De esta manera, y a partir de la
administración Bush, se produjo la nueva inserción operativa nivelada de las fuerzas armadas, las
policías y los servicios de inteligencia regionales en la estrategia de
"guerra contra el terrorismo", combate contra el "narcotráfico" y
el "crimen organizado", de acuerdo con planes operativos e hipótesis de
conflicto elaborados por el Comando Sur (Pentágono) y la CIA (inteligencia
exterior USA),
instrumentados mediante convenios militares y económicos de los gobiernos con Washington.
Sobre la base de esta nueva hipótesis
de conflicto regional, todos los ejércitos y policías regionales participan (desigual y
combinadamente) de ejercicios militares periódicos con las fuerzas del
Comando Sur, y sus oficiales, tanto de nivel intermedio como de estado
mayor, son entrenados por expertos militares y de inteligencia de EEUU.
Aunque no
participan de ningún ejercicio militar conjunto con el Comando Sur, las fuerzas
armadas, la policía y los servicios de inteligencia de Venezuela se integran
al marco operativo de la guerra contra el "narcoterrorismo" y el "crimen
organizado", establecidos como la única hipótesis de "enemigo regional", a
partir de su elaboración estratégica por la DEA, la CIA, el FBI y el Comando Sur
de EEUU.
En otras palabras, ningún ejército ni policía de los países que integran UNASUR
cuentan con una hipótesis autónoma de conflicto con un "enemigo propio",
sino que se movilizan doctrinaria y operativamente en los marcos de la la
"guerra contraterrorista" que EEUU utiliza como argumento de sus
estrategia de control geopolítico y militar de la región.
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Todos los ejércitos y policías
de los países sudamericanos, sin excepción (salvo Cuba), se alinean actualmente en las
hipótesis de conflicto diseñadas por el Comando Sur para toda la región. En el centro de la imagen, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet. |
La estrategia del control militar con la "guerra contraterrorista" actúa como el
sustento clave
de la
dominación económica, política y social de EEUU en América Latina.
En este
escenario,
cualquier investigación objetiva (y
realista) sobre el proceso de desarrollo de la actividad militar y de los
aparatos de seguridad de América Latina arroja invariablemente la siguiente
confirmación: Los ejércitos, las policías y los
servicios de inteligencia de los países regionales (salvo Cuba, y parcialmente
Venezuela)
mantienen (en diversos grados de desarrollo) relaciones de cooperación militar,
entrenamiento, provisión de armas y de tecnología con el Comando Sur de EEUU.
De acuerdo con los propios informes del Comando
Sur, oficiales latinoamericanos (tanto militares, como de seguridad e
inteligencia, desarrollan cursos de "especialización" en más de
100 instituciones militares y de inteligencia de EEUU.
Prácticamente, todos los oficiales de estado mayor que hoy comandan los
ejércitos y las policías de la región (salvo Cuba) recibieron formación
militar y doctrinaria en EEUU, como parte de los convenios establecidos entre
Washington y los países en el marco de la guerra contra el "narcoterrorismo".
El
objetivo principal de estos cursos de especialización se orienta a
"desnacionalizar" ideológicamente a los militares de los países del continente,
y a formarlos bajo presupuestos operativos y doctrinarios funcionales a los planes
USA de control militar estratégico de América Latina.
Para que
se entienda: Salvo Cuba, las fuerzas armadas y policías de América Latina
carecen de doctrina, de estrategia y de hipótesis de conflicto propios (de
Estado nacional), sus comandos se subordinan a las estrategias operativas
"contraterroristas" diseñadas por el Comando Sur, y sus oficiales abrevan en
doctrinas y entrenamientos funcionales a los planes del control militar de EEUU
en la región.
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Marines de EEUU en
tierras sudamericanas. |
En suma, ninguna fuerza armada
regional (salvo Cuba) mantiene una posición independiente ni sustenta una
hipótesis de conflicto alternativa al decálogo militar y doctrinario de
Washington en América Latina.
Tomadas
desde otro ángulo, las fuerzas armadas continentales (de la misma forma que los
gobiernos regionales) son estructuras cipayas, entrenadas, armadas y
controladas por la maquinaria militar del Imperio estadounidense.
Funcionalmente, son satélites operativos del Comando Sur.
En el marco de estos convenios de
"cooperación militar" (en la lucha contra el narcoterrorismo y el crimen
organizado) , el Comando Sur, la CIA, el FBI, la DEA, y otras agencias USA,
mantienen delegaciones en las fuerzas armadas, policías y servicios de
inteligencia de todos los países (salvo Cuba, parcialmente Venezuela).
De estos programas de inserción a la estrategia militar de EEUU, no están
exentos -paradojalmente- los propios países de UNASUR que hoy (por derecha y por
izquierda) critican y rechazan en una actitud farsesca la instalación de nuevas bases militares de EEUU en Colombia.
En
términos de la realidad concreta y verificable, resulta absurdo, carece de
sentido, que una cumbre de gobiernos alineados funcionalmente a la
estrategia militar de EEUU en la región, se reúna para criticar y alertar sobre
el "peligro militarista" que entraña la presencia de tropas
estadounidenses en Colombia.
La prensa
y los analistas del sistema, encubridores sistemáticos de la estructura
cipaya de dominación imperial en la región, presentan dramáticamente la
cumbre como la búsqueda de resolución de un conflicto entre Colombia y Venezuela
a raíz de los convenios militares Bogotá-USA.
Que los países de UNASUR, entre los que sobresalen Chile (aliado militar explicito y
privilegiado de EEUU), Brasil (socio regional estratégico de EEUU), Argentina (con
su FFAA y policía asimiladas totalmente al Comando Sur), se reúnan para discutir
el "peligro militar" de EEUU en la región, es un absurdo que no resiste
ningún análisis.
Sólo se
trata de una puesta en escena, de un show mediático para entretener a
incautos e ignorantes (incluidos periodistas y analistas) que desconocen como
funciona la estrategia y la maquinaria totalizada de dominación imperial en
América Latina.