El
colapso financiero recesivo con
epicentro original en las economías imperiales USA-UE ya se convirtió en
derrumbe nivelado de la economía real a escala mundial.
La desaceleración económica
(por efecto de la contracción del crédito) exportada originalmente de EEUU y la
Unión Europea se contagia aceleradamente a las llamadas economías "emergentes"
de Asia, África y América Latina. China, Japón, los "tigres asiáticos",
Latinoamérica y Europa del Este.
La desaceleración económica mundial
llegó para quedarse, y avanza desde los países centrales hacia la periferia
emergente y subdesarrollada.
La recesión simultánea por la que
atraviesan EEUU, Europa y Japón amenaza con ser la peor desde la II Guerra
Mundial, según un informe del Banco Mundial, pone en
evidencia el
entrelazamiento existente entre las economías desarrolladas en crisis (EEUU-UE-Japón)
con las emergentes (China-India-Rusia-Brasil).
EEUU no solamente es el primer
comprador de productos chinos, sino que además China es el principal acreedor de
la primera potencia imperial.
El entrelazamiento financiero y
comercial que existen en ambas economías (la primera y la tercera en el orden
mundial capitalista) las convierten casi en hermanas simbióticas: Si se cae
China se cae EEUU, y viceversa.
Pero eso no es todo: La Unión
Europea, la segunda economía mundial y el otro gran comprador (en bloque) de
manufacturas chinas, y con su comercio exterior entrelazado con el de EEUU,
integra este trípode de supervivencia capitalista interdependiente anudado por
el cordón umbilical .
Y hay más: EEUU, la Unión Europea y
China (a los que debe agregarse India, Japón y Corea del Sur), además de
representar casi el 70% del PBI mundial, son los mayores importadores mundiales
de materias primas y energía (petróleo y gas), por lo que se puede inferir que
si se paralizan esas economías capitalistas centrales se derrumbarían
inmediatamente por efecto dominó todas las economías exportadoras del mundo
emergente y periférico. Lo que ya está empezando a ocurrir, según los
informes oficiales.
Desde las finanzas, los servicios,
las tecnológicas, la publicidad, los medios de comunicación hasta la industria
automotriz, pasando por la informática, ningún sector parece quedar a salvo
del proceso recesivo que sobreviene como consecuencia del colapso financiero.
No obstante las "inyecciones de
liquidez" prolongadas (iniciadas en septiembre de 2007), los planes de
salvataje bancario USA-UE, los mercados financieros se siguen derrumbando,
mientras los números de la macroeconomía de EEUU y de los demás países continúan en rojo
creciente.
La crisis, que al principio era sólo financiera, se hace sentir en todos los
ámbitos de la sociedad mundial globalizada y nivelada por un mismo "programa
económico" exportado desde las potencias centrales a la periferia.
Y la crisis se hace global por una
razón principal: La economía mundial está globalizada y es "interdependiente",
no solamente porque está "dolarizada" (la moneda patrón del Imperio en crisis),
sino porque los comercios exteriores y los sistemas económicos productivos están
controlados por los mismos bancos y empresas trasnacionales que se encuentran en
crisis tanto en EEUU como en Europa (el comando central del Imperio global).
S
e
están quemando etapas: La crisis financiera ya devino (por medio de la
recesión) en crisis estructural, y rápidamente se dirige hacia la
crisis social (el emergente de los despidos laborales) a escala planetaria.
Todo el planeta (globalizado y
nivelado por el sistema capitalista "único") está aquejado de los mismos
síntomas: Derrumbe de los precios del petróleo y de las materias primas
(deflación de los precios internacionales), devaluación de las monedas y revaluación el dólar, colapso financiero con quiebra de bancos, crisis
crediticia con achicamiento del consumo, suba de precios internos de los
alimentos y la energía y oleadas de despidos laborales constantes en EEUU y las
potencias centrales.
