ientras el Departamento de
Agricultura estadounidense (ERS) nos informa que más de 80 millones de
personas se han convertido en población mundial en riesgo de falta de alimentos
a lo largo del año pasado a consecuencia de la suba de los precios de la energía
y de los alimentos, otra información consigna que la mayoría de los grandes
bancos estadounidenses (Citigroup, Morgan Stanley, Bank of América, Goldamn Sach,
JPMorgan Chase, etc) han cosechado ganancias siderales pese a la crisis
económica recesiva que derrumba a la economía real.
Todas estas instituciones madres del
sionismo financiero USA, reportaron ingresos exorbitantes en el segundo
trimestre, y se configuraron como las "grandes ganadoras" entre los que
hacen negocios con la crisis recesiva en la primera potencia imperial.
Por supuesto, que entre ambas
noticias (el hambre mundial y las ganancias capitalistas) no se consigna
(como detalle) que una porción significativa de los ingresos bancarios del
segundo trimestre provienen de la especulación financiera con el petróleo y
las materias primas en los "mercados a futuro" que vuelve a impactar como
suba en el precio de los alimentos y de la energía mundial.
Según el informe oficial
estadounidense, las perspectivas (del hambre mundial) son mucho peores si
se aplican las predicciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) que advierte
que el número de personas en riesgo se incrementaría nada menos que en un 12
por ciento a lo largo de 2009: 97 millones de personas, siendo América
Latina y el Caribe las regiones más afectadas, ya que diez millones de sus
residentes pasarían a formar parte del grupo afectado por la inseguridad alimentaria.
Por supuesto que la "inseguridad
alimentaria" nada tiene que ver con el mercado de commodities, donde, según
estimaciones del Senado USA, en marzo de 2008 diariamente se especulaba
con US$8.600 millones, y en un sólo día se especulaba tanto como en 20 días del
2003.
Sólo en febrero de 2008 se crearon
160 fondos de inversión a nivel mundial de commodities agrarios, que elevaron a
niveles siderales la especulación en los "mercados de futuro" e hicieron
estallar hacia arriba el precio de los alimentos esenciales para la
supervivencia que ya le faltan a la mitad de la población humana del planeta.
De acuerdo con el informe del
Departamento de Agricultura estadounidense, el caso del África subsahariana es
especialmente grave. Contiene al 25 por ciento de la población total de los 70
países estudiados, pero más de la mitad del total de la población en riesgo
alimentario.
Además, la región depende cada vez más de la importaciones de cereal. A finales
de los 80 pedían un 10 por ciento, ahora solicitan un 20 por ciento. "Por lo
tanto, cuando suben los precios internacionales de los cereales, la capacidad
para importar alimentos suele descender, dada la limitada capacidad financiera
de la región", según explica el estudio.
Como es de uso, la misma prensa
imperial que difunde el informe pasa por alto el detalle de que el precio
internacional de los alimentos está determinado por los megaconsorcios
capitalistas que controlan la producción, la comercialización y los mercados
mundiales de los alimentos.
Fuera de la órbita del
control estatal de los gobiernos, los recursos esenciales para la supervivencia
quedan supeditados a la lógica de rentabilidad capitalista de un puñado de
corporaciones trasnacionales (con capacidad informática, financiera y
tecnológica) que los controlan a nivel global, y con protección militar-nuclear
de EEUU y las superpotencias.
En ese escenario, la producción y comercialización mundial
de petróleo y alimentos no está supeditada a la lógica del "bien social", sino a la
más cruda lógica de la rentabilidad capitalista.
Según
la FAO, diez corporaciones trasnacionales controlan actualmente
el 80% del comercio mundial de los alimentos básicos, y similar
número de mega empresas controlan el mercado internacional del
petróleo, de cuyo impulso especulativo se nutre el proceso
inflacionario causal de la hambruna que ya se extiende por todo
el planeta.
Entre los primeros pulpos trasnacionales de la
alimentación, se encuentran la empresa suiza Nestlé SA., la francesa Groupe Danone SA.
y la Monsanto Co., que lideran mundialmente la comercialización de alimentos
y que, además de controlar la comercialización y las fuentes de producción,
poseen todos los derechos a escala global
sobre semillas e insumos agrícolas.
