all Street tiene un lugar favorito para los almuerzos de los que mueven los
hilos del poder: la corte de bancarrota.
Profesionales de fusiones y adquisiciones se han lamentado de que el
congelamiento de los mercados de crédito está sofocando las transacciones de las
grandes empresas. Pero las reorganizaciones de las empresas en la corte de
bancarrota se han convertido en el lugar por excelencia para comprar,
intercambiar y dividir rápidamente empresas con grandes nombres.
La corte de bancarrota es "un lugar donde uno no se puede dar el lujo de no
estar", afirmó Jere Thomson, director de la división de fusiones y adquisiciones
en América del Norte de la firma de abogados Jones Day, quien ayudó a concretar
la reciente alianza de Chrysler Group LLC con Fiat SpA. Thomson afirmó que
"tradicionalmente" ha sido un "abogado convencional de fusiones y
adquisiciones". Hoy, afirmó que es más útil "en la combinación con una firma en
bancarrota".
El proceso de quiebra en Estados Unidos se construye alrededor de la idea de
reorganización, donde firmas sin efectivo ingresan al tribunal y suelen pasar
años pagándoles a sus acreedores y atrayendo nueva financiación. Ahora, cuando
hay pocas opciones de financiación, las empresas se apresuran a negociar
acuerdos en cuestión de semanas o meses.
Esto está cambiando la forma tradicional de realizar acuerdos y
reestructuraciones. La cantidad de planes de bancarrota arreglados previamente,
es decir, que reciben un apoyo significativo de los acreedores antes de pararse
frente al juez, podría duplicarse en 2009, según New Generation Research Inc.,
una firma de datos de bancarrota. En tanto, la cantidad de ventas de activos que
se origina directamente en la corte de quiebras supera ampliamente el ritmo del
año pasado.
Masonite International Inc., un fabricante de puertas sumido en deudas que en
su momento era controlado por Kohlberg Kravis Roberts & Co., ingresó a la corte
de bancarrota a mediados de marzo. Tres meses más tarde, tiene nuevos dueños y
casi ninguna deuda.
"La reorganización tradicional está en vías de extinción debido a la falta de
financiamiento, así que comprar dentro del proceso de bancarrota es mucho más
generalizado en este ciclo", afirmó Martin Bienenstock, que dirige la unidad de
quiebras de Dewey & LeBoeuf LLP. Bienenstock encabezó la rápida estrategia de
General Motors Corp. para vender sus activos más atractivos a una "nueva GM",
mientras que sus activos más problemáticos son manejados en la corte de
bancarrota.
"En este ciclo, muchas situaciones son tan urgentes que necesitan soluciones
rápidas", afirmó Bienenstock. En el caso de Masonite, los accionistas tenían un
plan de reorganización listo antes de acogerse a la protección de la ley de
bancarrota. Finalmente, 161 acreedores asegurados —incluyendo Scotiabank de
Canadá y las firmas de inversiones de capital privado Centerbridge Partners LP y
Oaktree Capital Management LP— canjearon más de US$1.400 millones de deuda por
una participación colectiva de 97,5% en una nueva empresa. Ninguna firma tiene
una participación de más de 20% en la nueva Masonite, aunque Oaktree y
Centerbridge instalaron varios miembros en la junta directiva.
El presidente ejecutivo de Masonite, Fred Lynch, afirmó que la empresa está
preparada para usar su nuevo estado de cuentas para realizar adquisiciones.
"Todos nuestros nuevos inversionistas han expresado interés en un crecimiento
orgánico y a través de adquisiciones".
En otros casos, inversionistas adquieren activos de empresas en las llamadas
ventas de bancarrota 363, en alusión a una sección del Código de Bancarrota de
EE.UU. En este tipo de ventas, las empresas subastan activos rápidamente y dejan
atrás las deudas. Eso hace que los activos sean atractivos para los potenciales
compradores.
"La deuda es el nuevo capital. Hay grandes oportunidades para que los
inversionistas realmente tomen el control o compren empresas a un precio muy
bueno", afirmó Jonathan Henes, un abogado de bancarrota en la firma Kirkland &
Ellis LLP, que supervisó la reestructuración de Masonite. Los acreedores
aprobaron el plan alrededor de 85 días después que Masonite recurrió a la
protección por bancarrota.