ay que acostumbrarse:
desde el fin de la Guerra Fría y del colapso de la Unión Soviética
(sostén universal de los movimientos y procesos revolucionarios) el
sistema capitalista con EEUU a la cabeza se ha quedado sin enemigo
estratégico.
En la post Guerra Fría nadie
quiere terminar con el dominio planetario del capitalismo, sino acomodarse y
supervivir lo mejor posible dentro del sistema.
En consecuencia, lo que quedan
(sueltos) son conflictos intercapitalistas por apoderamiento de los
recursos estratégicos del planeta, o conflictos por reivindicaciones y
reclamos puntuales como es el caso de Corea del Norte.
Más allá de sus estrategias
disuasivas de amenazar para negociar, el régimen nuclear encabezado por
Kim Jong-il no quiere hacer explotar el planeta capitalista, sino que aspira a
que EEUU y las
potencias le otorguen asistencia financiera y económica y le dejen un
lugarcito bajo el sol con sus ojivas nucleares.
¿Qué son 7 ojivas comparadas con
las decenas de miles que acumula el "club nuclear" que controla el
Consejo de Seguridad de la ONU?
Pero hay una posibilidad
inquietante que los expertos barajan: Una sola bomba nuclear que estallara en
alguna metrópoli occidental, además de activar una respuesta atómica devastadora
contra Corea del Norte, produciría un efecto encadenado de pánico mundial que
derrumbaría los mercados y paralizaría la economía global.
Ni
Kim Jong-il (un estallido nuclear
sería su suicidio y el de su pueblo) ni los líderes mundiales, incluidos los de
Rusia y China, quieren esa posibilidad que podría colocar al planeta al borde
del Apocalipsis.
Entonces ¿Porqué las potencias
dejan que Kim Jong-il y su régimen sigan danzando y amenazando con ojivas
nucleares en su "villa miseria nuclear" de Pyongyang?
En primer lugar, los movimientos
militares nucleares del régimen norcoreano son monitoreados al segundo por los sistemas de vigilancia satelitales, tanto rusos, chinos como
occidentales, y posiblemente Kim Jong-il no alcanzaría a apretar el gatillo sin que
antes reciba una respuesta nuclear demoledora de los barcos, aviones y
submarinos USA estacionados en Corea del Sur.
En segundo lugar, en su estrategia
calculada de "amenazar para negociar", Kim Jong-il y su régimen se
resisten a desmantelar efectivamente sus centrales nucleares y a revelar su
armamento estratégico (la única herramienta disuasiva con que cuenta) como le
exige EEUU.
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Marines de Corea del Sur
patrullan la isla de Yeonpyong. (Foto AP) |
Como reclamo de fondo, lo que
busca Corea del Norte es un acuerdo global que le garantice ayuda
financiera, energética y alimentaria y que se le reconozca un status aceptado en
el club de las potencias nucleares.
Ese acuerdo es inviable: Ni Rusia
ni China (supuestos protectores del régimen de Pyongyang), además de EEUU y sus
aliados de la UE, quieren una Corea del Norte nuclearizada que rompa el
statu quo atómico establecido por las potencias capitalistas del "club nuclear"
que controlan el Consejo de Seguridad de la ONU.
Las posiciones son irreductibles:
Si bien Corea del Norte no puede disparar una sola ojiva nuclear sin suicidarse,
ni EEUU ni las potencias pueden terminar con su arsenal nuclear sin destruirlo
por la vía militar.
Y para destruir el arsenal y las
centrales nucleares norcoreanas sólo existen dos vías: Un ataque con misiles
nucleares o una invasión militar.
Ninguna de esas opciones son
válidas: La destrucción nuclear de Corea del Norte (por razones obvias) no está
en la agenda de EEUU y de las potencias, y una invasión militar (seguramente con
la oposición de Rusia y de China) equivaldría a desatar un conflicto
regional de costo impensable para el Imperio y sus socios de las potencias
sionistas.
La amenaza norcoreana de atacar
Corea del Sur generó una inmediata tensión militar en la península y desató mecanismos de alarma mundial y regional que no había conseguido
con el lanzamiento de 4 misiles en 72 horas.
El Ejército Popular de Corea del
Norte, por su tamaño, está considerado el cuarto más grande del mundo,
con más de un millón de militares en actividad y otros 4,7 millones en la
reserva.
