Contrainformación en tiempo real

HOME| Titulares| Diarios| Radios| TV.| Buscadores| Economía| Agencias| Alternativos| Mail

 

Buscar en
IAR-Noticias y en
 la Web

Google

 

 

 
 
 

Latinoamérica

Norteamérica

Europa

Medio Oriente

Asia

Africa

Autores

Especiales

Contrainformación

TITULARES
del Mundo

I Argentina I Brasil I
I América Latina I
I España I EE.UU. I
I Canadá I Europa I
I Asia I Africa I
I Oceanía I

DIARIOS
del Mundo


I Argentina I Brasil I
I
Estados Unidos I
I
España I Europa I
I
América del Sur I
I
América Central I
I
América del Norte I
I
Africa I Asia I
I
Oceanía I
I
Medio Oriente I
I
Internacionales I

EN VIVO

Radios del
Mundo


I América Latina I
I España I EE.UU. I
I Canadá I Europa I
I Asia I Africa I
I Oceanía
I Medio Oriente
I Internacionales I

BUSCADORES

del Mundo


I América del Norte I
I América Central I
I América del Sur I
I Europa I España I
I Africa I Asia I
I Medio Oriente I
I Oceanía I
I Temáticos I
I Internacionales

ECONOMIA
MUNDIAL


I América Latina I
I Africa I Asia I
I España I EE.UU. I
I Europa I
I
Oceanía I  
I Canadá
I Medio Oriente
Bolsas del Mundo I

MEDIOS

del Mundo


I Agencias
de Noticias I

I Diarios I 
I Revistas I
I Radios I
I Televisión I

MEDIOS
ALTERNATIVOS


I Periódicos
 
y Redes
I
I
Agencias
 de Noticias I
I
Publicaciones
 
y Sitios I
I
Prensa
 
de Izquieda I

 

Recomendar
 este sitio

 
 

SECCIONES

 

EUROPA  

 

Grecia amenaza no sólo al euro

 
 

 (IAR Noticias) 25-Febrero-2010

Con frecuencia se expone que las raíces de la crisis financiera de Grecia se remontan al diseño de la divisa única europea. En realidad, es aún peor. La crisis griega guarda relación con la misma base sobre la que se ha edificado la unidad europea en los últimos 60 años. Es una amenaza no sólo para el euro, sino para todo el complejo de la UE.

Por Gideon Rachman - The Financial Times

El riesgo para Europa ahora es que si la UE no realiza avances en materia de política como respuesta a la crisis griega, dará un paso atrás –y el largo proceso de integración europea podría comenzar a derrumbarse–.

El procedimiento de la UE siempre ha sido el de tomar “medidas económicas sobre la marcha”, para provocar efectos políticos. Desde los años 50, esta estrategia ha funcionado admirablemente bien: una modesta comunidad de carbón y acero se convirtió en un mercado común y, finalmente, en una Unión de 27 naciones, con su propio Parlamento, Tribunal Supremo y política exterior.

Jacques Delors, el presidente de la Comisión Europea que supervisó la creación de un mercado único en la década de los 80, dijo con total franqueza: “No estamos aquí para crear un mercado único –eso no me interesa– sino para formar una unión política”. La creación del mercado único implicaba una inmensa expansión de la legislación europea y, por lo tanto, una severa erosión de la soberanía nacional.

El mismo pensamiento político está detrás del diseño de la divisa única en los años 90. Tal y como escribió recientemente en estas páginas Tommaso Padoa-Schioppa, ex miembro del consejo del Banco Central Europeo: “Los padres fundadores querían el euro principalmente como un paso hacia la unión política”.

La campaña a favor de la unión política se intensificó al final de la Guerra Fría. Francia temía que una Alemania unida pudiera dominar de nuevo Europa. La respuesta francesa fue la de vincular a Alemania en la construcción europea mediante la creación de una divisa única. El Gobierno alemán aceptó de buen grado a cambio de la promesa de un mayor avance hacia la unión política en Europa, un antiguo objetivo nacional (en el caso de la población alemana, nunca se le consultó directamente –un descuido que podría volverse contra el euro ahora–).

