El presidente de Rusia, Dmitri
Medvédev, calificó el jueves de "provocación descarada" los
ejercicios que la OTAN efectuará en Georgia este mes de mayo.
"Los ejercicios que la OTAN tiene previsto llevar a cabo en Georgia son una
provocación descarada por mucho que se intente convencernos de lo contrario",
dijo Medvédev en el acto de firma de acuerdos con Abjasia y Osetia del Sur sobre
vigilancia conjunta de fronteras, celebrado el jueves 30 en el Kremlin.
La OTAN tiene previsto celebrar en el
territorio georgiano, del 6 de mayo al 1 de junio próximo, las maniobras
Cooperative Longbow/Cooperative Lancer 09, con la asistencia de 1.300
militares de 19 naciones: Albania, Armenia, Azerbaiyán, Bosnia y
Herzegovina, Canadá, Croacia, EEUU, Emiratos Árabes Unidos, España, Georgia,
Gran Bretaña, Grecia, Hungría, Kazajstán, Macedonia, Moldavia, República Checa,
Serbia y Turquía. El objetivo principal de los ejercicios de mandos sin tropas,
según la OTAN, es mejorar la coordinación con los países partes del programa
Asociación por la Paz.
Moscú
interpreta el despliegue de fuerzas atlánticas como un intento del "eje
occidental" de reafirmar su presencia militar en la región tras la derrota
política, militar y diplomática sufrida con el posicionamiento militar de
Rusia en el Cáucaso, en agosto del año pasado.
 |
|
Mapa de la región del Cáucaso. |
En las maniobras de la
OTAN participarán Azerbaiyán y Georgia
(ambos limitan fronteras), búnkeres del eje USA-UE, que son parte del
corredor energético en disputa que desató el conflicto del Cáucaso en agosto
de 2008.
Azerbaiyán, a su vez, limita con Armenia, un enclave ruso, que
también comparte fronteras con Turquía (aliado estratégico de EEUU) e
Irán (aliado estratégico de Rusia).
Georgia, puntal de estrategia USA en
el Cáucaso, continúa rodeada por el aparto militar ruso, mientras que
Ucrania (aliada de EEUU) y Moldavia (más inclinada hacia Moscú) están asediadas por conflictos políticos internos donde el sector
"pro-ruso" está recuperando espacios de poder.
Esto denota el alto voltaje
estratégico de la región donde se va a realizar el despliegue de las
unidades navales y terrestres de la alianza atlántica (OTAN).
A su vez
Rusia, a una semana de las maniobras de la OTAN en el Cáucaso, consolidó su
posición estratégica en la región mediante acuerdos militares con Osetia
del Sur y Abjasia sobre el control ruso de las fronteras de esas repúblicas,
reconocidas por Moscú como estados independientes, después de la invasión
militar perpetrada por Georgia contra Osetia del Sur, en agosto del año pasado.
De acuerdo a los términos
establecidos en los acuerdos, Abjasia y Osetia del Sur "delegan en Rusia las
atribuciones en materia de vigilancia de la frontera estatal hasta que sean
formados cuerpos republicanos de guardafronteras". Esta cláusula se aplicará a
las fronteras tanto terrestres y aéreas como marítimas.
A su vez, el gobierno de
Georgia calificó el jueves de "provocación" el acuerdo suscrito la
víspera por Rusia, Abjasia y Osetia del Sur sobre la vigilancia de las fronteras
entre los tres países, documento que a juicio de Tbilisi, tiene como objetivo
"legalizar la ocupación de territorios pertenecientes a Georgia".
Según la cancillería georgiana, los acuerdos fronterizos suponen un intento de
Rusia para fortalecer su potencial militar en "territorios ocupados de
Georgia".
Para los analistas rusos, las
maniobras militares de la OTAN -de casi un mes de duración- y la decisión rusa
de mantener y consolidar sus dispositivo militar por aire, mar y tierra en la
región, reposiciona un "teatro de conflicto armado latente" en el Cáucaso, donde
-y durante los casi 30 días que duren los eejercicios de la OTAN- seguramente se
va a desarrollar una creciente tensión militar.
Luego de que Georgia invadiera Osetia
del Sur
, el año
pasado, y por medio de una estrategia envolvente, Moscú invadió y
consolidó sus posiciones de control militar en Georgia, desoyó las advertencias
de EEUU, dividió a la ONU y desafió abiertamente a la flota de la OTAN en el
Mar Negro.
En agosto de 2008, las tropas
georgianas atacaron a Osetia del Sur, y Rusia se vio obligada a intervenir con
unidades militares para defender a la población suroseta, gran parte de la cual
tiene ciudadanía rusa.
Durante el conflicto armado de tres
semanas Moscú realizó cinco movidas claves: Pulverizó
al Ejército de Georgia entrenado y armado por EEUU, se posicionó en el
control de las áreas estratégicas de la región (principalmente del oleoducto
BTC, un enclave energético de las petroleras anglo-estadounidenses), rompió
virtualmente "relaciones" con la OTAN, dividió la ONU
boicoteando todos los proyectos de resolución en su contra, y a inicios de
septiembre reconoció la independencia de las provincias
separatistas de Abjasia y Osetia del Sur que permanecían presionadas
por el tutelaje del gobierno de Georgia, títere desembozado de la OTAN y del eje
"occidental" en el Cáucaso.
