Según los datos
oficiales publicados la semana pasada, China ha reducido
en febrero su superávit comercial a menos de una séptima parte en
comparación con el dato registrado un mes antes.
Las cifras muestran que las
exportaciones cayeron en este periodo un 25,7% interanual, hasta los 64.900
millones de dólares (millones de euros), mientras que las importaciones lo
hicieron en un 24,1%, hasta los 60.540 millones de dólares (millones de
euros).
Las ventas en el extranjero de la
tercera potencial mundial, motor de su economía, se desplomaron un 27% en
febrero.
Esta declinación acentuada en sus indicadores económicos, a su vez, repercute
en la reducción de sus reservas en moneda extranjera, que han sufrido su
peor descenso en nueve años. Esta sumatoria de datos negativos -según los
analistas- comienza a desvanecer la esperanza de pronta "recuperación" anunciada
por el gobierno chino.
Las reservas chinas, de acuerdo con el último dato oficial existente, de finales
de diciembre, ascendían a US$ 1,94 billones (casi 1,5 billones de euros),
y habrá que esperar hasta abril para conocer las cifras de este trimestre.
De confirmarse la predicción, las
reservas, que llegaron a los US$ 2 billones (1,54 billones de euros), no
superarían los US$1,92 billones (1,48 billones de euros).
Según la fuente citada por el diario South China Morning Post, la caída, en parte, se debe a la
apreciación reciente del dólar, que deprecia, a cambio, los activos en otras
divisas (básicamente, el euro, que pasó de los US$1,41 del 31 de
diciembre a US$ 1,27 un mes más tarde).
En este escenario, marcado por la
desaceleración creciente de su economía, China ensaya un discurso
internacional difuso y plagado de contradicciones con EEUU, del cual es
principal acreedor y socio comercial.
Por un lado, el capitalismo chino
aumenta su dependencia externa de EEUU invirtiendo en Bonos del Tesoro
estadounidense ,
y por otro, hace un llamado internacional para la creación de una nueva
moneda supranacional (de reserva global) que no pertenezca a ningún país en
un claro intento por acabar con la dependencia del sistema financiero
internacional al dólar estadounidense.
Simultáneamente, las
autoridades chinas anunciaron el lunes que continuarán comprando bonos del
Tesoro estadounidense, ya que consideran que acarrean un riesgo crediticio
bajo.
La vicegobernadora del Banco Popular de China, Hu Xiaolian, señaló que, en
cualquier caso, seguirán muy de cerca las fluctuaciones del valor de esos
activos.
El anuncio de nuevas compras de bonos USA se efectuó no obstante que a
principios de marzo el primer ministro de China, Wen Jiabao, expresó su
"preocupación" por la enorme inversión que su país ha hecho en Estados
Unidos en bonos del Tesoro y otros títulos de deuda.
En la actualidad, y mientras pide
el reemplazo del dólar por una moneda supranacional, China posee US$ 1 billón
(un millón de millones) en bonos del Tesoro y otros títulos de deuda de EE.UU.
En 2008 Pekín se convirtió en el principal acreedor de bonos del Tesoro
estadounidenses, por encima de Japón, con una inversión que ascendía a
US$585.000 millones.
El monto total de la deuda estadounidense a principios de marzo de 2009 llegó a
US$10.942.165.294.650,89 (es decir, casi US$11 billones).
Pero el doble discurso
respecto del dólar y la relación con EEUU no es de exclusividad china.
Mientras EEUU ya se ha convertido
en el epicentro del "peligro recesivo" a escala global, paradojalmente su
moneda, el dólar, ha experimentado una suba vertiginosa desde el estallido de
la crisis con quiebras bancarias, convirtiéndose en un "refugio seguro" para
los capitales que huyen de la crisis financiera.
En contra de las tesis de los que
sostienen que el Imperio USA está en "crisis terminal" y a punto de ser
desplazado del centro de las decisiones mundiales, su divisa se ha disparado
pese al déficit y los números en rojo que exhibe la economía real
estadounidense.
Y hay
una razón central que lo explica: Mientras se profundiza la crisis financiera,
inversores y países (que como China abogan por el reemplazo del
sistema financiero internacional hegemonizado por el dólar) reconvierten sus activos y reservas en dólares, generando de esa manera una
fuerte demanda de la moneda estadounidense.
