Si el populista oligárquico Manuel
Zelaya hubiese protagonizado en la década del 70 seguramente habría accedido a
la gerencia de enclave de Honduras por un golpe militar bananero impulsado
por el Departamento de Estado y el Comando Sur de EEUU.
Pero, después de treinta años,
Washington ya no controla ni domina regionalmente con la doctrina de seguridad
militar sino que lo hace con el "proyecto democracia" made in USA que
sustituyó a las dictaduras por los "gobiernos civiles" elegidos en las
urnas.
En este escenario, ya no importa
mucho la "ideología" discursiva (de "derecha" o de "izquierda") proclamada
por los gerentes políticos latinoamericanos , sino lo que importa es que
mantengan sus países dentro de la estructura del sistema capitalista y de la
sociedad de consumo y no alteren la "gobernabilidad", la "estabilidad
económica" y la "paz social" que los bancos y trasnacionales necesitan para
hacer negocios y depredar la región.
En consecuencia Zelaya, un hijo
dilecto de la oligarquía bananera hondureña, no fue derrocado por un golpe
de Estado militar tradicional sino por un golpe constitucional impulsado desde
el Parlamento y la Corte Suprema de Justicia, como el que ya sentó
jurisprudencia en Ecuador contra Lucio Gutiérrez.
Terrateniente y empresario perteneciente a la oligarquía, educado en exclusivos
colegios religiosos, José Manuel Zelaya Rosales ostentaba la presidencia (léase
gerencia de enclave) de Honduras desde el 27 de enero de 2006 con una impecable
"hoja de servicios" fiel al Imperio hasta que, por apetito de poder personal,
resolvió pasarse al bando de los presidentes "izquierdistas" liderados
por Chávez y contenidos en el proyecto ALBA.
Con look de terrateniente ranchero,
una estatura de un metro noventa, poblado mostacho, sombrero de ala ancha y botas de vaquero, Zelaya
encarna la versión hondureña de Vicente Fox, que pasó de la gerencia de
la Coca Cola a la gerencia general del Estado de México.
Su decidida apuesta por la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y su
pública condena del bloqueo estadounidense a Cuba lo convirtió en un integrante
del staff de la "izquierda" presidencialista regional integrado por
Chávez, Correa y Morales, a punto tal que el líder de la Revolución Cubana,
Fidel Castro, se deshizo en elogios y lo comparó con el chileno Salvador
Allende, derrocado y muerto en Chile por un golpe militar en la década del
setenta.
En ese marco, a Manuel Zelaya, el "Fox
centroamericano" devenido en "socialista", la declamación de una capitalismo
asistencialista para los pobres (más del 80% de los 7,2 millones de la
población hondureña) y el combate contra la "corrupción" y el "terrorismo"
(las banderas impuestas por el Departamento de Estado para toda América Latina)
le hizo sentirse con derecho a impulsar sus reelección presidencial, como ya
lo hicieron Chávez, Morales y Correa.
Si bien el gerente depuesto no alteró
ninguna de las reglas funcionales del sistema capitalista hondureño, bastó que
proclamase sus intenciones reelectivas para que encendiera la "luz
roja" entre los factores del poder local y las usinas "gusanas" del área
latinoamericana del Departamento de Estado ,que abrevan en las bases doctrinarias
de Otto Reich, quien denunció a Zelaya por "corrupción".
Los militares dieron el golpe contra
Zelaya después de que decidiera reemplazar la semana pasada al jefe del Estado
Mayor porque no quiso ayudarlo a organizar una consulta popular - declarada
ilegal por la Justicia - sobre la posibilidad de reformar la Constitución
para extender el mandato presidencial.
La aceitada maquinaria política
oligárquica hondureña, compuesta por el parlamento, el ejército y el poder
judicial, comenzó a conspirar contra Zelaya, y finalmente el domingo las fuerzas
armadas (un apéndice del Comando Sur) lo derrocaron y deportaron a Costa Rica.
¿Quién fue el autor ideológico?
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Seguidores del presidente hondureño, Manuel Zelaya, protestan en Tegucigalpa
tras su detención por parte del ejército del país. (Foto Reuters)
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Hace unos años, cuando se producía el
derrocamiento de un gobierno constitucional en el patio trasero de Washington
inmediatamente surgía la pregunta ¿Está EEUU detrás del golpe?.
E invariablemente surgía por
decantación que los presidentes derrocados habían infringido las normas de
"gobernabilidad" establecidas por Washington en la región, y
consecuentemente eran sustituidos por militares o por civiles en el gobierno.