Gerhard Schröder, el canciller alemán cuando se acuñaron de los primeros euros, creía que la unión monetaria requería “avances decisivos hacia la unión política”. Algunos, como Romano Prodi, el sucesor de Delors como presidente de la Comisión, deseaban incluso una eventual crisis en la eurozona ya que consideraban que provocaría esos “avances decisivos”.

La crisis se ha producido –y, claramente, invita a dar los grandes pasos políticos que anticiparon los padres fundadores–. Una respuesta política lógica a la insolvencia griega –y a las amenazas de crisis similares en España, Portugal y, posiblemente, Italia– sería la de crear impuestos europeos comunes y un mecanismo para realizar grandes transferencias fiscales entre los estados de la UE. Estas herramientas ayudan a facilitar la unión monetaria en EEUU, pero es algo que no existe aún en Europa.

Sin embargo, no hay indicios de que vaya a darse semejante paso. Europa está atascada. ¿Qué ha fallado? El problema es que el método de priorizar la economía sobre la política se aproxima a las teorías marxistas, al asumir que la economía dictará inevitablemente una respuesta política concreta. Pero la política democrática implica la posibilidad de elección.

El método tradicional de la UE sólo podría funcionar cuando los cambios políticos derivados de anteriores decisiones económicas no parecieran demasiado polémicos o injustos para los votantes corrientes. Pero el tipo de integración política que exige el euro afecta a los ciudadanos de forma muy directa –ya que implica importantes decisiones sobre impuestos y gasto–.

Así, saca a la luz una verdad que los fervientes europeístas se oponen a reconocer. La mayoría de los ciudadanos de la UE siguen sintiendo más apego por sus propias naciones que por la Unión. “Los europeos” se muestran menos dispuestos a rescatarse unos a otros que a salvar a sus propios compatriotas. La Alemania del Oeste gastó miles de millones de marcos para ayudar a la Alemania del Este. Pero hay pocos indicios de que los alemanes estén dispuestos a gastar más miles de millones de euros para sanear Grecia –ante el fantasma de crisis similares en España e Italia–. Es posible que los alemanes se sientan, en principio, muy “europeos”. Pero cuando se les pide que comiencen a firmar cuantiosos cheques para ayudar a un Estado griego en quiebra, aunque parezca mentira, empiezan a sentirse alemanes de nuevo.

Los griegos, también también son una de las poblaciones más europeístas de la Unión. Pero es probable que el precio de un rescate de la UE sean severas medidas de austeridad, supervisadas por las autoridades enviadas por Bruselas. La sensación que se desprenda de ello posiblemente se aproxime más a la de una colonización que a la de una “unión política” voluntaria.

Entonces, ¿ahora qué? Es posible que Grecia aún pueda arreglárselas para salir de esta crisis. Pero, teniendo en cuenta el rápido crecimiento generalizado de la deuda soberana, puede que la próxima crisis europea diste sólo unos pocos meses. Entonces, se preguntará nuevamente a los miembros de la moneda única europea qué están dispuestos a hacer (o cuánto están dispuestos a pagar) para ayudarse mutuamente. Si la respuesta sigue siendo, “no mucho”, la zona euro podría comenzar a perder a algunos de sus miembros más débiles.

Pero las consecuencias podrían ir más allá de la divisa única. La UE sufriría una crisis de confianza, y lo más probable es que se cuestionasen los otros poderes que ha adquirido en todo tipo de materias, desde inmigración a políticas sociales. Hay algo más que dinero en juego en la crisis griega.
 

*****

  HOME

© Copyright 2010  iarnoticias.com | Derechos reservados | Director Rodrigo Guevara

 

Se autoriza el libre uso, impresión y distribución de toda la información editada, siempre y cuando no sea utilizada para fines comerciales y sea citada la fuente.

Resolución óptima: 800 x 600

La opinión de los autores no coincide obligatoriamente con IARNoticias

contactos@iarnoticias.com