la semana pasada, se registró
una masiva huelga general y hubieron protestas también masivas en
Reino Unido con xenofobia incluida, donde trabajadores de una veintena de
plantas energéticas exigieron que no se contrate a extranjeros.
En Francia, se registró la mayor
protesta de los últimos años. Más de un millón de manifestantes protestaron y se
movilizaron por todo el país, exigiendo del presidente Sarkozy una acción más
enérgica para contener la sangría recesiva y el proceso de desocupación
El transporte público quedó
prácticamente paralizado, y un tercio de los profesores se mantuvieron fuera
de sus escuelas. Trabajadores de fábrica, de correos, de hospitales y muchos
otros empleados se plegaron a la huelga, y hasta participó de la protesta una parte del personal de la bolsa de París.
Otros países como España, con el
récord de desocupación de la zona del euro, e Irlanda, con las cuentas
públicas destruidas que pueden llevar el déficit al 13%, y Alemania, la mayor
economía europea, que sufre la peor recesión desde la II Guerra Mundial,
enfrentan un panorama proyectado de huelgas y conflictos sociales a corto plazo.
Grecia por su parte sufre
constantes protestas de los agricultores, que mantienen bloqueadas las
autopistas y pasos fronterizos con Bulgaria. El gobierno se encuentra entre la
espada y la pared.
"Lo que estamos viendo en Grecia no está lejos desgraciadamente de lo que
puede ocurrir en Francia",advirtió el ex primer ministro socialista francés
Laurent Fabius.
En Europa central y del este, el peligro de revueltas se visualiza como
potencialmente mayor.
En Letonia, una manifestación con
más de 10.000 personas -una de las más concurridas desde finales de los años
ochenta- desembocó en fuertes disturbios en el centro de Riga.
Ese mismo día, una protesta
de 7.000 personas en Lituania acabó también con cargas policiales. Hubo 20
heridos. Manifestaciones más pequeñas han surgido también en Bulgaria, República
Checa y Hungría. "No hay un perfil homogéneo de los que protestan, aunque les
une su negativa a ser politizados", dice Vessela Tcherneva, analista del Consejo
Europeo de Relaciones Exteriores en la oficina de Sofía.
La crisis ya se llevó puesto al
primer ministro belga, Yves Leterme, que fue el primero en caer a consecuencia
de la crisis del banco Fortis, y dimitió el pasado 19 de diciembre.
Le siguió los pasos el gobierno
islandés del conservador Geir H. Haarde, que no pudo resistir la presión
ciudadana por el hundimiento de los bancos y la economía de su país, que este
año caerá el 9,7%, y presentó su dimisión hace una semana, acorralado por
las protestas y las huelgas.
La recesión simultánea por la que
atraviesan EEUU, Europa y Japón amenaza con ser la peor desde la II Guerra
Mundial, según un informe del Banco Mundial, y pone en
evidencia el
entrelazamiento existente entre las economías desarrolladas en crisis (EEUU-UE-Japón)
con las emergentes (China-India-Rusia-Brasil).
EEUU, Europa y China (a las
que habría que agregar Japón), las tres economías directrices y vertebrales del
sistema capitalista, ya padecen, en distintas escalas, una crisis
recesiva que puede conducir a una debacle en cadena de todo el modelo económico
globalizado regente.
En este escenario, la desocupación
(como inmediato emergente de la desaceleración económica) es el factor
desencadenante que unifica las protestas y los conflictos sociales tanto en
Europa Occidental como en Europa del Este, donde los gobiernos y procesos
institucionales -como señalan los analistas- comienzan a correr serios riesgos.
Dentro de este cuadro, la Unión
Europea ya encendió un alerta general para detener un proceso que los expertos
proyectan como una luz roja para la futura gobernabilidad de la región.
Con ese objetivo, la Unión Europea
celebrará dos nuevas cumbres, el 1 de marzo y en una fecha por determinar en
mayo, en un intento por evitar que las tensiones creadas por las medidas de
algunos países para neutralizar los conflictos y acabar con la crisis
terminen generando un proceso de inestabilidad política entre los
Veintisiete.
El presidente de turno de la UE y primer ministro checo, Mirek Topolanek, afirmó
que las reuniones, que se sumarán al Consejo Europeo previsto para el 19 y 20 de
marzo, buscan frenar las protestas y las huelgas, además de los focos de
caos político mediante una mejor coordinación de las medidas nacionales de
cada país.
"Es una de las razones por las que creemos que hay que discutir y acabar con
todas las tensiones", afirmó Topolanek en una conferencia de prensa junto con el
presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.
Topolanek admitió que la crisis
"ha traído problemas que la UE creyó que eran del siglo pasado", entre los que
citó "reacciones xenófobas", y aceptó que la Unión se encuentra "en una
situación critica, sin precedentes en varias décadas".
El proteccionismo económico
que se expande por Europa a medida que la crisis se hace más dura, a su vez está
abriendo una nueva brecha en las relaciones entre la vieja Unión Europea y la
nueva, la que nació hace menos de cinco años con la entrada del bloque de países
del este.
La reciente huelga contra los
trabajadores extranjeros en Reino Unido fue un torpedo contra los cimientos del
proyecto político de la Unión Europea. A partir de entonces, se profundizaron
las medidas adoptadas por algunos Estados para proteger sus bancos e industrias,
especialmente en el sector del automóvil.
Al temor por las huelgas y
protestas se suma la xenofobia como un factor de "alta preocupación" que
echa gasolina al panorama social explosivo agravado por la desocupación y la
inestabilidad laboral.
En las últimas semanas, el fantasma del "nacionalismo económico" fue
resucitado en la UE con las huelgas y protestas en el sector energético
británico contra la competencia de trabajadores de otros países europeos.
El propio primer ministro checo reaccionó la pasada semana con dureza cuando
Nicolás Sarkozy dijo que su Gobierno no dará ayudas públicas a los fabricantes
franceses de vehículos para que luego se instalen en la República Checa.
Topolanek admitió que la crisis
"ha traído problemas que la UE creyó que eran del siglo pasado", entre los que
citó "reacciones xenófobas", y aceptó que la Unión se encuentra "en una
situación critica, sin precedentes en varias décadas".
Evitar que se extienda el clima de revueltas populares y movilizaciones de
protesta será uno de los principales objetivos de la cumbre de jefes de Estado o
de Gobierno de la UE que se celebrará en marzo.
El panorama de inestabilidad se
incrementa con la cadena de anuncios de cierres de empresas que ya han
elevado el número de desocupados en la UE hasta los 17,4 millones, 1,6 millones
más que hace un año.
Según, Poul Nyrup Rasmussen,
presidente del Partido de los Socialistas Europeos:"Europa debería tomar nuevas
y excepcionales medidas para evitar la pérdida de 3,5 millones de empleos
previstos para este año". La Organización Internacional del Trabajo pronosticó
la pérdida de 51 millones de empleos en todo el mundo.
En este escenario, la crisis social
con protestas y huelgas (consecuencia de la caída del consumo y los despidos
laborales) ya se perfila como un emergente de la crisis recesiva- laboral
y se sigue extendiendo
peligrosamente por toda la geografía europea.
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