Imposible pensar que en una región
con sus economías controladas por los bancos y trasnacionales que operan con el
lobby de las embajadas norteamericanas, con ejércitos y policías entrenados por
la CIA y el Comando Sur, con políticos y gobiernos alineados con los programas
del Departamento de Estado, los golpes de Estado se hubieran salido de la
impronta del control de Washington.
En Ecuador, por ejemplo, Lucio
Gutiérrez (el antecedente más cercano de Zelaya) fue removido por un golpe
constitucional porque no pudo controlar el caos social de los
levantamientos de la clase media contra el entonces presidente ecuatoriano.
La "luz verde" a los golpes de
Estado, por distintas razones, siempre vino de Washington, que inmediatamente
(hasta ahora) procedió a "reconocer" y legitimar a los nuevos gobiernos surgidos
de la destitución.
Pero esta vez esa norma se ha
quebrado y se da una situación curiosa: La destitución del presidente hondureño
unificó a Cuba, la OEA, los presidentes del Alba, a la Unión Europea y a
¡¡¡Washington!!! en un solo clamor: Restituyan a Zelaya y restauren la
"democracia" en Honduras.
El propio presidente imperial,
Barack Obama, condenó el golpe y lidera el movimiento internacional contra
los derrocadores de Zelaya en Honduras.
Si Zelaya, fuera de su demagógica
adscripción al Alba de Chávez, hasta ahora fue un fiel soldado del Imperio
¿Porqué derrocarlo? ¿Acaso lo derrocan a Chávez, a Correa o a Morales?
Por otra parte, el argumento
señalando que Zelaya atentaba contra la "gobernabilidad" con sus intentos de
reelección es un absurdo. Desde Lula, Uribe, y todos los presidentes de la
región promovieron y consiguieron sus reelecciones sin que se alterara la
gobernabilidad continental controlada por Washington.
Por otra parte, es impensable creer
que la estructura del poder oligárquico hondureño se "corte sola" en el hecho
consumado de derrocar a Zelaya sin contar con el aval de Washington.
Las fuerzas armadas, el poder
judicial y la clase política que sustituyeron Zelaya por un nuevo gobierno nunca
movieron un solo dedo sin consultar a las oficinas imperiales.
¿Un golpe gusano-conservador?
Soldados hondureños bloquean una de las calles
que dan acceso a la residencia del presidente Zelaya en Tegucigalpa. (Foto Reuters)
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En este escenario ronda una primera
hipótesis: El golpe de Estado contra Zelaya podría haber sido ejecutado por un
ala "gusana" del Departamento de Estado (que abreva en las posiciones de Otto
Reich y de los anticubanos de Miami), en connivencia con los sectores militares
conservadores del Pentágono influenciados por Cheney y los ultrahalcones.
Estos sectores, que siguen
controlando los resortes militares del Imperio y ejercen una influencia decisiva
en la política continental del Departamento de Estado, podrían haberse
valido de la oligarquía golpista hondureña para derrocar a Zelaya y
perjudicar la política regional de acercamiento de Obama con los presidentes del
Alba.
Obviamente, resulta impensable que
Obama y su administración que reivindican la superación del conflicto con la
izquierda gubernamental latinoamericana manden derrocar a un aliado de Chávez
por medio de un golpe militar, pasado de moda y vetusto como recurso de
control regional.
A su vez, y como coinciden los
expertos, es imposible creer que los golpistas hayan actuado sin señales de
aprobación -por parte del comando Sur y del Departamento de Estado- al golpe
que envió a Zelaya al exilio.
El derrocamiento de Zelaya ¿forma
parte de una conspiración interna estadounidense para complicar la política de
Obama en América Latina?. ¿Quién le dio la orden a los golpistas?, son
preguntas que intentan darle un hilo de conducción a la absurda asonada
constitucional-militar
contra Zelaya.
¿Un golpe conservador por
elevación contra Obama?
Algo de eso deben sospechar -o saber-
Chávez y los presidentes del Alba que se mantuvieron cautos y obviaron una
acusación abierta al "Imperio yanqui" como lo hacen habitualmente en estos
casos.
Esto, agregado al rechazo
internacional monolítico, deja a la operación golpista sin sustento.
Y es posible, que en poco tiempo (hoy
se reúne la la ONU) la trama golpista bananera que lo destituyó se vea obligada a
restituirlo en la presidencia de Honduras.
El golpe no tiene lógica ni sustento
oficial en Washington, está desfasado en el tiempo, y la película de ciencia
ficción bananera debería terminar con un final feliz.