El líder venezolano volvió a
insistir en que "viene una escalada bélica y militar" que tiene en la
mira recursos naturales como el petróleo, la Amazonia y las fuentes hídricas.
"Estamos en el número uno de la lista. Somos el primer blanco del Imperio,
usando Colombia y las bases de Aruba y Curazao. Nos están rodeando", afirmó.
En su programa Aló presidente el
líder bolivariano insistió en que Washington debe retirar sus bases en
América Latina. "Obama, no le estamos pidiendo que intervenga en Honduras. Todo
lo contrario. Le estamos pidiendo que retire el imperio su mano de Honduras y
que retire el imperio sus garras de América Latina", dijo Chávez, en réplica
a las recientes declaraciones de Obama cuando consideró una "hipocresía" que los
mismos líderes que critican a EEUU por no hacer todo lo posible en Honduras
son los que les piden que se vaya de América Latina.
Asimismo, Chávez dijo que Colombia se
estaba convirtiendo en la Israel de América Latina por su relaciones con Estados
Unidos. "Washington viene a sembrar cizaña entre Colombia y Venezuela", sostuvo.
"¿Cómo voy a confiar yo más en el presidente de Colombia? No puedo.
Lamentablemente en el caso de Colombia y Venezuela lo han logrado", aseguró
Chávez, al rechazar una oferta de acercamiento del mandatario de Bogotá.
Al final de ese tramo del programa, Chávez reiteró sus planes
de "incrementar
el pie de fuerza de Venezuela" a través de "las milicias bolivarianas" y
la modernización del armamento.
Las palabras de Chávez, más allá del
escenario regional, adquieren especial relevancia frente a su agendado viaje a
Moscú que él mismo anunció para el próximo mes de septiembre.
Una delegación venezolana liderada
por el vicepresidente Ramón Carrizales ya se reunió en Moscú con las autoridades
rusas para forjar nuevos acuerdos de cooperación energética y militar y
preparar la agenda de Chávez en su visita a Moscú.
"Ahora", cuando Venezuela se
encuentra "en la mira del imperio", "hay razones de mucho más peso para acelerar
los planes de cooperación con los países aliados en lo estratégico", dijo Chávez
el domingo.
Para algunos analistas de la prensa estadounidense, este intento de estrechar
los lazos entre ambos países, podría servir a Venezuela para lanzar un mensaje:
Está dispuesta a dar mayor protagonismo militar a Rusia en América Latina.
Por su parte, tras
años de mostrarse cauteloso en sus relaciones con la región, Moscú parece
haber cambiado su estrategia en América Latina tras la guerra de Georgia,
en agosto de 2008, y luego de la instalación de escudos antimisiles por
Washington en Polonia y la República Checa.
Mediante un contraataque militar
fulminante tras la invasión de Georgia, en agosto del año pasado, Moscú concretó cinco
jugadas claves: Consolidó un dispositivo de control militar (por aire, mar y
tierra) sobre Georgia, dividió al Consejo de Seguridad de la ONU, desafió
y quebró la supremacía de la OTAN, reconoció la independencia de Abajasia
y Osetia del Sur, y creó un peligrosa fisura en la alianza USA-UE
negociando un acuerdo por separado con las potencias del euro valiéndose de la
dependencia europea del petróleo y el gas ruso como armas estratégicas.
Pero la ofensiva rusa no se terminó
en el Cáucaso: El Kremlin (en una inagotable capacidad de movidas tácticas) se
proyectó hacia adelante y lanzó un desafío militar a Washington en su propio
patio trasero, en noviembre pasado, impensable antes del conflicto del Cáucaso.
Con Chávez como punta de lanza, Moscú
anunció, luego de la guerra del Cáucaso, los ejercicios navales conjuntos con
Venezuela que se realizaron a fin del año pasado en el Mar Caribe, que los
analistas interpretaron como el principio de un escenario de "guerra fría" en
América Latina.
El aterrizaje previo de dos
bombarderos nucleares en Venezuela, fue interpretado como que el Kremlin ya
está dando una respuesta a la "nuclearización" del ex espacio soviético
en Europa del Este iniciado con el acuerdo de EEUU y Polonia para instalar un
escudo atómico que amenaza la seguridad de Rusia.
¿La nuclearización del Caribe en
respuesta a la nuclearización del espacio post-soviético?
La "cumbre" Medvédev-Chávez, a fines
del año pasado, formó parte del decorado de una estrategia
para integrar a Chávez como nuevo jugador en el tablero de la "guerra fría"
Washington-Moscú, donde América Latina y la región petrolera del Caribe se
convierten en un nuevo posible escenario de la guerra por el control de la
energía entre Rusia y EEUU.
Según la BBC, con estas maniobras
conjuntas y la visita de Dimitri Medvedev, Rusia quiso demostrar que si EEUU
puede operar cerca de las fronteras rusas, Moscú puede hacer lo mismo en una
región considerada por los estadounidenses como su "patio trasero".