Pese a
que EEUU atraviesa por la peor crisis financiera desde la Gran Depresión, desde
inicios de septiembre, el dólar se ha fortalecido contra una canasta
compuesta por las monedas de 26 socios comerciales, según el índice de la
Reserva Federal de Estados Unidos (Fed).
Luego
del estallido de la crisis bancaria, en octubre de 2008, un grupo
de países "emergentes" encabezados por China, y un conjunto de
"desarrollados" (entre ellos Alemania) comenzaron a esgrimir la tesis de la
"pérdida de influencia de EEUU" de la mano de la crisis económica y la
debacle de su economía real.
Según
esas teorías, las turbulencias del sector financiero amenazan con socavar el
respaldo al dólar entre los inversionistas y perjudican la competencia de
bancos y mercados financieros de otros países que buscan expandir su influencia
global.
Se
afirmaba que la crisis en EEUU podría acelerar el cambio hacia una "nueva
arquitectura financiera" donde los países y sus economías dependiesen menos
de las decisiones que se toman en Washington y en los centros financieros de
Nueva York.
Como reacción al colapso financiero en EEUU, países y gobiernos "emergentes" y
europeos (los propios socios de USA) comenzaron a cuestionar el liderazgo
económico de EEUU y a proponer políticas alternativas al "modelo estadounidense"
y a su divisa monetaria.
Esta percepción mitificada del derrumbe de la moneda imperial
USA llevaba a otra conclusión:
La crisis de la economía mundial capitalista referenciada en el dólar
posibilitaría el declive de la supremacía imperial de EEUU poniendo en el
centro de la hegemonía económica mundial a China y al resto de los países
emergentes (en crecimiento acelerado) de Asia o América Latina.
De acuerdo con esta teoría del
"desacople", este proceso marcaría el "fin del reinado del dólar", y
el ascenso de naciones como China, India y algunos países exportadores de
petróleo y de materias primas que sustituirían a EEUU y a Europa como motores
centrales de la economía mundial capitalista.
Curiosamente, esos mismos países, siguiendo el ejemplo de China, están
ahora reforzando y protegiendo sus reservas en dólares y refugiándose en
activos del Tesoro estadounidense.
Incluso,
los tiburones de la especulación internacional, los fondos de
inversión están apostando por estos papeles, en vista de que con el inicio de la
crisis otros activos financieros parecen más arriesgados.
En
cambio, el dólar se ha beneficiado (y se sigue beneficiando) de
la huida de los "inversionistas" de los activos riesgosos así como de la
descarga de apuestas que se hicieron con dinero prestado.
En este
escenario, y apelando a su clásico doble discurso, el régimen chino vuelve a la
carga planteando la creación de una moneda supracional en reemplazo del dólar.
Mercados
grandes, diversificados y con altos volúmenes de transacciones de una moneda en
particular "no aparecen espontáneamente sólo porque el presidente del banco
central de China sugiere que sería una buena idea", dice Barry Eichengreen,
economista de la Universidad de California en Berkeley.
Es más, una moneda supranacional no tendría usuarios potenciales o país
de origen donde pueda ganar aceptación gradualmente, opinaban el lunes expertos
en Wall Street.
La Unidad Monetaria Europea (ECU) fue creada como una divisa de integración en
1979 y no tuvo una acogida significativa hasta que esfuerzos concretos (y una
buena cantidad de dinero) de las autoridades europeas la transformó en el
euro dos décadas después.
Incluso el euro, considerada la innovación monetaria más exitosa del último
tiempo, sigue siendo una segunda opción después del dólar en el uso
internacional. La crisis financiera global también ha dejado al desnudo los
inconvenientes inherentes a una moneda común.
Teorías
conspirativas y doble discurso
Según el
Banco Mundial y el FMI, más de un 70% de las reservas mundiales están en
dólares, frente a un 25% en euros de la Unión Europea, que también utiliza
el dólar. China, la tercera economía mundial, después de EEUU y la UE, tiene sus
reservas en dólares.
Paradojalmente, los países señalados por los teóricos del "desacople" como los
que van terminar con la vigencia de la economía "dolarizada" (China,
Rusia, Brasil, India, Corea del Sur y Taiwan, etc) lideran la acumulación
mundial de las reservas en dólares.
