Israel
y EEUU inicia el miércoles maniobras militares conjuntas en alta escala de
sus fuerzas aéreas, en la que simularán ataques con misiles (provenientes de
Irán, Libano y Gaza, y posiblemente Siria) al Estado judío y su
detección y neutralización en vuelo, mediante radares y escudos defensivos.
En el ejercicio, conocido bajo el nombre de Juniper Cobra 10,
participarán fuerzas combinadas del Comando Europeo de EEUU (EUCOM) y del
Ejército israelí, y se prolongará hasta el próximo 5 de noviembre, según
un comunicado del alto mando militar israelí.
El
simulacro pondrá a prueba el sistema Arrow (Jetz) para la interceptación
de misiles, el THAAD (un sistema de defensa aérea a gran altitud), una
fragata con el sistema de defensa AEGIS, así como los sistemas antiaéreos Patriot y Hawk, según apuntan medios locales.
El diario
israelí Yediot Aharonot informa que durante las maniobras se simulará el
lanzamiento de misiles de largo alcance desde países como Irán, Siria y
Líbano, y la realización de una prueba de interceptación "en vivo" de uno de
esos cohetes.
Según analistas de Washington y Tel Aviv, los temores de EEUU y del estado mayor
militar judío no se centran tanto en el contraataque sino en la capacidad
defensiva de Irán.
Si en el primer escenario, con
un ataque demoledor sobre las instalaciones militares y nucleares iraníes, no se
consiguen los objetivos de paralizar la defensa iraní y destruir los blancos
nucleares buscados, se activaría un segundo escenario con una reacción
islámica generalizada (guerra irregular o asimétrica) contra diferentes blancos de
Israel y EEUU en la región.
Miles de efectivos del EUCOM y de las fuerzas del Ejército israelí tomarán
parte en los ejercicios que comienzan, así como un número no precisado de
miembros de las unidades del Ejército de EEUU en Europa (USAREUR).
El Gobierno israelí ha notificado de las maniobras a países vecinos, mientras
que el Ejército advierte en el comunicado que "el ejercicio no es en
respuesta a ningún suceso a nivel mundial".
Pero al margen de comprobar los
sistemas de radar, la efectividad de sus misiles antimisiles y la coordinación
en tiempo real, las maniobras tienen un destinatario claro: Irán y su último
ensayo de misiles de largo alcance
Shahab 3 (ensayado hace dos semana).
Un
nuevo escenario para un contraataque iraní se plantea a partir del
ingreso en escena del misil tierra-tierra Shahab 3 (ensayado el domingo pasado),
con un recorrido de alrededor de 2.000 kilómetros, y con capacidad -según
Teherán- para alcanzar el territorio de Israel y las bases
estadounidenses en la región del Golfo Pérsico.
Pero
al margen del Shahab 3, lo que
desvela a los estrategas
y planificadores de Washington y Tel Aviv es el sistema de misiles antiaéreos
S-300 que Moscú vendió a Teherán, y cuya entrega continúa en un misterio, ya
que Rusia niega su concreción y el régimen de Irán afirma que ya están en su
poder.
El sistema S-300 es capaz de efectuar
el seguimiento simultáneo de 6 blancos y disparar contra ellos hasta 12
misiles a la vez.
A diferencia del
Patriot
estadounidense, que no puede derribar objetivos a una altura inferior a 60
metros, el S-300 es capaz de abatir aviones y misiles de crucero a cualquier
altitud, a partir de 10 metros. Otra ventaja del S-300 sobre el Patriot
consiste en el despegue vertical, factor que permite contraatacar un objetivo
procedente desde cualquier dirección sin necesidad de girar la plataforma de
lanzamiento.
El modelo Patriot tarda media hora en
ponerse en posición de ataque, mientras que el ruso S-300 lo hace en menos de 5
minutos.
¿Y qué puede pasar si los sistemas
S-300 rusos son instalados en Irán?
En primer lugar se reduciría en grados
notables la capacidad de destrucción de las usinas nucleares y de las
instalaciones militares de Irán por un ataque aéreo judeo-estadounidense, y se
crearían las condiciones para una respuesta iraní "fulminante" que
pondría a Medio Oriente en el tablero de una "guerra generalizada".
En este escenario, la operación
Juniper Cobra 10 no ensaya un ataque a las instalaciones nucleares de la
República Islámica, sino la respuesta israelí-norteamericana a una
potencial represalia iraní para el caso de un ataque combinado
por separado por parte del eje Israel-EEUU.
Protección Civil -encargada de la
retaguardia- también participará en las maniobras ensayando el rescate de
edificios alcanzados por proyectiles no convencionales.
"El objetivo de Juniper Cobra 10
es practicar la eliminación de misiles lanzados desde larga distancia", revela
la prensa israelí citando fuentes del ministerio de Defensa.Y añade: "La
capacidad que van a exhibir los radares estadounidenses nunca antes ha sido
vista en Israel".
Expertos israelíes y
norteamericanos coinciden en que si bien un ataque de Israel (o combinado con EEUU)
es capaz de producir un "severo daño" a las usinas iraníes no garantiza en
ningún caso acabar completamente con el programa nuclear o con el sistema
defensivo de Irán.
Un "éxito" de la defensa iraní
en los primeros momentos del ataque (además de posibilitar un demoledor
contraataque iraní) generaría un teatro de operaciones para el cual Washington y
Tel Aviv no están preparados.
Al margen de la supremacía
abrumante de su poder aéreo y naval, Israel y EEUU carecen de capacidad para una
guerra terrestre generalizada en Irán y el Medio Oriente, donde (además
de una guerra asimétrica contra las organizaciones islámicas) deberían
enfrentarse al aparato militar iraní (convencional e irregular) compuesto por
dos millones de efectivos movilizados y en capacidad de combate.
Este es el punto central que
explica su obsesión por neutralizar lo más posible la capacidad de un
contraataque aéreo y misilístico de Irán.