andit está a punto de perder aun más margen para maniobrar. Citigroup está
en conversaciones para que el gobierno adquiera una participación mayor en el
banco al convertir su participación de 7,8% en acciones preferentes en hasta un
40% de las acciones comunes de Citigroup. La operación le daría una inyección
necesaria al capital del tambaleante banco, pero le restaría control sobre su
destino.
El pedido de Citigroup también podría intensificar la presión política para
escindir el conglomerado financiero. Una mayor participación del gobierno en
Citi también acarrea riesgos para los contribuyentes, puesto que los accionistas
comunes son los últimos en tener derecho a reclamar una compensación si se
produce una liquidación de la entidad.
En los últimos meses, funcionarios federales han apodado a Citigroup "la
estrella de la muerte", comparando la amenaza que representa el banco para el
sistema financiero al arma de destrucción masiva en la serie de películas La
guerra de las galaxias. En privado, un funcionario gubernamental calificó al
gigante bancario de "inmanejable".
Esta semana, los banqueros de Citigroup han intentado calmar a clientes
nerviosos y están preocupados ante la posibilidad de perder clientes en medio de
la incertidumbre. El martes, Pandit acudió a Washington, donde sostuvo reuniones
con reguladores y funcionarios del Tesoro.
Ejecutivos de Citigroup tratan de encontrar un balance aparentemente
imposible: manejar la empresa de forma tal que deje satisfecho al gobierno y, al
mismo tiempo, ayudar al banco a recuperarse tras registrar pérdidas de US$28.000
millones en los últimos cinco trimestres.
Por si esto fuera poco, el gobierno alterna entre períodos en los que se
inmiscuye hasta en los más mínimos detalles y períodos en que lo ignora. Al
intentar ser un inversionista ni activo ni pasivo, EE.UU. está dirigiendo la
empresa de forma improvisada, sin una estrategia firme ni un conocimiento
específico. Una parte central de la confusión es que no hay un individuo ni una
entidad a cargo de supervisar Citigroup. Eso ocurre porque bancos como Citigroup
están regulados por un grupo de agencias, incluidas la Reserva Federal, la
Oficina del Contralor de la Moneda y la Corporación Federal de Seguro de
Depósitos (FDIC). El Departamento del Tesoro también tiene control ya que aporta
todo el dinero. Y los miembros del Congreso, que inicialmente aprobaron las
inyecciones de capital, también tienen un rol. Todas estas partes interesadas le
han estado dando a Citi órdenes, consejos y críticas a veces contradictorias.
Funcionarios de la Fed, por ejemplo, informaron a Citigroup que tienen
"derechos de observador" que le permiten participar en las juntas directivas.
Aunque el gobierno aún no lo ha hecho, algunos ejecutivos de Citigroup se han
quejado en privado de que EE.UU. ahora tiene un "poder ilimitado" sobre el
banco. Un directivo comparó el rol del gobierno con la espada de Damocles.
En los últimos seis meses, EE.UU. ha inyectado casi US$200.000 millones en
419 instituciones bancarias; ha garantizado al menos US$420.000 millones en
pérdidas potenciales de varios bancos; ha ordenado la fusión de varias firmas
financieras y ha bosquejado planes para comprar cientos de millones de dólares
en créditos hipotecarios y otros activos incobrables a los bancos, entre otras
medidas.
Además de Citigroup, la lista de tareas pendientes del gobierno incluye una
revisión del rescate de US$150.000 millones de American International Group (AIG)
y orquestar la reestructuración de la industria automotriz del país, tras
prestarle US$17.400 millones a General Motors Corp. y Chrysler LLC.La solicitud
de Citi para obtener más ayuda complicará una sociedad que ya está dañada por
problemas de comunicación y pasos en falso. Desde que el gobierno apuntaló a
Citi con capital fresco, ha emitido algunas directrices generales como pedirle
que venda activos para levantar capital y abstenerse de hacer inversiones
riesgosas; instar a una reorganización de la junta directiva y advertir de que
nuevos pedidos de fondos podrían desembocar en la salida del actual equipo de
gestión.
A pesar de que el gobierno ha asegurado la supervivencia de Citigroup por
ahora, los ejecutivos del banco se lamentan de que tienen que acudir a una
adivina para descifrar cómo implementar las directrices federales.
El gobierno dice que los problemas de Citigroup son amplios y abarcan a
varias entidades reguladoras, todas las cuales también están involucradas en los
casos de otros bancos. Agregan que la postura del gobierno no es darle a
Citigroup instrucciones específicas sobre cómo poner en práctica las directrices
generales que ya le ha entregado.
En las últimas semanas, Citigroup se ha contactado con varios funcionarios
del gobierno en busca de dirección, pero los esfuerzos no han rendido los frutos
esperados.
La semana pasada, sin ir más lejos, Pandit se reunió con Lawrence Summers, el
principal asesor económico de Barack Obama. Summers dejó claro que no iba a
hablar de Citigroup en particular y Pandit salió del encuentro sin una idea más
acabada de lo que el gobierno haría con el banco.
En tanto, Citigroup debe detener la hemorragia. El mes pasado, Pandit les
dijo a altos ejecutivos que el primer trimestre es de vida o muerte: Citigroup
necesita obtener ganancias para convencer al gobierno y a los inversionistas de
que es una empresa viable.
Esta semana, algunos ejecutivos de Citigroup,
manifestaron medio en broma, medio en serio que trabajar para el banco,
caracterizado por su gigantesca burocracia y la competencia entre sus diferentes
departamentos, era como trabajar para el gobierno.