El dólar
es la moneda de cambio y de reserva internacional, y los países de todos los
continentes (Europa, Asia, Latinoamérica y África) la utilizan en sus
transacciones comerciales y tienen la mayoría de sus reservas en dólares, por
lo que el fin del dólar implicaría un derrumbe mundial generalizado del
sistema capitalista de la que ningún país estaría a salvo.
Un 80%
de las transacciones internacionales, un 70% de las importaciones mundiales y la
casi totalidad del comercio petrolero se realizan en dólares, según el Banco
Mundial y el departamento de Comercio estadounidense.
EEUU, la
primera economía mundial, Europa, la segunda economía mundial y China, la
tercera economía mundial realizan la mayoría de su comercio en dólares. Si la
divisa estadounidense colapsara, colapsarían EEUU, la Unión Europea y China
(los mayores vendedores y compradores del mundo), que juntos suman casi la
mitad de la economía mundial.
Además, los motores del crecimiento
asiático, China, India y Japón son dependientes del comercio exterior en
dólares con EEUU.
Por lo tanto, en la realidad fuera
del discurso, los más interesados en salvar al dólar y a EEUU del
colapso son Europa y las potencias centrales, además de China y las potencias
emergentes, cuyo desarrollo económico depende de EEUU y de Europa y del
entramado de la economía global que tiene al dólar como moneda patrón.
Esto
explica porque el gobierno chino, en pleno declive del dólar frente al euro,
ratificó su decisión de mantener sus reservas en dólares, y explica porqué la UE
y el banco central europeo salieron a contener el avance del euro frente al
dólar.
Las
empresas y los grupos financieros transnacionales que controlan los sistemas
financieros especulativos y los sistemas económicos productivos a escala
mundial (por encima de los gobiernos) realizan mayoritariamente sus volúmenes
de negocios, inversiones y tomas de ganancias en dólares.
Por lo
cual un colapso terminal de la moneda estadounidense (como vaticinan los
partidarios de la teoría del "desacople") produciría una parálisis de la
actividad económica mundial en cuestión de horas.
Los
obstáculos técnicos y políticos para implementar la propuesta china son enormes,
de modo que, incluso si obtuviera el respaldo de otros países, es improbable que
la iniciativa cambie el rol del dólar a corto plazo, coinciden analistas
europeos y estadounidenses.
"El
reestablecimiento de una moneda de reserva nueva y aceptada ampliamente con un
valor de referencia estable llevará un largo tiempo", reconoció
gobernador del banco central chino Zhou Xiaochuan.
La
propuesta china llega en medio de los preparativos para una cumbre del G-20, que
reúne a los mayores países industrializados y en vías de desarrollo del mundo,
que tendrá lugar en Londres la próxima semana.
La
propuesta china de crear una moneda de reserva internacional se produce después
de que Rusia lanzara una iniciativa similar a principios de mes durante los
preparativos para la próxima cumbre del Grupo de los 20 (G-20).
Al igual
que China, Rusia recomendó que el Fondo Monetario Internacional (FMI) emitiera
la moneda y destacó que la propuesta provenía de una necesidad de actualizar
"el obsoleto orden económico mundial unipolar".
Mientras
tanto, la divisa
estadounidense se revaloriza impulsada por la demanda de los bancos de todo
el mundo, desde Asia, América Latina y Europa, que pugnan por obtener
dólares USA y bonos del Tesoro de EEUU.
La demanda y suba del dólar en plena
agudización de la crisis financiera, mientras el euro (promocionado como su
"sepulturero") se desploma, es la más clara señal de que los países y potencias
capitalistas (pese su doble discurso en los foros internacionales) lo consideran
como la única moneda segura.
La escalada vertiginosa del dólar,
mientras en EEUU se derrumban los bancos y estallan en rojo todos los
indicadores de la economía real, es la mejor prueba de que la moneda imperial
continúa siendo el único activo creíble para refugiarse en tiempos de crisis.
Según el
Banco Internacional de Pagos, el banco central de los bancos centrales, el dólar
continúa siendo la "moneda favorita de los bancos centrales" y representa un
55% de sus activos y pasivos en moneda extranjera.
En consecuencia, si EEUU y el dólar
colapsaran, simultáneamente colapsarían el comercio exterior, el sistema
financiero y el sistema económico productivo, tanto de los países centrales como
de los periféricos y emergentes.