Estas trasnacionales, que hegemonizan su rubro a escala mundial, son las principales beneficiarias del
aumento del precio y de la demanda global de petróleo, alimentos y granos en
momentos en los que los suministros apenas satisfacen la demanda.
Detrás de este fabuloso negocio con los recursos esenciales para la
supervivencia humana, se encuentran los principales bancos y grupos financieros de Wall Street,
que juegan un
rol determinante en la especulación en los
mercados energéticos y de materias primas que impulsan la actual escalada
de los precios.
De esta manera, los pulpos
petroleros y alimentarios, tercerizados por la especulación financiera, fijan
las reglas de juego y el funcionamiento de los mercados de la energía y el
petróleo, que, junto con el agua (también controlada por la trasnacionales)
conforman los recursos esenciales para la supervivencia de la humanidad.
En consecuencia, la suba de
precios es el producto del comercio capitalista monopólico y de la acción
especulativa en los principales mercados de materias primas, entre cuyas
herramientas financieras se
encuentra el ICE
[Intercontinental Exchange] de Londres y las bolsas mercantiles de Nueva York y
Chicago.
Según analistas especializados de
Wall Street, un 60% del precio del
petróleo crudo y de las materias primas alimentarias tiene como causal a la especulación
en futuros no regulada, de fondos
precisamente autodenominados "especulativos", bancos y grupos financieros que utilizan las bolsas de futuros
ICE de Londres y NYMEX de Nueva York y el comercio inter-bancos.
En este tercer frente del negocio
agro-energético financiero (productor directo de la hambruna y la inflación mundial)
se encuentran en primera línea Goldman Sach y Morgan Stanley,
súper-gigantes de la especulación financiera en alta escala del capitalismo
trasnacional sionista con asiento en Wall Street.
En este escenario, los
precios no se fijan sólo por la demanda del consumo, sino básicamente por las
necesidades comerciales y la demanda especulativa en los mercados
financieros agro-energéticos.
De manera tal, que cuando los
analistas le echan exclusivamente la culpa del alza de los precios a la
reducción de la producción y de la oferta están escondiendo la especulación financiera como principal causal de la escalada alimentaria y petrolera.
En consecuencia,
ningún informe oficial "suelto" sobre el crecimiento de la pobreza y el hambre
mundial, destaca que el proceso del
alza de los precios y la especulación financiera con el petróleo y los alimentos
(la causa de la suba de los alimentos) causan inflación
mundial y hambruna generalizada en los países más pobres de la tierra, y
sobrepasan las capacidades de los gobiernos que dejan el control de sus recursos
esenciales en manos de las corporaciones multinacionales.
Dentro del modelo de economía globalizada de enclave, las
corporaciones petroleras, alimentarias y del agua, controlan (a través de la
privatización de la actividad económica) todo el proceso de extracción, producción y comercialización
local e internacional .
En resumen, controlados por las
corporaciones trasnacionales, y despojados de su condición de "bien social", el
petróleo y los alimentos se convierten en mercancía capitalista con un
valor fijado por la especulación en el mercado, convirtiéndose en la
causa principal de las hambrunas y conflictos sociales que ya empiezan a
desarrollarse por todo el planeta.
De esta manera, la comercialización internacional de
los recursos esenciales para la supervivencia no se hace atendiendo a las necesidades de las comunidades desde
donde se extraen, sino atendiendo a la lógica de la rentabilidad capitalista de
las corporaciones que los controlan.
Los niveles de producción no se realizan
atendiendo a las necesidades humanas de la población, sino atendiendo a las
necesidades del mercado y de la ganancia capitalista.
Despojados de su condición
de "bien social" de supervivencia, esos recursos se convierten en mercancía capitalista con un
valor fijado por la especulación en el mercado, y los precios no se fijan sólo
por la demanda del consumo masivo, sino básicamente por la demanda especulativa en los
mercados financieros y agro-energéticos.
Y los gobiernos, al no tener poder de gerenciación sobre sus recursos
agroenergéticos se convierten en títeres de las corporaciones que los controlan
y que se apoderan de la renta del producido por el trabajo social de esos países.
