En
ese contrasentido original, alimentado por el "doble discurso" capitalista,
se explica que Barack Obama, el presidente del
Imperio militar (y criminal) más poderoso de la historia, haya sido premiado y erigido como el
representante universal de la paz sin ningún análisis crítico
por parte de la prensa internacional.
Pero hay algo más: Desde su
instauración en 1901, el Premio Nóbel de la Paz fue conferido tanto a
investigadores de ciencias sociales y humanísticas, a militantes y luchadores de
causas filantrópicas y de derechos humanos, como a personajes procedentes del
más oscuro riñón de las guerras y matanzas capitalistas por la conquista y
depredación de países a escala planetaria.
En su historial más reciente, el
Premio Nóbel de la Paz junta en su lista de beneficiados a personajes como la
Madre Teresa de Calcuta (dedicada a la ayuda a los pobres), y a la Cruz
Roja Internacional (institución dedicada a la asistencia mundial), con Henry A. Kissinger,
ex secretario de Estado USA, que diseñó y mandó ejecutar los sangrientos golpes
de Estado militares setentistas en América Latina, o Isaac Rabin y
Menajem Beguin , responsables sionistas de masacres metódicas del pueblo
palestino provocadas por el Estado de Israel.
Curiosamente (y también como un
contrasentido), el Financial Times, el vocero más influyente del sionismo
financiero europeo se preguntaba el viernes: "¿Es el Nóbel de la Paz, el que menos sentido
tiene de todos? Desde luego, es el más controvertido. La sola idea de un
premio de la paz que lleva el nombre del empresario que inventó la dinamita e hizo
una fortuna como vendedor de armas, Alfred Nóbel, es ligeramente paradójica".
"¿Quizás Nóbel creó un premio de
la paz como una manera de atenuar su carrera de "mercader de la muerte?",
añade el financiero británico.
"Los que critican el galardón -apunta
el Financial- aseguran que al premiar regularmente a toda una serie de
personajes de dudosa catadura moral, el premio ha mantenido el verdadero
espíritu de Nóbel, aunque de forma inintencionada".
Alfred Nóbel nació en Suecia, en una familia de ingenieros.
A los nueve años de
edad su familia se trasladó a Rusia, y pasó gran parte de su juventud en San
Petersburgo, donde su padre instaló una fábrica de armamento.
Regresó a Suecia en 1863, y
acumuló una enorme riqueza con sus patentes e invenciones en el campo de los
explosivos, que luego fueron utilizados como armas de destrucción masiva en
los campos de batalla de las guerras intercapitalistas de los siglos XIX y XX.
En 1863 Nóbel consiguió controlar
mediante un detonador las explosiones de la nitroglicerina (inventada en 1846
por el italiano Ascanio Sobrero), en 1865 perfeccionó el sistema con un
detonador de mercurio, y en 1867 inventó la dinamita, un explosivo
plástico resultante de absorber la nitroglicerina en un material sólido poroso
(tierra de infusorios o kieselguhr).
La industrialización y
comercialización de los descubrimientos de Nóbel (utilizados militarmente
como instrumentos de matanzas masivas), además de proporcionarle una fortuna
estimada antes de su muerte en 33.000.000 coronas, despertaron fuertes
críticas, y causaron la muerte de uno de sus hermanos, Emilio Nóbel, en
uno de sus experimentos explosivos.
Según dicen sus biógrafos, abrumado por las "culpas",
antes de su muerte, Nóbel
resolvió fundar una sociedad filantrópica –la Fundación Nóbel–, creada en 1900
con la misión de otorgar una serie de premios anuales a las personas que más
hubieran hecho en "beneficio de la Humanidad" en los terrenos de la
física, química, medicina, fisiología, psicología, literatura y la paz mundial,
que ha partir del año 1969 también fueron extendidos a la economía.
El Premio Nóbel de la Paz es
el más importante de los cincos galardones Nóbel que se le otorga a
una persona o institución, y por ende es la distinción internacional más
influyente y valorada como una de las más altas escalas de prestigio dentro del
sistema capitalista a escala planetaria.
Este premio, teóricamente, se le entrega
"a la persona que haya trabajado más o
mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de
los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz",
según el propio testamento de su creador.