Los billonarios paquetes de
"rescate bancario" estatal con dinero de los impuestos (pagado por toda la
población de los países donde se han instrumentado) no han servido de antídoto y han fracasado estrepitosamente como
medida para enfrentar la crisis mundial, que ha devenido de financiera a
recesiva a escala global.
Los
bancos centrales y la Reserva Federal USA se muestran impotentes para frenar el
"pánico" en los mercados financieros que operan como principal productor de la
crisis del crédito, que a su vez dispara la caída de las ventas y los
despidos masivos.
El derrumbe de la locomotora USA
En
los primeros día del año 2009
(y como clara señal de
que el planeta ya ingresó a la "crisis estructural"), se reafirmó la ola de de
despidos laborales que certifica la presencia de una recesión a escala
planetaria, cuyo centro gravitante y expansivo se encuentra en EEUU y
Europa, potencias directrices del sistema capitalista a nivel global.
Un escenario 2009 de huelgas y
conflictos sociales en Europa y el Imperio USA no está sacado de una novela
de Julio Verne sino (además de la crisis global) de una proyección lógica y
emergente de la desocupación desatada por la recesión industrial y empresarial
que sacude a la economía norteamericana y a las primeras potencias del euro.
Economistas de J.P. Morgan calculan
que la economía mundial se contraerá a una tasa anual 2,3% en los tres primeros meses del año 2009. Esto posiblemente
constituirá los peores meses para la economía global desde la Segunda
Guerra Mundial.
En su informe de Tendencias Mundiales
del Empleo para 2009
la Organización Internacional del
Trabajo (OIT)
, alertó a fines de enero que se
espera en 2009 un "aumento espectacular" de los desempleados,
trabajadores pobres o con empleos vulnerables. El número de desocupados podría
aumentar hasta "51 millones si la situación continúa deteriorándose".
Según el informe presentado en
Ginebra, la desocupación por la crisis global podría llegar al 7,1%, alcanzando un total de 230 millones.
En América Latina, entre 1,5 y 2,4 millones de trabajadores podrían perder sus
puestos, según el informe de la OIT para la región.
El número de trabajadores pobres
-que no ganan lo suficiente para mantenersse a sí mismos y a sus familias por
encima del umbral de la pobreza de 2 dólares al día- podría alcanzar 1.400
millones, "casi el 45% de la población activa mundial con empleo", según
la OIT.
Además, 200 millones de personas, "la mayoría ciudadanos de economías en
desarrollo" podrían sumarse a la lista de trabajadores "extremadamente
pobres".
"El mensaje de la OIT es realista, no alarmista. Nos enfrentamos a una crisis
del empleo de alcance mundial. Muchos gobiernos son conscientes de la
situación y están tomando medidas, pero es necesario emprender acciones más
enérgicas y coordinadas para evitar una recesión social mundial", advirtió el
director general del organismo, Juan Somavia, en Ginebra.
En este escenario, los despidos
masivos de obreros y empleados en EEUU son el barómetro y marcan el momento en
que la crisis comienza a salir de la "superestructura" económico financiera
y a meterse dentro de la sociedad estadounidense.
En EEUU, con Obama en la Casa Blanca, en el segundo mes de 2009 ya se configuró el escenario "más temido": La
combinación de la "crisis financiera" con la "crisis recesiva" (crisis
estructural) está produciendo como resultante un proceso de quiebras
empresariales generalizadas con despidos que se van tornando en cada vez más
masivos, mientras se agrava la caída del consumo, aparecen los primeros
signos claros de deflación y las empresas comienzan a negociar bajas del
salario a cambio de no despedir personal.
En los últimos meses del 2008 y en lo
que va del 2009, la crisis financiera-recesiva en EEUU se agravó en grados
notables y -como afirma The Wall Street Journal- ya está generando un
pánico generalizado que abarca simultáneamente a los "inversores", a los
mercados y a las propias autoridades del sistema que no encuentran ninguna
solución para el colapso expandido a todas las variables de la economía.