Este es el
escenario que no describen la prensa internacional y sus analistas, o las
organizaciones del sistema como la ONU y el Banco Mundial en cuyos informes,
pobreza y riqueza marchan por vías paralelas, sin que se retroalimenten a nivel
de causa y efecto.
La pirámide de
riqueza y pobreza
Mientras el
proceso inflacionario-recesivo desatado desde las economías centrales (EEUU
y Europa) ya genera hambre, pobreza y devaluación acentuada del poder adquisitivo de las
mayorías a escala planetaria, un selecto grupo de mega-empresas y
multimillonarios multiplican a escala sideral su activos empresariales y sus
fortunas personales.
Son los
actores complementarios (los generadores del hambre y la pobreza a escala
global) que nunca aparecen en los informes y análisis oficiales que
atribuyen las causas de las hambrunas y la marginación social no a la
explotación capitalista sino a la "mala administración" de los gobiernos.
Los "súper-ricos", ejecutivos y
accionistas de los grupos capitalistas que se reparten el mundo como si fuera un
pastel, los que aparecen habitualmente retratados en los ranking del jet
set decadente, conforman el resultante final de un proceso de acumulación de
riqueza en pocas manos a costa de la crisis mundial y del achicamiento
progresivo de la participación de las mayorías en el proceso de reparto de la
producción mundial.
Mientras la economía mundial ya
ingresó en un proceso inflacionario-recesivo que impacta en la suba de los
alimentos y del costo de vida de amplias capas de la sociedad mundial (sobre
todo de las más vulnerables y desprotegidas), bancos, empresas trasnacionales,
(sobre todo petroleras) registran balances de ganancias descomunales
superiores al presupuesto y al PBI de decenas de países de la periferia juntos.
Cuando se refieren a la "crisis
social", los periodistas, intelectuales y analistas del sistema hablan en forma
abstracta y genérica, sin precisar su impacto (discriminado por sector) en la pirámide social del sistema capitalista a escala global.
Así, por ejemplo, la prensa
internacional en los últimos días expresa, con total impunidad (y sin contrainformación masiva) cómo la crisis está "afectando a los más
ricos" cuya pirámide está encabezada por los súper millonarios del ranking
de la revista Forbes.
Los medios y analistas del
sistema (que informan a las sociedades a escala masiva) tienen centrada su
"preocupación en las pérdidas de los grandes consorcios empresariales
transnacionales, en la reducción de las grandes fortunas de los súper ricos y en
la devaluación de los multimillonarios sueldos de los ejecutivos de las
metrópolis de EEUU y Europa.
Casi no hay informes (y los que
hay son manipulados y reducidos) de cómo la crisis de los países centrales ya
impacta en las economías y en las sociedades de los países subdesarrollados
de Asia, África y América Latina, donde se concentra la mayoría del hambre y la
pobreza a escala planetaria.
Los medios
internacionales sionistas, que esconden sistemáticamente la relación simbiótica
pobreza-riqueza (una es consecuencia de la otra) comentaban con "preocupación" como la
crisis redujo el selecto club de súper millonarios del ranking Forbes que
pasó
de 1.125 miembros en 2008 a 793
en 2009.
En el año 2007, 500
multimillonarios sumaban una fortuna de casi tres billones de dólares,
una cifra equivalente al presupuesto anual de EEUU, la mayor potencia
imperialista del planeta, y a decenas de PBI (producción del pastel) anuales de
países dependientes.
Pese a la crisis económica-financiera mundial y la crisis social que genera la
suba de precios de los alimentos y de la energía, las riquezas personales
en todo el mundo crecieron un 5 por ciento a US$ 109,5 billones, según un
informe sobre "riqueza mundial publicado en el 2008 por Boston Consulting Group (BCG).
Para ilustrar el macro-robo capitalista del producido mundial hay que señalar
que la cifra acumulada, según el informe, de US$ 109,5 billones de
riqueza acumulada en manos de los "millonarios" (con las súper-fortunas en la
cima) se aproxima a casi dos veces el PBI mundial (la riqueza anual
producida por todos los países) que ronda en los US$ 70 billones.