Tras la finalización del conflicto
armado en septiembre pasado, y mientras la OTAN desplegaba su flota en el Mar
Negro, la UE, atada por su dependencia energética a Moscú, desechó la
aplicación de sanciones a Rusia.
Y aunque EEUU se apuró a transmitir que estudiaba medidas
contra Rusia por lo que consideraba una ofensiva militar inaceptable y un
desafío a la soberanía e integridad territorial de su gran aliado en el Cáucaso,
debió resignarse a un acuerdo de Moscú con la UE, mediante el cual la
organización europea se ponía en "garante de la paz" en la región.
Con su posicionamiento militar en el
Cáucaso, y su virtual control de Georgia, Moscú se perfiló para avanzar hacia
la consolidación de nuevos acuerdos energéticos con Europa produciendo una
fisura en la alianza EEUU-UE con -todavía impensables-influencias en el mapa
del poder regional.
El teatro de operaciones del Cáucaso,
y Georgia en particular, juegan un papel clave en el tablero de la guerra
energética (todavía sin definición militar) que disputan Washington y Moscú en
la región euroasiática.
Los lineamientos del "nuevo orden
mundial" construido sobre la base del control de mercados y recursos
estratégicos es, fundamentalmente, un orden creado para que las trasnacionales,
los bancos, las petroleras y la armamentistas capitalistas, hagan "negocios".
La nueva "guerra fría"
entre Rusia y EEUU, es antes que nada una guerra económica por el control de
recursos estratégicos, con el petróleo y el gas como los dos objetivos
fundamentales en disputa.
Se trata de una guerra
(por ahora "fría") por
el control de las redes de oleoductos (corredores energéticos) euroasiáticos
donde China juega su supervivencia en alianza con Rusia.
Además, en la agenda
militar y geopolítica del espacio asiático, Pekín, igual que Rusia, se sitúa en
las antípodas del proyecto estratégico del eje EEUU-UE que militarizó la
región euroasiática para desestabilizar las redes energéticas de Rusia, de
las cuales China es la principal beneficiaria.
Moscú y Pekín, en abierto desafío a la hegemonía europeo-estadounidense, a su
vez trazaron acuerdos
militares estratégicos y consolidaron un bloque militar y económico común en
Asia en abierto desafío a la OTAN.
En el actual escenario de crisis económica mundial, un reposicionamiento de la OTAN y de la flota rusa en el Mar Negro, ponen de relieve nuevamente
el papel estratégico de la zona en el gran tablero internacional.
En ese juego, "El Gran Juego",
la UE (a través de la OTAN) y Washington mueven sus
propias piezas en el teatro de operaciones de la guerra intercapitalista por
áreas de influencia que se disputa desde Eurasia y los ex espacios soviéticos
hasta el Medio Oriente.
Y en ese tablero, el Kremlin
sabe que sólo cuenta con dos aliados: Irán y China
,
con el petróleo y las armas rusas como eje de los acuerdos.
Putin y Medvedev,
luego de posicionarse militarmente con el control de Georgia, y de comprobar la
lentitud de reflejos del decadente Imperio capitalista "occidental" referenciado
en el eje USA-UE, vivieron el conflicto como una victoria en la disputa por el
control del Cáucaso.
El posicionamiento militar de
Rusia en Georgia, en agosto pasado, y la pasividad de EEUU, que no defendió a su
aliado estratégico en el Cáucaso, impactó inmediatamente en un acercamiento de
la Unión Europea a Moscú quienes, a espaldas de Washington, pactaron el
acercamiento.
Para los analistas europeos, las
potencias del euro vacilaron a la hora de instrumentar medidas concretas contra
Moscú, en primer lugar por la creciente dependencia comercial, en el
rubro de la energía y el petróleo
ruso, y en segundo lugar por el temor acentuado de que el Kremlin resuelva
concretar algún bloqueo del vital oleoducto BTC en Georgia que lleva el petróleo
del Caspio a Europa.
Lo que hoy (a través de los
movimientos de Rusia y de la OTAN) los analistas ya visualizan como el principio
de una nueva escalada militar en el Cáucaso, puede modificar nuevamente
el statu quo de las relaciones de Moscú con la UE, dado que la organización
europea conforma la columna vertebral de la alianza atlántica.
Los casi treinta días de duración de
los ejercicios de la OTAN, en una región altamente militarizada y con las
dos flotas navales posicionadas una enfrente de la otra en el Mar Negro,
preanuncian un creciente estado de tensión en el Cáucaso.
Según interpretaban el jueves
analistas rusos, se trata de una peligrosa reedición de "escalada militar" en un
escenario internacional dominado por una crisis recesiva de difícil pronóstico y
desenlace.
*****
(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados
en la Web.
Ver sus trabajos en
Google