Mientras tanto, lo
que aún suena como un panorama fantástico para EEUU (las huelgas y los
conflictos sociales en su propio territorio), es un escenario de corto plazo que
ya manejan entre líneas analistas y medios norteamericanos a la luz de la crisis
del sector automotriz y de las quiebras empresariales que están desatando una
ola de despidos en EEUU.
La crisis social (consecuencia
de la caída del consumo y los despidos laborales) comienza a perfilarse como potencial emergente de la crisis recesiva- laboral que detonó escalonadamente
como consecuencia de la crisis financiera en EEUU.
Cada jornada de la economía
norteamericana (desde finales de 2008) se ha convertido en un vértigo marcado por una
dinámica inevitable: Recesión industrial y comercial con baja del consumo y
desempleo masivo que se proyecta desde EEUU y los países centrales al mundo
periférico "subdesarrollado" y/o emergente.
Por estas horas, medios y analistas
norteamericanos coinciden en que la desocupación (como emergente de la recesión
industrial) se ha convertido en la prioridad absoluta de la agenda de Obama y su
equipo.
El empleo en EEUU registró en enero
su mayor descenso en tres décadas, lo que llevó el número total de
empleos eliminados desde el inicio de la recesión, en diciembre del 2007, a 3,6
millones.
La mitad de esas pérdidas ocurrieron en los últimos tres meses y el ritmo de
despidos en los últimos meses sugiere que el fin del debilitamiento económico
aún no está a la vista.
A los despidos en el sector bancario,
en las automotrices y en las grandes tiendas y centros de consumo, se suman los
despidos en el sector financiero, lo que marcan una tendencia "masiva"
del proceso.
El terremoto de los mercados
financieros se propagó a una de las columnas vertebrales de la economía
imperial: El sector automotriz. Ford y General Motors y Toyota encabezan
la lista de los pulpos automotrices "semiquebrados" (por la caída de las ventas)
que siguen requiriendo a viva voz más "salvatajes" equivalente a los que los gobiernos
imperiales le están dando a los bancos e instituciones financieras.
De esta manera, la desocupación
(emergente de la desaceleración económica) se ha convertido en una cuestión
clave para el equipo de Obama y el establishment de poder estadounidense que
temen que su propagación convierta a EEUU, la primera potencia mundial, en un
polvorín de huelgas y conflictos sociales que terminen paralizando aún más a
la economía.
La crisis en los emergentes
En tanto, los coletazos de la crisis económica están golpeando a los mercados
emergentes con una celeridad y virulencia que pocos predijeron, señala este
martes el diario financiero The Wall Street Journal.
Como efecto del derrumbe de los
precios del petróleo, los llamados países "emergentes" y "periféricos se
están acoplando al tsunami financiero-recesivo, mientras la baja del petróleo y
las materias primas, agregada a la suba imparable del dólar, preanuncia una
mayor agudización del proceso recesivo con baja del consumo en las economías a
escala planetaria.
El alto nivel de interdependencia
(a través del dólar) de la economía mundial globalizada impulsa el aceleramiento
y el contagio de la crisis que avanza como una metástasis desde el centro a la
periferia.
"Hasta hace poco
-señala The Wall Street Journal-, mmuchos inversionistas y economistas pensaban que las
economías emergentes podrían servir como un baluarte contra la contracción de
otros países. No obstante, los datos más recientes sugieren que los países
emergentes como conjunto se contrajeron a fines del año pasado y el declive
parece persistir en lo que va de este año".
Según el Journal, en cuestión de meses, los indicadores de crecimiento de comercio
y producción industrial en varios países emergentes y en desarrollo, pasaron de
caídas moderadas a abruptas, e incluso la demanda interna se ha visto
perjudicada.
Aunque desde Europa y los países
emergentes se reclama un "nuevo orden económico-financiero mundial", en
concreto, y más allá de las "advertencias" y los lamentos, EEUU y las potencias
imperiales carecen hasta ahora de un plan y de una estrategia clara para
rescatar al sistema de la crisis y crear otro proceso expansivo del capitalismo.
