Dos ministros franceses dimitieron el domingo en un momento en que el
Gobierno del presidente Nicolas Sarkozy está minado por una serie de casos de
conflictos de intereses, de favores ilícitos y de trenes de vida dispendiosos.
IAR
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Agencias
Alain Joyandet, secretario de Estado de Cooperación, y Christian Blanc, a cargo
del Desarrollo del Gran París, presentaron el domingo sus dimisiones al
Ejecutivo, que las aceptó, anunció la presidencia de la República.
En realidad, fue el presidente Sarkozy y su primer ministro, François Fillon,
quienes les pidieron que dimitieran, anunció a la AFP el portavoz del Gobierno,
Luc Chatel, quien aclaró que se hizo para asumir las consecuencias de "hechos
ocurridos estos últimos días, que los franceses no han comprendido ni aceptado".
Las funciones de Joyandet correrán a cargo del ministro de Relaciones Exteriores
Bernard Kouchner y las de Blanc quedan en manos del titular de Espacio Rural,
Michel Mercier. Alain Joyandet y Christian Blanc habían sido blanco de críticas
en la prensa por sus gastos.
"El hombre de honor que soy no puede aceptar ser víctima de un amalgama. Tras
una madura reflexión, decidí salir del gobierno", explicó en su blog Alain
Joyandet, que se ocupaba sobre todo de las relaciones con los países africanos.
Joyandet había sido criticado en dos ocasiones durante los últimos meses por la
prensa: una primera en marzo por haber alquilado un avión privado por 116.500
euros para un viaje ministerial a Martinica (Antillas), y otra en junio al ser
sospechoso de haberse beneficiado de un permiso de construcción ilegal para
ampliar la casa que posee cerca de Saint-Tropez, en el sur de Francia.
"No fue desviado un euro para mi enriquecimiento personal o el de mis
familiares", recalcó Joyandet, quien dice haber "obrado por los países en
vías de desarrollo, el refuerzo de nuestros vínculos con África y la promoción
de la francofonía en el mundo".
Por su parte, el secretario de Estado de Desarrollo de la Región de París,
Christian Blanc, fue muy criticado por haberse gastado 12.000 euros en
habanos a cuenta de los fondos públicos.
Estas dos renuncias se inscriben dentro de una serie de polémicas en torno a
varios ministros franceses por su tren de vida y su presunta implicación en
casos político-judiciales. Y la polémica no ha parado de crecer en las últimas
semanas.
El caso más sonado es el del ministro de Trabajo, Eric Woerth, sospechoso de
"conflicto de intereses" por haber desempeñado el cargo de ministro del
Presupuesto (de 2007 a 2010) cuando su esposa administraba parte de la fortuna
de la heredera del gigante de la cosmética L'Oréal, Liliane Bettencourt, sobre
la que pesan sospechas de fraude fiscal.
Woerth es un ministro clave, ya que se encarga de la impopular reforma de las
jubilaciones que Sarkozy quiere ver aprobada antes de finalizar su mandato.
Otros miembros del gobierno han sido criticados por hospedarse en hoteles
prohibitivos o por prestar sus residencias de función a familiares.
Estas revelaciones sucesivas ha salido a la luz en muy mal momento para el
conservador Sarkozy -quien había prometido una República ejemplar- ya que
su gobierno acaba de adoptar medidas de rigor presupuestario.
El
miércoles, en una reunión con los diputados de su partido, el jefe del Estado ya
había amenazado con sancionar los excesos y anunciado una remodelación
gubernamental para octubre.
Su antigua adversaria socialista en las presidenciales de 2007, Segolene Royal,
juzgó que "el sistema Sarkozy es hoy corrupto" y la jefa del Partido
Socialista, Martine Aubry, criticó "vínculos nefastos entre el poder político y
los intereses del dinero".
Según un
sondeo Viavoice que publicará el lunes el diario Libération, casi dos franceses
de cada tres (64%) consideran a sus políticos "más bien corruptos".