente.
Por otra parte, los europeos no sienten mayor simpatía hacia los romaní. Los
representantes de este pueblo "que ignoran las fronteras" provocan en la
población europea bastantes dolores de cabeza, porque a veces, sus hábitos y
forma de vida sobrepasan el marco de la legalidad.
Recientes sondeos de la opinión pública en Francia, llevados a cabo por el
diario Le Figaro, demostraron que el 65 % de la población apoya a Sarkozy en su
decisión de repatriar a los gitanos ilegales, y el 69 % está de acuerdo en que
los asentamientos de los gitanos deben ser desmantelados.
A la hora de hablar de temas tan sensibles como la legislación de extranjería o
la expulsión de los inmigrantes ilegales, en comparación con otros políticos
franceses, el actual presidente de Francia goza tiene la ventaja al conocer muy
de cerca los problemas de los emigrantes: el 23º Presidente de Francia y el 6º
Presidente de la Quinta República, Nicolás Paul Stéphane Sarkozy de Nagy-Bocsa
es hijo de un inmigrante húngaro, por lo que se puede permitir declaraciones o
actos completamente impensables para un político francés "de pura cepa".
A excepción de los políticos radicales y racistas, por supuesto. El lema de "he
salido de este ambiente y conozco de sobra lo que se podría esperar de esta
gente" no falla nunca. Así que, Sarkozy no sólo hace caso omiso de las críticas,
sino que emprendió una ofensiva contra el enclenque liberalismo europeo en un
frente tan importante como el asunto gitano.
Así, el próximo 6 de septiembre por iniciativa de Francia se celebrará una
reunión extraoficial de los Ministros de Interior de los países de la UE.
Lo curioso es que además de los Ministros de Italia, España, Alemania,
Inglaterra, Bélgica y Grecia, a la reunión también fue invitado el titular de
Interior de Canadá, que participará en la reunión en calidad de "invitado de
piedra", porque la mayoría de los gitanos provenientes de Hungría y de la
República Checa acaban pidiendo asilo político a Canadá.
El Departamento de Estado de EEUU también será invitado a la reunión de
ministros y a mediados de esta semana, dirigentes franceses se entrevistarán con
sus homólogos europeos para aclarar la situación de inmigrantes gitanos en
Francia.
Al respecto, el Primer ministro de Francia, Fronçois Fillon, declaró que antes
de estar criticando todo, Bruselas debe enterarse bien del asunto y comprobar
que París no está violando ninguna ley comunitaria.
Pero el asunto ya está que hecha chispas y entre el 13 y el 14 de septiembre en
Bruselas se celebrará una reunión interministerial dedicada a los problemas de
la inmigración y entre el 21 y el 22 de septiembre en la capital francesa se
reunirán los jefes de los Servicios de Policía de Alemania, Francia, Italia,
España, Polonia e Inglaterra.
En esa reunión, París presentará la propuesta de creación de las "Fuerzas
especiales euroatlánticas para la lucha contra la inmigración ilegal". Es
evidente que Sarkozy no permitirá que Europa se olvide del tema, a pesar del
descontento de ciertos líderes europeos temerosos de oír críticas por parte de
la prensa de izquierdas y la oposición.
Y esas críticas tienen su razón porque Francia no es el único país europeo que
quiere "regularizar" la situación de los gitanos. La diferencia es que el resto
de países lo están haciendo sin montar tanto escándalo. Sarkozy ha preferido
hacer mucho ruido, porque en vísperas de las elecciones presidenciales de 2012
no le queda otro remedio.
En consecuencia, Holanda, Dinamarca y Suecia se proponen adoptar unas leyes de
extranjería más severas y expulsar a los "sinpapeles".
Y Berlín planea en el curso de los dos próximos años, la repatriación a Kosovo
de 12.000 gitanos, llegados a Alemania después de los bombardeos de Yugoslavia y
de la Guerra de Kosovo de 1999. Los niños que crecieron desde entonces ni
siquiera hablan serbio o albanés, y sólo saben el idioma alemán.
La alcaldía de Copenhague también alberga planes de "limpiar" la capital danesa
de centenares de gitanos precedentes de la Europa del Este. Y en breve, el
ejemplo lo seguirá Bélgica. Así que no sólo los franceses están llevando una
campaña contra los representantes del pueblo romaní.
Por otro lado, no es la primera vez que Francia actúa de esta manera. En 2009
fueron repatriados 10.000 inmigrantes ilegales gitanos a Bulgaria y Rumania.
La diferencia con la situación actual consiste en que esta vez Sarkozy ha
vinculado los altos índices de criminalidad organizada en Francia con los
inmigrantes gitanos, lo que ha provocado la indignación de algunos círculos
liberales.
Según asegura el Ministerio del Interior de Francia, el "crimen organizado
gitano" se ha intensificado en comparación con el año pasado en un 138 %.
Lo más sorprendente de la situación es que los mismos gitanos, en vez de
protestar, tranquilamente vuelven a los lugares de su "tradicional actividad
nómada", es decir, a Bulgaria y Rumanía. En privado muchos comentan a los
periodistas que no tienen motivos de queja: por la "salida voluntaria" de un
adulto, Francia paga 300 euros, y por un niño, 100.
¿Por qué protestar, si en los próximos tres meses o en medio año pueden
regresar? Tampoco hay protestas en Bulgaria ni Rumanía que, aunque ya son
miembros de la UE, todavía aspiran a formar parte de la zona Schengen y
prefieren no enfrentarse al veto de Francia.
El único país, que ha apoyado abiertamente a Francia es la vecina Italia. El
Ministro del Interior en el Gobierno de Berlusconi, Roberto Maroni,
representante del partido de derecha "Liga Norte", anunció incluso la
disposición de su país de plantear en la reunión del próximo 6 de septiembre la
posibilidad de expulsar a los ciudadanos de aquellos países de la UE, que sean
incapaces de garantizar su propia vivienda y mantenimiento y vivan abusando de
la seguridad social.
Así que Rusia puede convertirse en el único país en Europa, donde el arte y la
tolerancia hacia los gitanos puede más que la desconfianza étnica.