A pesar de que, con los "mega
rescates" financieros, EEUU y la UE se ponen como los garantes (con dinero de
los impuestos) de una nueva burbuja de negocios financieros con los
salvatajes, los créditos y las compras de instituciones quebradas, los mismos no
son suficientes para calmar el temor generalizado a una recesión global con
epicentro en EEUU y Europa.
En este escenario, y con efecto más
atenuado (aunque en deterioro acelerado), Asia y América Latina (los motores
impulsores del comercio mundial de materias primas y manufacturas) padecen
los mismos síntomas recesivos que las economías centrales.
Los gobiernos periféricos definen
como culpables de esta crisis a los países centrales y ubican a los emergentes
(en crecimiento acelerado) y a los periféricos en "vías de desarrollo", como
víctimas "que han quedado sin crédito, con menos oportunidades de exportar y
fondos de inversión que sacan apresurados su dinero para llevarlo a puertos
presuntamente más seguros como los bonos de largo plazo del Tesoro
norteamericano".
La amenaza de que la crisis
financiera mundial socave los cimientos de la economía real de los países
latinoamericanos llevó a los mandatarios que participaron en la XVIII Cumbre
Iberoamericana en El Salvador (entre el 29 y 31 de octubre de 2008) a exigir medidas y hacerse oír en la creación de
una nueva arquitectura financiera internacional.
Advirtieron que "ahora viene algo
grave: la recesión en Estados Unidos y Europa, con caída de los precios de
las commodities, falta de crédito para los emergentes y retroceso en las
exportaciones".
Los países de América Latina, cuyas
bolsas están siendo golpeadas a niveles inéditos, están buscando aceleradamente
un paraguas contra el colapso financiero-recesivo que comienza a proyectarse
sobre sus economías.
Los datos negativos han mantenido bajo presión a las monedas en muchos
mercados emergentes. En lo que va del año, el rublo ruso y el florín húngaro se
han debilitado alrededor del 14% contra la moneda estadounidense. La semana
pasada, el peso mexicano llegó a un mínimo histórico contra el dólar, lo que
llevó al gobierno a intervenir en el mercado de divisas.
Asoma la crisis social
Las
primeras oleadas de despidos laborales que se verifican a nivel mundial surgen
de los planteles de personal de empresas y bancos transnacionales, extendidas
tanto por los países centrales como en el mundo de la periferia.
Según los expertos, a esta primera
oleada de despidos de las trasnacionales seguirá una segunda oleada de
despidos masivos en los países emergentes o periféricos donde operan, a
medida que se profundice la recesión estructural con caída del consumo.
La crisis social (consecuencia
de la caída del consumo y los despidos laborales) se perfila como un
potencial emergente de la crisis recesiva- laboral que detonó escalonadamente
La desocupación, ya ocurra en el
mundo subdesarrollado como en el Imperio, es una instancia límite, donde la
prioridad es el riesgo de la supervivencia del individuo y su familia.
No se trata de una devaluación de su salario por aumento de precios, sino de
la desaparición del salario y de la capacidad del consumo con la
disgregación de la conducta social que conlleva.
Un desocupado (que ha perdido su
universo de consumo y de supervivencia, incluido el de su familia) no puede ser
contenido con "inyecciones financieras" ni con "asistencialismo", requiere de
una solución estructural (la restitución del empleo y el salario).
La desocupación es el elemento clave,
el detonante estratégico, que marca el principio del desarrollo de la crisis
estructural con pérdida de la gobernabilidad (económica, política y social)
de los Estados que integran desigual y combinadamente la red "globalizada" del
sistema capitalista, cuyos resortes de decisión se encuentran en EEUU y en
Europa.
La desocupación es la matriz de la
pérdida de gobernabilidad por una razón esencial: Los despidos masivos de
obreros y empleados son el barómetro y marcan el momento exacto en que la
crisis se sale de la "superestructura" económico financiera y se mete dentro de
la sociedad.
Esto explica porqué la
desocupación se ha convertido en la peor pesadilla tanto de los líderes de
los países centrales como de los conductores de los países emergentes o
periféricos del sistema .
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