Pero, para dar una mejor idea
de lo que significa, en términos de comparación, esta cifra de US$
109,5 billones, hay que puntualizar que equivale a casi dos veces y media el PBI anual de EEUU y la Unión Europea, las dos potencias económicas
centrales que concentran más del 60% de la producción mundial.
Esa masa increíble de dinero
acumulada por una minoría de "población rica" (regida en el vértice de la
pirámide por los súper-ricos) es lo que le falta a los más de mil millones de
personas que "sobreviven" con un promedio de un dólar diario, según el Banco
Mundial y otras instituciones del sistema, y más de tres mil millones que no
alcanza a cubrir el parámetro de necesidades básicas, medidas por alimentación,
vivienda y salud.
La prensa internacional (del
sistema), sus periodistas y comentadores, difunden estas cifras, impresionantes
y fantásticas, destilando una rara mezcla entre admiración y
envidia por no estar en el lugar de los rankeados, a los
que consideran personas tocadas por la "varita mágica" del éxito y el
prestigio social.
De esta manera, los diarios,
las radios y los canales televisivos ponen el acento de la "noticia" en la
disminución de la cifra de la fortuna de los tres sionistas que encabezan el
ranking Forbes: Bill Gates, Warren Buffett y Carlos Slim,
cuyos patrimonios juntos suman este año US$ 112.000 millones.
Por supuesto que la prensa del
sistema no aclara
que el presupuesto de
US$896
millones que la ONU y el BM destinan para "combatir la pobreza en el mundo"
equivale sólo al 0, 8 % de los US$112.000
millones
(reunidos en las manos de sólo tres personas).
El Programa para hacer frente a la
crisis mundial de alimentos, (GFRP, por sus siglas en inglés) desarrollado
por el Banco Mundial no alcanza ni siquiera al 1% de la suma acumulada por los
tres capitalistas más ricos, pero esto no es "noticia" para la prensa sionista
imperial.
Mientras las potencias capitalistas
centrales se concentran en "combatir la pobreza" con un presupuesto de US$
896 millones, los primeros veinte supermillonarios de la lista Forbes
concentran juntos una cifra de más de US$ 400.000 millones.
Esa cifra (en manos de sólo veinte
personas) equivale casi al PBI completo de Sudáfrica, la economía central
de Africa, cuya producción equivale a un cuarto de la producción total africana.
Mientras 20 súper multimillonarios
acumulan una fortuna equivalente a un cuarto de la producción total
africana, según la FAO,
en el África subsahariana, una de cada tres personas (236 millones en 2007)
sufre de desnutrición crónica.
La gran mayoría de las personas desnutridas en
el mundo (mil millones) vive en países en desarrollo, según la FAO, y
de ellas, el 65 por ciento se concentra en siete países: la India, China, la
República Democrática del Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía. Casi
dos tercios (583 millones en 2007) de los hambrientos del mundo viven en Asia.
Como contrapartida (y demostración de
lo que produce el capitalismo), esas zonas marcadas por una altísima y creciente
concentración de hambre y pobreza, figuran en las estadísticas económicas
mundiales como las mayores generadoras de riqueza y rentabilidad empresarial
capitalista de los últimos diez años.
Tanto el "milagro asiático" como el
"milagro latinoamericano" (del crecimiento económico sin reparto social) se
construyeron con mano de obra esclava y con salarios en negro. Esto lleva a
que, al caerse el "modelo" por efecto de la crisis recesiva global, el grueso de
la crisis social emergente con despidos laborales en masa se vuelque en esas
regiones.
Pero de esta cuestión estratégica,
vital para la comprensión de la crisis global y de su impacto social masivo
en el planeta, la prensa internacional no se ocupa. Los medios locales e
internacionales están ocupados en dilucidar la disminución de las fortunas de
los ricos y la pérdida de rentabilidad de las empresas.
Y se cumple el axioma de máxima del
sistema capitalista: Pobreza y riqueza, son extremos que no se tocan.
Si se tocaran, las mayorías
hambrientas comprenderían quién es su verdugo y los ricos perderían su
impunidad.
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(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados
en la Web.
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