La asociación beneficiosa entre la
"izquierda civilizada" y el establishment del poder capitalista es obvia: el
sistema (por medio de la izquierda) crea una "alternativa de gobernabilidad" a
la "derecha neoliberal", y la izquierda (y los izquierdistas) pueden acceder al
control administrativo del Estado burgués sin haber hecho ninguna revolución.
Y nació el distintivo axiomático que guía a los gobiernos "progresistas" en la
región: hacer discursos con la izquierda y gobernar (con y) para los intereses
de la derecha.
Cualquier "tercera posición"
frente a esta alternativa dualista es descalificada inmediatamente como
"conspirativa - infantilista": Fuera del espacio de la "izquierda" o de la
"derecha" (la antitesis oficial aceptada) sólo existe la crítica
"sin propuestas y sin trinchera", como califican los teóricos "progresistas" a
la posición de los que definen a la izquierda y a
la derecha como alternativas de lo mismo dentro del sistema capitalista.
En resumen, los que no toman partido
por la "izquierda" o por la "derecha" (aunque combatan y denuncien al sistema
capitalista) son "conspirativos" y están (como los marginales y expulsados del
sistema capitalista) excluidos del mercado de las ideas y creencias aceptadas.
¿Es malo ser de "izquierda" y
proponer un capitalismo asistencialista de rostro más "humanizado?.
Para nada: Lo malo es pertenecer a la
izquierda asimilada al capitalismo (el "progresismo" democrático capitalista), y
simular una pertenencia a la izquierda anticapitalista revolucionaria
(enemiga excluyente del sistema capitalista).
Lo alienante (y más allá de las
posibilidades de existencia que hoy tendría) es hablar de una "revolución de
izquierda", cuando claramente la izquierda (salvo excepciones minoritarias)
se ha convertido en la más férrea defensora de la "democracia", la
"paz" y el "orden constitucional", los pilares esenciales
de la "gobernabilidad" del sistema capitalista.
Lo alienante (y engañoso), es hablar
con el discurso de izquierda, y ejecutar a rajatabla los programas operativos
(económicos, políticos, militares y sociales) del Imperio capitalista como hace
la "izquierda gubernamental" en América Latina y en el resto del mundo.
¿Y para qué le sirve a Washington
esta izquierda asimilada en América Latina?
Reorientemos la pregunta:
¿Porqué el Imperio capitalista
estadounidense (no obstante la inserción probada de la izquierda dentro del
"sistema") sigue considerando a la izquierda como el "enemigo número uno"
de su sistema de dominio en América Latina?.
Hay un
precepto estratégico (de naturaleza maquiavélica) que sostiene que para
evitar que surja un enemigo real que ponga en peligro el sistema de poder
vigente, es preciso inventar un "enemigo de paja", controlable e
inofensivo, al que se presentará como si fuese el enemigo real, o la
"principal amenaza" al sistema.
Hay que
inventar un enemigo falso, inofensivo y controlable, que opaque y
reste protagonismo al enemigo real que puede presentarse en cualquier
momento.
En el
actual sistema de dominio regional controlado por Washington, la estrategia con
el "enemigo de paja" tiene como objetivo principal "desactivar" los
conflictos sociales y las luchas populares (naturalmente violentos y
"antisistema") y encauzarlos por caminos "pacíficos" y meramente "reclamativos",
a través de su inserción en el "sistema democrático" controlado por
Washington y el establishment económico en la región.
Ese es
el rol concreto que cumplen la izquierda y los gobiernos "revolucionarios"
integrados al capitalismo, cuya función principal es la de asimilar dentro de
reglas "democráticas" los conflictos sociales que, de otra manera,
romperían el orden vigente y pondrían en peligro los negocios (hoy en "paz") de
las transnacionales y bancos capitalistas en América Latina.
Lavar a
la izquierda de su cara anticapitalista y revolucionaria, desviar las
luchas y conflictos sociales por caminos pacíficos y "reclamativos", integrar
los reclamos del dominado al "sistema democrático", y evitar que grupos de
resistencia revolucionaria (el enemigo real) amenacen y pongan en peligro al
sistema, es la misión esencial del "enemigo de paja" del Imperio en
América Latina.
Y
ésa es
la función esencial que cumple la "izquierda democrática", en guerra permanente
contra la "derecha fascista", dentro de los marcos legitimados de la
gobernabilidad capitalista.
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(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados
en la Web.
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