A fines de noviembre Chávez recibió
en Caracas al presidente ruso, Dimitri Medvédev, en carácter de "gran aliado
estratégico" mientras la flota rusa realizaba su primer ejercicio militar
con la armada de Venezuela.
La agenda rusa en el continente
incluye desde acuerdos comerciales y ventas de armas hasta planes de instalación
de programas y usinas nucleares. Las operaciones rusas en América Latina todavía
no han recibido una respuesta concreta de Washington, que permanece en "silencio
de radio".
De esta manera, y con Chávez y Cuba
como aliados estratégicos, Moscú abrió un frente de la guerra energética
en América Latina. Mientras controlaba militarmente el vital oleoducto BTC
en Georgia, la dupla Medvédev-Putin conservó la ofensiva y le asestó un
nuevo golpe de efecto a la hegemonía imperial de EEUU enviando barcos y
bombarderos nucleares a Venezuela.
Los halcones judeo-estadounidenses
del Pentágono y del Departamento de Estado
(que manejan las políticas militares y las hipótesis de conflicto externo de
Washington) no miran ni analizan a Chávez desde una perspectiva
exclusivamente latinoamericana.
El presidente venezolano mantiene una
alianza estratégica (de orden comercial y militar) tanto con Irán como con Rusia
y China, potencias capitalistas emergentes que compiten con el eje USA-UE por el
control de las redes energéticas y las reservas petroleras del triángulo Eurasia-Cáucaso-Medio
Oriente, en una versión aggiornada de la "guerra fría" por áreas de influencia,
esta vez protagonizada a niveles intercapitalistas.
En el decálogo analítico (cerrado y
prehistórico) de los halcones del Pentágono y del Departamento de
Estado USA, tenerlo a Chávez en Venezuela, es como tenerlo a Ahmadineyad
controlando el petróleo de Venezuela.
En este escenario, y dentro de una
creciente escalada del conflicto con el gobierno de Uribe, esta vez se
interpreta la visita de Chávez a Rusia como una respuesta directa a la
re-militarización de Colombia por parte de EEUU, y una búsqueda de
alternativa por parte del presidente bolivariano interpreta como una "amenza
directa" a Venezuela.
En América Latina, la opinión
generalizada es que Washington se toma muy "en serio" las movidas rusas
de infiltración en su patio trasero, ya sea por medio de la venta de armas o de
las alianzas comerciales, a las que en noviembre pasado se agregó la
presencia de la flota rusa en el Caribe.
La reactivación de la IV Flota USA
patrullando aguas latinoamericanas fue una señal clara -dicen expertos
regionales- de que EEUU está lanzando una señal preventiva a quienes se
atrevan a poner los pies sobre los recursos estratégicos de la región (petróleo,
agua potable y biodiversidad) que considera como suyos.
En ese escenario, el Pentágono y el Departamento de
Estado ven como "potencial peligro" (con posibles ramificaciones en otros
países) el desembarco comercial-militar del eje Rusia-China-Irán en América
Latina utilizando a Venezuela como plataforma.
En su estrategia, Rusia abarca desde
Brasil a Argentina, pero sus principales pilares son Venezuela y Cuba, con los
que ha formado un triángulo para "debilitar la influencia norteamericana",
afirma Vladímir Simago, vicepresidente del consejo empresarial ruso-venezolano.
El presidente venezolano visitó dos
veces Rusia en 2008, donde suscribió acuerdos estratégicos con Moscú, y el
presidente, Dmitri Medvédev, le respondió viajando a Venezuela para un encuentro
histórico con Chávez.
Se trató -señalaban analistas rusos-
de una jugada demostrativa de que Moscú resolvió elevar la apuesta de su
desafío militar llevándola al propio "patio trasero" de Washington.
Hay un
precedente inmediato que vuelve a resurgir con la nueva visita del presidente
venezolano a la capital rusa: La instalación de la base militar rusa en
Venezuela que Chávez anunció en su última visita a Moscú (en el 2008) y que
luego hubo de desmentir ante la reacción que generó en Washington.
En su visita a Moscú para comprar
armas, en julio de 2008, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ofreció a Rusia
una alianza estratégica en materia de petróleo y de cooperación militar.
Según las agencias rusas, el
presidente de Venezuela propuso a Rusia la instalación de bases militares de
apoyo en territorio de Venezuela.
Pero Chávez, según la agencia RIA
Novosti, fue más allá, y dijo : "si algún día una flota rusa llega por el
Caribe, izaremos banderas, tocaremos tambores... porque sería la llegada de un
amigo, que llegaría a dar la mano, sería la llegada de un aliado nuestro. Rusia
se ha convertido hoy en uno de nuestros más grandes aliados en todo el
planeta... ".
Este es el escenario más temible que
se le recrea a Washington con el anuncio de Chávez de una profundización de
su alianza estratégica con Rusia en septiembre.
Bases
militares con presencia de tropas rusas en Venezuela (aunque solo fuese como
movida "disuasiva"), se presenta como la respuesta más lógica frente a a la
militarización USA (presentada como hecho consumado) en Colombia.
Chávez ya lanzó la señal por
anticipado: "Vientos de guerra comienzan a soplar".