odo ese dinero impreso tiene que ir a alguna parte", dice Joachim Fels,
codirector de economía global para Morgan Stanley. "Ha estado elevando los
precios de las materias primas y las acciones, comenzando en los mercados
emergentes para luego pasar a los desarrollados".
Estados Unidos, sin ir más lejos, ha destinado US$11,4 billones (millones de
millones) en planes de estímulos directos e indirectos en los últimos dos años,
de los cuales ya se han gastado US$2,4 billones, según los cálculos de Daniel
Clifton, director de estudios de Strategas Research Partners.
China, asimismo, anunció un paquete de estímulo del orden de los US$600.000
millones, al paso que Rusia gastará US$290.000 millones, Gran Bretaña US$147.000
millones y Japón US$155.000 millones, según los datos de Strategas.
"Se trata, de lejos, del mayor estímulo fiscal combinado en la historia
moderna", dice Jim O'Neill, economista jefe de Goldman Sachs. "Esa liquidez
impactará todo lo que sea susceptible, desde valores de renta fija a corto plazo
a precios bursátiles, precios inmobiliarios y el patrimonio de las personas".
El alza también refleja la postura de los inversionistas de que lo peor de la
recesión quedó atrás y que las empresas vinculadas al crecimiento de la economía
global saldrán beneficiadas. La llegada de cuantiosas sumas de dinero al sistema
financiero ha exacerbado esas apuestas.
Si la recesión se prolonga más de lo previsto por los optimistas, la
abundancia de liquidez tal vez no sea suficiente para impedir un repliegue del
mercado. Los consumidores estadounidenses, por ejemplo, recién han empezado a
controlar sus gastos y reducir su deuda, un proceso que, según muchos
economistas, podría tardar años.
La creciente liquidez también está creando grandes desafíos para las
autoridades. Varios economistas, incluyendo el presidente de la Reserva Federal
de EE.UU., Ben Bernanke, han advertido que el gobierno no puede seguir
endeudándose a su actual ritmo sin crear problemas financieros severos. En los
próximos años, los gobiernos tendrán que aumentar los impuestos, reducir el
gasto o ambas cosas para absorber la liquidez que han inyectado. Ese proceso
podría menoscabar el crecimiento o frenar el repunte bursátil.