Más allá de sus postulados fundantes
(premio a los que luchan por la paz y la fraternidad internacional),
históricamente la distinción fue conferida muchas veces a
personajes que se situaban en las antípodas de lo que dice representar el Premio
Nóbel de la Paz.
El viernes, el presidente de EEUU,
Barack Obama, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en forma
sorpresiva, ya que no se encontraba entre los favoritos en el ranking
y apenas lleva nueve meses en la gerencia política del Imperio más poderoso del
mundo.
El presidente de EEUU, Barack Obama,
ganó el Premio Nobel de la Paz 2009 "por estimular el desarme nuclear,
por sus extraordinarios esfuerzos por reforzar la diplomacia internacional y la
cooperación entre los pueblos", expresó el Instituto Nóbel de Noruega
fundamentando la decisión.
Según el instituto que otorga el galardón, el
presidente imperial de turno ha generado un "clima nuevo para la política
internacional. Gracias a sus esfuerzos, la diplomacia multilateral ha
recuperado su posición central y ha devuelto a las Naciones Unidas y otras
instituciones internacionales su papel protagonista".
"La visión de un mundo sin armas nucleares ha estimulado el desarme y las
negociaciones para el control de armamento. Gracias a la iniciativa de Obama,
EEUU está desempeñando un papel más constructivo para hacer frente a los retos
del cambio climático que afronta el mundo", añade el Instituto Nóbel.
El Instituto olvidó mencionar un
"detalle": Barack Obama es el presidente de la superpotencia
militar que ocupa Irak y Afganistán a sangre y fuego, está en el centro
protagónico de todos los conflictos militares imperiales que funcionan en
el planeta, promueve y ejecuta constantes masacres de civiles y de población
sobrante en Asia, África y América Latina, y cuenta con más de 800 bases
militares y cinco flotas nucleares para someter al mundo no precisamente con las
consignas pacifistas del Mahatma Ghandi.
Pero ese "detalle", no es materia de
discusión o análisis para la prensa internacional que derivó la polémica en una
pregunta básica: ¿Hizo lo suficiente Obama para merecer el Premio Nóbel de la
Paz?.
La pregunta (tanto como el
otorgamiento del premio) a su vez se divide en un desdoblamiento
esquizofrénico entre lo que dice Obama (sus discursos) y lo que hace Obama
(sus decisiones efectivas al frente de la Casa Blanca imperial).
De esta manera, obviando la
realidad de Obama como presidente de los EEUU (y por ende comandante en jefe
de sus fuerzas de ocupación militar en todo el mundo) el instituto Nóbel puede
conferirle el máximo galardón de la paz
"por estimular (a través del
discurso) el desarme nuclear,
por sus extraordinarios esfuerzos por reforzar la diplomacia internacional y la
cooperación entre los pueblos".
"¿Por qué debería recibir Obama el Nóbel de la Paz mientras su país posee el
mayor arsenal nuclear del mundo y sus soldados siguen derramando sangre inocente
en Irak y Afganistán?", se preguntó lógicamente un representante de
Hamás en declaraciones a Reuters.
La
Guerra y la "Paz"
Pero el pensamiento lógico y el sentido
común no gravitan ni cuentan dentro del "doble discurso" (la
realidad y el mensaje no se tocan) establecido como regla funcional de la
política internacional y de los medios de comunicación del sistema capitalista
nivelado como "mundo único" a escala global.
Hace
casi nueve meses, con el acceso de Barack Obama a la presidencia de EEUU, se
desarrolló una campaña mediática destinada a hacer creer a las mayorías
mundiales que la primera potencia capitalista imperial, empantanada en Irak y
Afganistán, con su sistema financiero pulverizado por la crisis y por una
recesión económica de efectos imprevisibles, se podía recrear a sí misma
generando nuevas expectativas y cambios "democráticos" de su política
imperial a nivel mundial.
Obama, un orador consumado, se encargó de alimentar esta expectativa generando
con sus discursos públicos el escenario mediático de un EEUU "multilateral,
democrático y dialoguista" en oposición al EEUU "unilateral, autoritario y
guerrerista" dejado por las políticas militaristas de George W.Bush.
