Hay
un axioma probado por la dinámica emergente de la crisis:
Así como las potencias
centrales (con EEUU y la UE a la cabeza) son las grandes exportadoras de
crisis mundial, los bancos y empresas transnacionales imperiales son los
grandes exportadores de desocupación masiva a escala global.
En el
caso concreto de Europa, los bancos y corporaciones trasnacionales de las
potencias centrales del euro son auxiliados con subsidios y proteccionismo
estatal, en tanto que sus filiales situadas en Europa del Este no reciben esos
beneficios y en consecuencia alimentan la crisis recesiva de la región
despidiendo trabajadores y deteriorando las condiciones laborales y el poder de
consumo de las mayorías.
Este es el punto central de
discusión entre la UE y los Estados de Europa del Este que enfrentan un
colapso generalizado de sus sistemas económico-financieros y un
creciente proceso de huelgas y protestas sociales extendidas por toda la
región como consecuencia de la crisis financiera y de una aguda recesión
económica exportadas desde las metrópolis centrales europeas y estadounidenses.
Toda Europa del Este fue
infectada por el mismo virus financiero recesivo exportador de crisis
con desocupación laboral originado en Wall Street y expandido por toda
la eurozona.
Los grandes bancos de la UE
tienen US$ 1.600.000 millones de riesgo en Europa del Este y las deudas
corporativas de la UE son un 95% del PIB en comparación con un 50% en EEUU, una
preocupación creciente a medida que aumentan las cuotas de suspensión de pagos.
Según
The New York Times, “Europa
cayó aún más bajo en la recesión que EEUU en los últimos meses del año pasado". Para el
diario neoyorquino, "El sistema
bancario es insolvente, el desempleo se acelera, los ingresos por impuestos
caen, los mercados están en un estado de choque, la construcción se derrumba,
los déficits aumentan vertiginosamente y la confianza de los consumidores sufre
una masiva contracción en todo el sistema que podría salirse de control".
En resumen, la crisis recesiva
con desempleo masivo que ya azota con dureza extrema a las primeras
potencias del euro, también comienza a proyectarse con fuerza en las economías de Europa del Este
donde se registran huelgas y protestas sociales que barren con la estabilidad de
los gobiernos.
Ante el derrumbe del modelo
económico financiero los bancos y trasnacionales de las metrópolis centrales
europeas (que hegemonizan el control sobre el comercio y los sistemas
productivos de Europa del Este) descargan la crisis sobre las espaldas de
los obreros y empleados que pasan a la categoría de "desocupados".
Las turbulencias económico
financieras, sociales y sindicales ya se han llevado por delante a los Gobiernos
de Bélgica e Islandia, y comienzan a generar inestabilidad y principios de
caos social en las primeras potencias del euro, como Francia y Reino
Unido, y se proyectan con fuerza destructiva al ex bloque comunista de Europa
del Este, donde se han registrado algunas de las mayores movilizaciones y
huelgas de los últimos 20 años.
La desocupación es la matriz, el
detonante central, de la crisis que se extiende rápidamente por toda la
geografía de los ex países comunistas (algunos de los cuales integran la UE) que sufren los cimbronazos de una crisis social que amenaza con hacer estallar
a la Unión Europea.
En este escenario, el
proteccionismo económico y la xenofobia nacionalista que se expande
por Europa a medida que la crisis se hace más dura, está abriendo una nueva
brecha en las relaciones entre la vieja Unión Europea y la nueva, la que nació
hace menos de cinco años con la entrada del bloque de países del Este.
El
panorama de inestabilidad se incrementa con la cadena de anuncios de cierres
de empresas que ya han elevado el número de desocupados en la UE hasta los
17,4 millones, 1,6 millones más que hace un año.
Dentro de este contexto, la crisis
social con protestas y huelgas de las metropolis de la UE (consecuencia de
la caída del consumo y los despidos laborales) se proyectan y extienden por
toda la geografía de Europa oriental.
Los conflictos sindicales y las
revueltas sociales ya se extienden por Bulgaria, Polonia, República Checa,
Hungría y Letonia.
El presidente de turno de la UE y
primer ministro checo, Mirek Topolanek, afirmó que se llevarán a cabo reuniones,
las que se sumarán
a las del Consejo Europeo prevista para el 19 y 20 de marzo, en las
que se buscará frenar las
protestas y las huelgas, además de los focos de caos político mediante
una mejor coordinación de las medidas nacionales de cada país.
