Por Manuel Freytas (*)
manuelfreytas@iarnoticias.com
Informe especial
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Secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton |
El clima fue cuidadosamente
"preparado" por la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, que en
diferentes apariciones mediáticas estuvo advirtiendo desde hace una semana que
Pakistán
"está en peligro" de caer en manos de los talibanes debido al
recrudecimiento de la actividad de los "terroristas" en ese país.
L
a
secretaria de Estado estadounidense "blanqueó" las intenciones intervencionistas
de Washington al declarar frente a un comité del Senado, la semana pasada, que
EEUU teme la "desintegración" del Estado pakistaní,
advirtiendo que el Gobierno civil de Alí Azif Zardari "ha fracasado
en sus políticas para combatir a los talibanes".
"Creo que no podemos infravalorar la
seriedad de una amenaza existente en el Estado de Pakistán por el avance
terrorista, ahora están a unas horas de Islamabad", señaló Clinton ante el
Comité de Asuntos Exteriores.
Esta semana, se profundizó el
proceso de "talibanización" de Pakistán donde (como ya lo hicieron con
éxito en Irak) la CIA y el ISI (servicios secretos pakistaníes)
infiltrados en los grupos islámicos, crearon un conflicto armado "integrista"
entre grupos que simultáneamente guerrean entre sí, atacan al ejército pakistaní
y toman poblaciones.
Los bombardeos del ejército
paquistaní y los combates encarnizados, que sólo en las últimas 24 horas han
provocado 95 muertos en las filas talibán y seis entre los soldados, ya
desataron una huida en masa de civiles que tratan de alejarse de las zonas en
conflicto.
Para generar la sensación de "caos",
EEUU usa indistintamente la presencia de la "guerra religiosa" entre
sunies y chiíes, y la amenaza de "guerra santa" talibán que -según
Hillary Clinton- busca "afganizar" Pakistán.
Repitiendo el esquema de "guerra
civil" aplicado en Irak (para dividir la resistencia), la CIA utiliza los odios
religiosos para promover enfrentamientos tribales que lleven agua al molino del
"caos".
Tanto chiíes (que suponen cerca
de un 20% de la población), como cristianos, hindúes y ahmadis (que juntos
apenas suman un 5%) siguen siendo objeto de amenazas y ataques por parte de
fanáticos suníes, que no aceptan credos distintos al suyo. Esto sirve a
Washington para justificar el caos y la anarquía.
Por otra parte, y en otro frente
operativo Washington hace realidad la "amenaza talibán".
En los últimos días, los
"integristas" de Swat (una región de alto voltaje talibán) han desafiado el
toque de queda impuesto por las autoridades, han patrullado por Mingora, la capital de Swat,
y han
atacado convoyes militares y puestos de control, secuestrado a civiles y
policías, y han decapitado a dos miembros de las fuerzas de seguridad.
El cuadro de
situación cierra la profecía de la secretaria Clinton: Pakistán está en un
"caos" y en un avanzado proceso de "desintegración". El
Gobierno y el
ejército "no controlan", y el escenario está preparado para que las
fuerzas y los aviones del Pentágono ingresen a poner "orden y paz" en el
convulsionado Pakistán.
Puede decirse que en Pakistán la
inteligencia USA está aplicando una "fórmula de manual" ya utilizada para
invadir y luego dividir a Irak.
El gigante islámico con dientes
nucleares, en medio de una brutal crisis política y económica, se suma así al
selecto club del "eje del mal" junto a Irán, Corea del
Norte y Sudán, que están en la mira y en "lista de espera" en la agenda del
Pentágono.
Al parecer, y como venimos
anticipando, todo está preparado para qué (invocando la figura del "Estado
ausente") Washington ocupe militarmente Pakistán.
Todo indica que al demócrata Barak Obama
(siguiendo el legado de Bush en Irak y Afganistán) le toca la
misión de ampliar y extender el dispositivo del control geopolítico
militar sobre los corredores energéticos euroasiáticos con la ocupación militar
de Pakistán.
Un objetivo necesario y
complementario para el reposicionamiento del poder de EEUU en el Cáucaso, y la
profundización del control geopolítico militar sobre la "llave petrolera" del Golfo Pérsico
hoy en manos de Irán.
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Zona de alto valor estratégico:
Barack Obama, visita soldados estadounidenses en la base militar de EEUU en
Jalalabad, Afganistán. durante la campaña electoral. (Foto AP) |
El viejo plan archivado de Bush
de ocupar militarmente las zonas de Pakistán en "peligro" -según lo
rescata Hillary Clinton- parece reciclarse con las advertencias estadounidenses
de que el país está a punto de ser tomado por los talibanes.
Sin la mano dura de Musharraf,
atacado por un vacío de poder ascendente, metido en un espiral de crisis
económica, y con una escalada indetenible de violencia y atentados (promovidos
por la CIA) en las
grandes ciudades, Pakistán se ha convertido en un resorte geopolítico-militar clave en la
estrategia regional de Washington.
Para EEUU, Pakistán, dotado de un
arsenal nuclear y con uno de los ejércitos mejor armados y entrenados de la
región (financiado por EEUU) es el mejor contrapeso estratégico contra Irán, un gigante islámico que, además de controlar la llave petrolera del
Golfo Pérsico, también comparte fronteras con Irak, Turquía,
Afganistán y Pakistán.
Tanto Irán como Pakistán conforman
una caja de resonancia estratégica de cualquier conflicto que estalle tanto
en Medio Oriente como en el Cáucaso o en los corredores euroasiáticos del
gas y petróleo, donde se acumula más del 70% de las reservas energéticas
mundiales.
Por las líneas geopolíticas
paquistaníes se trasmiten y retrasmiten los teatros de conflicto que atraviesan
la escala comprendida entre Eurasia y Medio Oriente, cuyos desenlaces impactan
directamente en las fronteras de Irán, ubicadas entre el Mar Caspio y el Golfo
Pérsico, las llaves estratégicas del petróleo y la energía mundial.
En ese polvorín de la "guerra
energética", todo lo que pasa en Pakistán repercute en Teherán y en sus
fronteras, y todo lo que pasa en Irán se expande rápidamente a sus vecinos, y,
todos juntos, representan el corazón estratégico de la guerra intercapitalista
por áreas de influencia y recursos energéticos que disputan Rusia y el eje
USA-UE.
Ese es el punto que explica el alto
valor estratégico que representa Pakistán en la agenda de Obama, el gerente
imperial de turno en la Casa Blanca.
Y es la razón central que justifica
la ocupación militar de Pakistán.
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(*) Manuel
Freytas es periodista, investigador y analista, especialista en inteligencia y
comunicación estratégica. Es uno de los autores más difundidos y referenciados
en la Web.
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