unque muchos analistas esperan que el dólar se fortalezca en los próximos
meses, a medida que la crisis amaina y la economía estadounidense empieza a
crecer, un coro cada vez más sonoro de inversionistas está preocupado por la
perspectiva a largo plazo de la moneda.
Ya han surgido signos inquietantes. El miércoles, por primera vez en 16 años,
el dólar se volvió oficialmente una opción más barata que el yen, una de las
monedas con el rendimiento más bajo.
El dólar se ha beneficiado durante mucho tiempo de las altas primas de
rendimiento, especialmente contra la moneda japonesa, pero la posibilidad de que
la Reserva Federal mantenga las tasas de interés de préstamos a un día en
niveles cercanos a cero al menos hasta fines del año que viene, ha borrado esa
ventaja.
Eso significa que los inversionistas tienen menos incentivos para colocar
fondos en dólares dado que la ventaja del dólar, o carry, es muy magra. Eso es
especialmente cierto en Asia, donde muchos bancos centrales tratan de mantener
sus tipos de cambio lo más a la par posible con el dólar.
Los economistas, que por mucho tiempo han temido los efectos de un aumento en
la deuda estadounidense, dicen ahora que los grandes riesgos que está asumiendo
EE.UU. para superar la crisis también podrían socavar la fe en el dólar.
"Hay mucha desilusión sobre la manera en que la crisis de crédito fue
manejada en EE.UU.", dice Claire Dissaux, directora gerente de economía global y
estrategia de Millennium Global Investments Ltd., una firma londinense de
inversión. "La pérdida de la influencia del dólar es una tendencia constante y a
largo plazo".
El martes, el gobierno de EE.UU. agravó las preocupaciones acerca de su
moneda al decir que registrará un déficit fiscal acumulativo de US$9 billones
(millones de millones) en los próximos 10 años, US$2 billones más de lo que
había previsto en un principio.
"Eso es negativo para el dólar", dice Adam Boyton, analista de Deutsche Bank
AG, en Nueva York. El presidente Barack Obama también nominó al actual
presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, para que continúe al frente del
banco central por otros cuatro años. Los esfuerzos de Bernanke por rescatar la
economía lo hicieron merecedor de elogios, pero también han hecho que muchos de
esos dólares nuevos tuvieran que ser inyectados al sistema financiero.
El temor de los inversionistas y los economistas por la caída del dólar no es
reciente y cobró fuerza especialmente a principios de esta década cuando el
gobierno y los consumidores aumentaron sus deudas para financiar desde guerras
internacionales a televisores de pantalla plana. El colapso financiero de fines
del año pasado sugirió que esos temores eran desproporcionados. A medida que los
mercados caían tras la quiebra de Lehman Brothers Holdings Inc., los
inversionistas corrieron a colocar su efectivo en bonos del Tesoro
estadounidense al percibirlos como la inversión más segura. Eso elevó el valor
del dólar contra muchas otras monedas de referencia.
Ahora, sin embargo, inversionistas de peso como el presidente del directorio
de Berkshire Hathaway Inc., Warren Buffett, y la firma de inversión en bonos
Pimco temen que los programas de estímulo fiscal y monetario terminen por
alimentar la inflación en los próximos años y golpear al dólar. Una mayor
inflación devora los rendimientos de los inversionistas de renta fija. Una menor
demanda por bonos estadounidenses podría traducirse en un dólar más débil.
Los inversionistas también aceptan cada vez más que economías emergentes como
China, Rusia y Brasil juegan un papel más influyente en la definición de las
finanzas internacionales. Algunos analistas dicen que las economías emergentes
tienen una oportunidad única para aprovechar la crisis y reducir su dependencia
del dólar, que tiende a representar la mayoría de sus reservas en moneda
extranjera.
Con todo, aún no hay señales de que los inversionistas estén abandonando el
dólar. China y Japón, los principales acreedores extranjeros de EE.UU.,
acumularon bonos del Tesoro a largo plazo en junio, según el Departamento del
Tesoro. China, por ejemplo, compró US$26.600 millones en pagarés y bonos, su
adquisición mensual más grande hasta la fecha. Ayer, un euro compraba US$1,425.
Todo esto hace pensar que un alejamiento del dólar es algo que sucederá de
manera paulatina, si es que llega a pasar, aseguran los analistas.