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Jóvenes japonesas
preocupadas por las últimas noticias sobre Corea del Norte. |
EEUU mantiene en Corea del Sur bases
militares, submarinos, buques y aviones dotados con poder nuclear, y unos 30.000
efectivos que se verían obligados a involucrarse
en un teatro de guerra convencional en caso de que Norcorea ataque a Corea
del Sur.
Un conflicto armado convencional
en la península coreana abriría un nuevo frente de guerra que a EEUU
-acosado por la crisis económica y desgastaado por las ocupaciones militares- se
le tornaría muy difícil de sobrellevar.
Ese precisamente, puede ser el
talón de Aquiles (a nivel disuasivo) que explote el régimen de Pyongyang
(para obligar a EEUU a negociar) realizando alguna provocación por medio de
alguna escaramuza con escalada militar en la frontera con Corea del Sur.
Además, por el entrelazamiento comercial (a
nivel de importación y exportaciones) que mantiene Corea del Sur con el eje
China-Japón-EEUU, cualquier proceso desestabilizante en su economía (como puede
ser
una batalla militar en la frontera) se convertiría en una crisis de alto impacto
en los mercados internacionales.
Abriendo el paraguas, este
miércoles el enviado especial de EEUU para Corea del Norte, Stephen Bosworth,
descartó una invasión militar para sustituir al actual régimen norcoreano.
"No tenemos la intención de invadir Corea del Norte ni cambiar por la fuerza
su régimen", declaró Bosworth, al intervenir en la cena anual con
representantes de la comunidad coreana en Nueva York. "Las negociaciones y el
diálogo son el mejor método para dar una solución definitiva al problema",
agregó.
De cualquier manera, y desde el
punto de vista estratégico, parecería que no existe salida militar viable (ni
para las potencias ni para Pyongyang), pero nada descarta que en las próximas horas o
días, situaciones de tensión o enfrentamientos en la frontera vuelvan a
producirse.
Por ahora, continúan las
operaciones de acción psicológica disuasiva por parte del régimen norcoreano
Rusia -sirviendo de vehículo a la
estrategia disuasiva de Pyongyang- aseguró este miércoles que tiene información
sobre los planes norcoreanos de lanzar un misil balístico, aunque no sabe
cuándo tendrá lugar, según la agencia Interfax.
La noticia se conoció mientras el ministro de Defensa de Corea del Sur afirmaba
que las recientes iniciativas del Norte estaban vinculadas a los planes de
sucesión del líder Kim Jong-il, y mientras las potencias mundiales se acercaban
a un acuerdo en las Naciones Unidas para aprobar nuevas y más duras sanciones
contra Pyongyang.
EEUU y las
potencias que controlan el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (incluidas
Rusia y China) se
pusieron de acuerdo para terminar de estrangular económicamente a Corea del
Norte aumentando las sanciones por sus actividades nucleares y balísticas,
señalaron varias agencias internacionales.
Las posibles medidas a adoptar por
el Consejo son: sumar a la lista negra de la ONU a empresas que ayudan en
los programas nuclear y de misiles de Pyongyang, y cambiar el embargo de
armas por la prohibición de exportar e importar todo tipo de armamento, no
sólo pesado.
Las nuevas sanciones pondrían la soga
al cuello a Norcorea, cuya población padece una crisis y una hambruna
sin precedentes, principalmente como consecuencia del bloqueo económico de
Europa y EEUU, mientras que las relaciones económicas con el resto del mundo
son mínimas y el país subsiste recibiendo ayuda alimentaria de la ONU.
Por lo tanto al régimen de Kim
Jong-il se le acaba el tiempo: Si no genera una acción disuasiva creíble
en el corto plazo que obligue a EEUU a otorgarle nuevas concesiones en una mesa
de negociación, su supervivencia interna estaría comprometida.
En el escenario de enfrente, las
potencias de la ONU hasta ahora se mostraron indiferentes a los "ensayos"
misilísticos de Pyongyang y no presentan signos de estar dispuestas
a entablar negociaciones con el régimen norcoreano sin garantías verificables
del desmantelamiento de sus centrales nucleares y la entrega de sus ojivas
atómicas.
El conflicto parece haber llegado
a un punto donde se hace inevitable un desenlace militar (por
enfrentamiento directo o por escalada) que impulse y justifique nuevas
negociaciones entre las partes.
Los expertos miran hacia la
frontera que separa a Norcorea de Corea del Sur.
En ese tablero, Kim Jong-il y las
potencias del "club nuclear" podrían encontrar una nueva "salida transitoria"
negociada.
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(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados
en la Web.
Ver sus trabajos en
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