ver, a ver.Hace años que la
CIA organiza, entrena, arma y financia a grupos terroristas como Jundullah
para realizar atentados en Irán (ABC News, 3-4-07). El conocido periodista
Seymour Hersh informó que a fines del 2007 “el Congreso aprobó la iniciativa
del presidente Bush de destinar 400 millones de dólares a una escalada de las
operaciones encubiertas contra Irán... con el objetivo de desestabilizar a la
dirigencia religiosa del país”(The New Yorker, 29-6-08). El gobierno de Obama
delinea planes para financiar a los disidentes iraníes continuando ese empeño
(USA Today, 25-6-09). Todo esto es innegable. Lo dudoso es que sólo esas
intromisiones hayan despertado semejante ira popular: siguió manifestándose a
pesar de los muertos, los detenidos, los desaparecidos y los terribles
castigos que prometió el gobierno.
El Consejo de Guardianes de la Revolución reconoció que en 50 ciudades del
país votó más del ciento por ciento de los inscriptos en el padrón. Aun así,
es muy probable que Ahmadinejad haya ganado las elecciones: goza de un arraigo
importante en las zonas rurales. Se llevaron a cabo más de una docena de
encuestas con resultados dispares desde que el presidente iraní y el ex primer
ministro Hussein Musavi anunciaran sus candidaturas en marzo de este año. La
mayoría daba por ganador a Ahmadinejad, aunque algunas adictas a Musavi –como
la agencia de noticias Tabnak– pronosticaban su victoria por un no creíble
margen de hasta el 30 por ciento (www.counterpunch.org, 22-6-09). Fueron
encuestas con indudable sesgo político.
Hubo una, sin embargo, no sujeta a esas influencias, que encargaron la ABC
News estadounidense y la BBC británica y realizaron entidades sin fines de
lucro y de reconocida seriedad: The Center for Public Opinion de Washington y
KA Europe SPRL, con asiento en Bruselas, capital de la Unión Europea. Se
efectuó del 11 al 20 de mayo, un mes antes de las elecciones, y cubrió las
treinta provincias de Irán con el siguiente resultado: Ahmadinejad, 34 por
ciento, Musavi 14 por ciento, indecisos 27. Pero la importancia mayor de esta
encuesta radica en otras cifras que explicarían la oposición de millones de
iraníes que no vacilaron en arriesgar la vida.
Un 77 por ciento de los interrogados se pronunció en favor de un sistema
político más abierto y democrático, en el que incluso el todopoderoso líder
supremo de Irán, cabeza de los ayatolás, fuera elegido por votación popular
libre y directa, como las demás autoridades del país. El ayatolá Alí Jamenei,
y no el presidente Ahmadinejad, es quien define en última instancia las
políticas de la República Islámica. El 96 por ciento de los entrevistados
reconoció que tanto el liderazgo supremo como la presidencia son instancias
influyentes en el gobierno, pero un 70 por ciento piensa, con razón, que la
última tiene facultades inhibidas por el primero. Un 93,9 por ciento estima
muy importante que la gestión del presidente incluya la defensa de los
derechos humanos.
El pueblo iraní no carece de experiencia comicial –doce elecciones
generales desde el triunfo de la revolución islámica– y, a diferencia de
ciertas democracias más antiguas, un 94,9 por ciento de los encuestados
considera muy importante o bastante importante la labor del Parlamento. El 62
por ciento opinó que era esencial la libertad de prensa, y lo mismo declaró el
87 por ciento sobre la necesidad de elecciones libres. En cuanto a si el
gobierno había reducido el desempleo y la inflación, los pareceres se
dividieron. Pero a la pregunta de si Ahmadinejad había cumplido su promesa de
“poner el dinero del petróleo en las mesas del pueblo”, el 58 por ciento dijo
“no”, contra el “sí” del 27,8 por ciento.
Hay otros índices significativos: la mayoría de los interrogados se
pronunció a favor de negociar con EE.UU., resolver conjuntamente el problema
iraquí y cesar el apoyo iraní a los grupos armados iraquíes, ampliar las
relaciones comerciales y políticas con otros países, aceptar asistencia
médica, educativa y humanitaria del exterior. Estas aspiraciones mueven a
creer que no todos los manifestantes eran “traidores” a Irán. Antes, por el
contrario.