Mientras el presidente Barack Obama dice estar buscando la "estrategia
adecuada" en Afganistán, octubre se ha convertido ya en el mes con mayor
número de muertos estadounidenses en una guerra que --según la prensa
norteamericana-- cada día pierde sentido y parece más difícil de ganar.
Ocho
soldados estadounidenses perdieron la vida el martes en dos diferentes
incidentes mientras patrullaban en el sur de Afganistán. Según la descripción de
los portavoces militares, fueron víctimas de un ataque con bombas "múltiple y
complejo".
Según el
parte del alto mando estadounidense, las muertes ocurrieron durante una ofensiva
dinamitera "múltiple y compleja" con bombas de fabricación casera, y los
heridos fueron evacuados a un hospital de campaña cercano.
El capitán Adam Weece,
vocero de las fuerzas estadounidenses en el sur del país,
dijo que ambos ataques ocurrieron en la provincia de Kandahar. En Washington, un
funcionario de defensa, que pidió el anonimato por no estar autorizado a dar
datos, dijo que uno de los ataques fue seguido de un intenso tiroteo con los
rebeldes.
Sólo un día antes,
otros 14 estadounidenses, entre ellos tres agentes de la DEA,
murieron en dos accidentes de helicóptero. Son, por tanto, 22 bajas mortales
en 48 horas, lo que eleva la cifra en lo que va del mes a 55, el récord
desde el comienzo de la ocupación militar, hace ya ocho años.
Es todavía inferior
a la marca de 137 muertos en un mes que se alcanzó en Irak
en 2004, pero es la prueba inequívoca de que la situación en Afganistán, como
Irak en aquel momento, va a la deriva.
No sólo
por el número de bajas, sino también por la propia duración de la guerra
de ocupación militar, que supera a la Segunda Guerra Mundial, y por los signos
de desánimo que reina entre los funcionarios y las tropas de ocupación.
El martes
renunció un alto responsable civil en Afganistán, el funcionario del
Departamento de Estado norteamericano Matthew Hoh, después de confesar por escrito que había
"dejado de creer en la misión", según The Washington Post.
Todos
estos acontecimientos no parecen --según el Post-- modificar los planes de Obama, quien
dice que se tomará el tiempo que sea necesario para decidir la
mejor estrategia posible para Afganistán. "No me voy a precipitar", dijo
el lunes ante una unidad de marinos en Jacksonville.
Esa "prudencia" está siendo interpretada como indecisión por la oposición
republicana que lo tilda de "incapaz" para resolver los frentes
externos de conflicto militar.
El
principal crítico republicano, el ex vicepresidente Dick Cheney,
acusó a Obama de estar poniendo en peligro a las tropas sobre el
terreno al no responder positivamente a la petición del comandante de la
operación, el general Stanley McChrystal, de enviar un refuerzo de al menos
40.000 soldados.
Algunos asesores
del presidente y varias figuras demócratas influyentes se
oponen al envío de tropas. El senador John Kerry, que jugó recientemente
un papel mediador esencial para convencer al presidente afgano, Hamid Karzai, de
que aceptara una segunda vuelta electoral, se encuentra entre los que se oponen
a McChrystal.
"El
despliegue de más tropas no servirá para mejorar de forma significativa la
situación si no se mejora antes en la capacidad de gobierno de las autoridades
afganas", señaló el ex candidato presidencial demócrata.
Por su
parte, el funcionario Matthew Hoh, que fue capitán de la Infantería de Marina con experiencia de
combate en Irak, y quien hasta ahora prestaba servicios en el Departamento de Estado con
responsabilidades en Afganistán, se convirtió en el primer miembro del
gobierno de Obama que renuncia en protesta contra la guerra.
"Ya no
entiendo ni tengo confianza en los propósitos estratégicos de la
presencia de EEUU en Afganistán", escribió Hoh, de 36 años, en una carta
al jefe de Personal del Departamento de Estado, reveló ayer The Washington Post.
"Tengo dudas y
reservas acerca de nuestra estrategia reciente y
de nuestra
estrategia planificada para el futuro, pero mi renuncia se sustenta no en la
forma en que conducimos esta guerra, sino en por qué y con qué fin", agregó.
Obama dijo
el lunes que no aspira a la "decisión solemne" de enviar más soldados a
Afganistán, mientras examina el paso a seguir en esta guerra de ocupación que se
ha complicado en los últimos meses.
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