Una sorpresiva alza en las tasas de interés de Australia restauró la
confianza de que la economía global se encamina a una recuperación e impulsó
repuntes en las bolsas de todo el mundo así como en el precio de materias primas
como el oro, que batió una nueva marca.
Por Tom Lauricella -
The Wall Street Journal
La decisión del banco central australiano, en todo caso, también pone de
manifiesto la disparidad entre las economías ligadas a la exportación de
materias primas, que en general gozan de buena salud, y las condiciones todavía
débiles que imperan en Estados Unidos, Europa y Japón.
La tendencia se vio reflejada en la brusca caída del dólar, que a su vez
propulsó los precios de los commodities. En momentos en que las tasas de interés
de EE.UU. están casi en cero y sin visos de cambio en un futuro cercano, lo que
apunta a una expansión anémica, el dólar y las inversiones estadounidenses
pierden atractivo a medida que el crecimiento cobra impulso en otras economías.
Los inversionistas, sin embargo, se han visto sorprendidos por la resistencia
de los principales indicadores bursátiles estadounidenses, que registraron una
segunda jornada consecutiva de grandes ganancias que revirtieron los declives de
la semana pasada.
El Promedio Industrial Dow Jones cerró la sesión de martes con un alza de
131,50 puntos, un 1,4%, a 9.731,25 puntos. En los últimos dos días, el Dow
acumula un avance de 243,58 unidades tras perder 177,52 puntosla semana pasada.
Los repuntes fueron incluso más pronunciados en Europa. El FTSE 100, de la Bolsa
de Londres, ganó 2,3% y el DAX, de la Bolsa de Francfort, aumentó 2,7%.
Las turbulencias del martes en los mercados de acciones, monedas y materias
primas han sido características en las últimas semanas, un período en el que los
inversionistas han pasado del optimismo ante la recuperación de la economía
mundial al temor de que se produzca una recaída.
La chispa que encendió el alza de los mercados provino del otro lado del
globo, después que el Banco de la Reserva de Australia aumentara su tasa de
referencia un cuarto de punto para dejarla en 3,25%. Se trata del primer ajuste
de la política monetaria de una economía importante desde que el colapso del
sistema financiero a finales del año pasado diera paso a una baja de tasas a
nivel global.
A diferencia de lo ocurrido en EE.UU. y la mayor parte de Europa, Australia
nunca cayó en recesión gracias a un sector bancario saludable y una alta demanda
por sus materias primas, en especial desde China. Por lo tanto, se esperaba que
fuera uno de los los primeros países en empezar a subir las tasas, pero el
aumento tuvo lugar antes de lo previsto.
Más allá de las particularidades del caso australiano, el alza de tasas fue
interpretada como un voto de confianza por la recuperación global. "La gente ve
el aumento de la tasa australiana como una manera de decirle al mundo que
estamos saliendo de esta", manifestó Ted Oberhaus, director de corretaje de Lord
Abbett & Co.
Un efecto secundario del aumento de tasas en Australia fue la caída del
dólar, que cedió 0,82% contra el yen japonés y 0,45% contra el euro, a medida
que los corredores de divisas reaccionaban a la posibilidad de una diferencia
mayor entre las bajas tasas estadounidenses y las de las economías más robustas.
"Va a haber una división real entre los bancos centrales que sienten que sus
economías y mercados de activos son lo suficientemente fuertes para absorber un
aumento de tasas y los que no", dijo Steven Englander, estratega de divisas de
Barclays Capital. Se estima que otras economías ligadas a los commodities que
pronto podrían subir sus tasas son Canadá y Noruega.
A largo plazo, el declive del dólar suele ser negativo para los mercados
estadounidenses al disminuir su atractivo para los inversionistas extranjeros y
generar presiones inflacionarias. Por el momento, no obstante, el declive de la
divisa ha tenido un efecto positivo en las acciones estadounidenses. Ello se
debe, en parte, a que infla las ganancias internacionales de las multinacionales
estadounidenses.
El descenso del dólar es parte del mismo fenómeno que está impulsado las
bolsas. A medida que los inversionistas recuperan la confianza en la
recuperación global, retiran dinero de inversiones consideradas ultraseguras,
como los bonos del Tesoro estadounidense en busca de activos más rentables.
La caída del dólar también ayudó a impulsar la cotización del oro. El metal
dorado negociado en el Comex para entrega en octubre subió US$21,90 por onza
troy, un incremento de 2,2%, a un récord de US$1.038,60. Los precios del
petróleo subieron US$0,47 en Nueva York para cerrar en US$70,88 el barril.
Estos factores se combinaron para impulsar el mercado bursátil. La semana
pasada llegó a parecer que las acciones se estaban quedando sin fuerzas después
de que el Dow trepara más de 50% respecto a su mínimo. Pero los corredores dicen
que los inversionistas ven las caídas del mercado como una oportunidad de
compra. "A medida que el mercado sigue subiendo, la gente no quiere perderse el
alza", dice Todd Sandoz, codirector de renta variable para las Américas de
Credit Suisse. "Es un mercado bastante resistente".