Este
"nuevo sueño americano" expresado en sus discursos estalló y se hizo
trizas cuando Obama, después del 20 de enero, comenzó a gerenciar (en forma
efectiva) las políticas imperialistas del estado USA desde la Casa Blanca.
Durante sus primeros 90 días de gobierno, y mientras reafirmaba en sus discursos
la "renuncia de EEUU a su rol de potencia imperial dominante", Barack
Obama decidió profundizar la ocupación militar enviando más tropas a
Afganistán, elevar el presupuesto militar estadounidense a niveles récord, e
imponer (a través del G-20 y el FMI) un nuevo plan de endeudamiento para hacer
pagar la crisis financiera imperial a los pueblos de Asia, África y América
Latina.
La reforma de salud proyectada por
Obama (su caballito de batalla electoral) agoniza, y aviva el conflicto
interno entre demócratas y republicanos que había tenido su primer detonante
con el golpe de Estado en Honduras, que dividió al Imperio en un línea de
apoyo al presidente derrocado (Zelaya) desde la Casa Blanca, y otra de claro
sostenimiento del gobierno golpista por parte del Pentágono y de los
republicanos conservadores
En el frente externo, la decisión de
continuar la guerra contra el "terrorismo" (implantada como lógica de
dominación militar y de conquista de mercados), la escalada militar y las
masacres de civiles en Pakistán y Afganistán, la vuelta atrás en la
investigación de las torturas de la CIA, la aplicación de las mismas políticas
de Bush en Irán, en el Cáucaso y en Medio Oriente, la restauración de los
juicios militares a "terroristas", y la re-militarización de América Latina, señalan
con claridad
la gestión imperial de Obama en la Casa Blanca.
De
acuerdo con lo que muchos ya llaman la "nueva doctrina Obama" (que en
realidad es la vieja doctrina Bush), Washington sigue impulsando sus políticas
de posicionamiento militar orientadas a controlar mercados y fuentes de energía
y de recursos naturales en Asia, África y América Latina.
Los sucesivos fracasos para imponer
sus programas, tanto en política interna como externa, golpearon con dureza su
imagen pública que bajó 20 puntos en nueve meses de gestión, mientras que las críticas (por distintas razones) a su gestión
llueven tanto desde el sector republicano como desde el Partido Demócrata, cuyos
principales líderes también lo cuestionan por la falta de resultados de sus
decisiones.
La
respuesta a estas políticas la dieron las encuestas:
Mediciones de Gallup y de Zogby
Interactive revelan que el presidente sólo cuenta ahora con menos del 50% de
aprobación popular. Obama viene precipitándose en una pronunciada caída desde
que ingresó a la Casa Blanca con un espectacular apoyo del 70% de la opinión
pública.
Tres claves
signan el derrumbe de Obama en las encuestas: La crisis económica, los pantanos
(con masacre) de Irak y Afganistán, y el rechazo que produce en la opinión
pública estadounidense los diferentes frentes de ocupación militar y
despliegue de tropas que el Imperio mantiene a lo largo y a lo ancho del planeta,
principalmente en Medio Oriente, Asia y África.
Curiosamente, el presidente del
Comité Nóbel Noruego, Thorbjorn Jagland, justificó este viernes la concesión del
Nóbel de la Paz a Barack Obama, por lo que ya "ha hecho" en los nueve meses
que lleva en el cargo y no "por lo que pueda ocurrir.
En este escenario, la institución
filantrópica creada por el fabricante de armas vino (imprevistamente) en su
auxilio otorgándole el Premio Nóbel de la Paz, en un momento que el presidente
imperial sufre un colapso generalizado de su agenda de política local e
internacional.
Más que a una "sorpresiva" decisión, el
otorgamiento del galardón parece responder a una estrategia: Legitimar la "Paz" ( lo
que dice Obama en sus discursos), para tapar la Guerra (lo que hace Obama
como administrador de la Casa Blanca imperial).
Un objetivo, que a esta altura del
colapso (generalizado) que padece USA, aparece como una misión imposible.
******
(*) Manuel Freytas es periodista, investigador,
analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación
estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados en la Web.
Ver sus trabajos en
Google y en
IAR Noticias