Después de haber dejado atrás legiones de víctimas, la recesión de Estados
Unidos está forjando una clase de triunfadores.
En lo que va del año, Goldman Sachs Group Inc. le está dando una paliza a
Morgan Stanley en la compra y venta de valores. J.P. Morgan Chase & Co. está
captando depósitos —la sangre que corre por las venas de un banco—, mientras las
instituciones más débiles se tambalean. La prácticamente desconocida Golub
Capital encabeza la lista de prestamistas a empresas, por delante de la alicaída
CIT Group Inc. y de GE Capital, la filial financiera de General Electric Co.
Ford Motor Co., por su parte, le está quitando clientes a General Motors Corp. y
Chrysler LLC.
Estas empresas aún no son invulnerables y la economía estadounidense todavía
no ha sido dada de alta. No obstante, comparten algunas características (como
mayor efectivo que sus rivales, la disposición a gastarlo y de dar el zarpazo
cuando lo estiman conveniente) que les otorgan ventaja, al menos por el momento.
New York Life Insurance Co. fue azotada con fuerza por la crisis financiera.
Su portafolio de inversiones registró una pérdida de US$3.500 millones el año
pasado, lo que para el grupo se tradujo en una pérdida para el año. Sin embargo,
gracias a sus inversiones relativamente conservadoras, salió mucho mejor parada
que competidores como American International Group (AIG), que tuvo que ser
rescatada por el gobierno.
New York Life se lanzó al ataque. Sus 11.000 agentes de seguros recibieron un
claro mensaje: en medio de la crisis tenían una "obligación moral" de explicar
la fortaleza de la firma a los clientes. Los agentes recibieron un documento que
enumeraba las debilidades de los rivales y abundante material que explicaba en
detalle la salud de sus finanzas y sus calificaciones triple A. La aseguradora
aumentó su gasto en publicidad y contrató a decenas de vendedores para promover
sus anualidades en los bancos.
Oportunidades fértiles
En el primer trimestre, New York Life sobrepasó a AIG, Hartford Financial
Services Group Inc. y Lincoln National Corp. como el mayor vendedor de seguros
de vida y anualidades en EE.UU. Su participación de mercado ascendió a 5,4% en
el trimestre, frente al 3,6% registrado en el mismo lapso del año anterior,
según la información de A.M. Best Co. analizada por The Wall Street Journal. "En
una época normal, no se vería esta clase de aumentos en la cuota de mercado",
afirma Larry Mayewski, de A.M. Best.
Las recesiones "son terrenos de oportunidad muy fértiles," señala Nancy Koehn,
historiadora de negocios y profesora de la Escuela de Negocios de la Universidad
de Harvard. Los beneficiados son los más aptos en "ocupar el espacio que dejan
los competidores" y en estar al corriente de los cambios en la conducta de los
consumidores cuando se ajustan el cinturón, asevera.
Durante la Gran Depresión de los años 30, por ejemplo, las adaptaciones del
fabricante de sopas Campbell Soup Co. desembocaron en nuevas líneas que siguen
siendo populares en la actualidad, como la sopa de fideos con pollo. El esmalte
de uñas que Revlon Inc. lanzó en los años 30 se transformó en uno de los mejores
ejemplos de que los consumidores están dispuestos a darse lujos pequeños y
asequibles en una recesión.
Bain & Co. analizó 750 empresas justo antes y después de la recesión de 2001
en EE.UU. y las clasificó por crecimiento de sus ventas, márgenes de ganancia y
retorno para los accionistas. El estudio demostró que más empresas
experimentaron cambios significativos (en ambas direcciones) entre 2000 y 2002
que entre 2003 y 2005, un período más estable. Los ganadores no son "quienes
asumen riesgos a tontas y a locas", afirma Darrell Rigby, socio de Bain, sino
los que están preparados para "tomar riesgos prudentes".
El caso de Ford
Un factor clave para sobrevivir durante una recesión es el acceso al
efectivo, algo que quedó de manifiesto el año pasado cuando Wall Street colapsó
y el acceso al crédito se secó. La crisis financiera pilló mal paradas a
Chrysler y GM, a pesar de sus recortes de costos. Ford no parecía estar muy
lejos. Las tres grandes automotrices estadounidenses enviaron a sus máximos
ejecutivos al Congreso en octubre del año pasado para pedir un rescate
gubernamental.
Unos meses después, sin embargo, Ford siguió su propio camino y archivó su
solicitud de una línea de crédito del gobierno por US$9.000 millones. Optó, en
su lugar, por reestructurar su deuda.
Ford ya tenía una ventaja. En 2006, contrajo una deuda de US$23.500 millones
al hipotecar casi todo lo que tenía algún valor, incluso el logo azul de la
compañía. Pero, en opinión de los analistas, cuando en 2008 se congeló el
mercado de crédito, fue precisamente el hecho de que dispusiera de esos fondos
lo que salvó a Ford de la bancarrota y de la inyección fiscal que recibieron GM
y Chrysler.
Ford rápidamente elaboró una campaña publicitaria que resaltaba su
independencia. El mismo día en que GM anunció que se declararía en bancarrota,
Ford reveló planes para incrementar su producción de automóviles.
Los resultados no se han demorado. Ford alcanzó una participación de 15,9% en
julio en el mercado de ventas de vehículos livianos, un alza de 2,2% respecto al
mismo período del año anterior. La participación de GM, en cambio, cayó 1,6%
mientras que la de Chrysler subió levemente, a 8,9% gracias a los reembolsos que
ofreció además del programa gubernamental de "efectivo por chatarra".