"Es una de las razones por las que creemos que hay que discutir y acabar con
todas las tensiones", afirmó Topolanek en una conferencia de prensa junto con el
presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.
Topolanek admitió que la crisis
"ha traído problemas que la UE creyó que eran del siglo pasado", entre los que
citó "reacciones xenófobas", y aceptó que la Unión se encuentra "en una
situación critica, sin precedentes en varias décadas".
Los gobiernos de Europa del Este
acusan al centralismo de la UE de "exportar" la crisis de sus empresas y
bancos a las economías de la región y de practicar un cerrado proteccionismo.
Así, por ejemplo, Francia está
concediendo préstamos y subsidios a sus fabricantes de automóviles (6.000
millones de euros), pero con la condición de que las empresas mantengan el
empleo en Francia y bajo ningún pretexto lleven parte de su producción a
República Checa, Eslovaquia y Rumania, países donde Peugeot-Citroën y Renault
tienen plantas de ensamblaje.
La medida francesa ha irritado a
los Gobiernos del Este, que sostienen que estas estas plantas subsidiarias en
sus países las que se lleven la peor parte de la crisis recesiva con un
incremento de la desocupación como efecto más inmediato.
Aparte de Francia, Suecia
también estudia medidas similares, es decir, auxilios y subsidios a sus
fabricantes a cambio de que esos recursos se reinviertan sólo en el país.
Italia, que tiene a Fiat operando
en Polonia, también ha dado incentivos al sector, mientras que Alemania -con
producción en Eslovaquia, República Checa, Hungría y Polonia- puso en marcha un
plan similar al italiano.
Como respuesta al centralismo
"proteccionista" de la UE, los países del Este han reaccionado con firmeza
frente a lo que consideran una descarga de la crisis de las potencias
centrales de euro sobre sus espaldas utilizando el nacionalismo
proteccionista y la xenofobia.
En las últimas semanas, el
fantasma del "nacionalismo económico" fue resucitado en la UE con las
huelgas y protestas en el sector energético británico contra la competencia de
trabajadores de otros países europeos.
El propio primer ministro checo reaccionó la pasada semana con dureza cuando
Nicolás Sarkozy dijo que su Gobierno no dará ayudas públicas a los fabricantes
franceses de vehículos para que luego se instalen en la República Checa.
Una de las cosas que más
molestaron al Gobierno de Francia es que Topolanek aludió a "reacciones
xenófobas" y advirtió que "algunos problemas que estaban latentes ahora son
visibles". Barroso coincidió con el primer ministro checo sobre los peligros del
auge del nacionalismo económico y se comprometió a examinar a fondo las medidas
adoptadas por París.
Para abordar este tema, la
presidencia checa de la UE ha convocado una cumbre extraordinaria para el 1
de marzo en Bruselas. Se celebrará "a puerta cerrada". Los checos, firmes
defensores del libre mercado, quieren saber qué países de entre los Veintisiete
apoyan el proteccionismo y cuales no.
La presidencia checa de turno de
la UE ha convocado, con el apoyo de la Comisión, dos cumbres extraordinarias
dedicadas a debatir medidas contra la recesión y el desempleo que azotan al
continente.
La primera se celebrará el día 1
de marzo. La reunión ordinaria del Consejo Europeo está prevista para el 19 y 20
de marzo. La segunda cumbre extraordinaria convocada por los checos se celebrará
en mayo, en una fecha aún por determinar.
El presidente de la Comisión
Europea, Jose Manuel Durao Barroso, participará en la reunión que tendrá lugar
el 1 de marzo en Bruselas, convocada por Polonia para fijar la postura común
de los jefes de Estado y de Gobierno de nueve Estados miembros del Este de
Europa, de cara al Consejo Europeo extraordinario de los líderes europeos
que tendrá lugar el mismo día para abordar la crisis económica y financiera y
las medidas que los Estados miembros están impulsando para superarla.
Según los especialistas, la
polémica sobre los subsidios y el proteccionismo centralista, y su inmediata
repercusión sobre la crisis económica recesiva que padecen los países de Europa
del Este, puede fracturar la Unión Europea y agravar las divisiones abiertas
por la desaceleración económica que ya ha derivado en una peligrosa crisis
política y social que amenaza la gobernabilidad de toda la región.
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