on el rescate
financiero, los ciudadanos estadounidenses pasaron a ser propietarios del
80 por ciento de AIG. La indignación se hizo notar tanto en el Partido
Demócrata como en el Republicano. El Senador republicano por Iowa Charles
Grassley dijo sobre los ejecutivos de AIG: “Lo primero que me haría sentir
un poco mejor con ellos es que siguieran el modelo japonés, hicieran una
profunda reverencia ante el pueblo estadounidense, se disculparan y luego
optaran por una de estas dos alternativas: renunciar o suicidarse.” El
Fiscal General de Nueva York Andrew Cuomo acaba de difundir detalles del
pago de primas que dejan en evidencia la absurda afirmación de AIG de que
se trata de “primas de retención” dirigidas a conservar a empleados clave:
once de los ejecutivos que recibieron primas de un millón de dólares ya no
trabajan para AIG.Estos millonarios de AIG tendrían que devolver estas
fortunas que no ganaron con su trabajo, y de hecho cabe la posibilidad de
que el Congreso apruebe una ley impositiva exclusivamente para ellos, que
grave sus primas en un 100 por ciento. Pero, para quienes han sido los más
golpeados por la crisis económica, ¿servirá de algo toda esta indignación?
¿Llegará algo de los cientos de millones de dólares de los diversos
paquetes de estímulo económico y rescates financieros al ciudadano común
que simplemente intenta salir adelante? ¿O serán acaparados por las
corporaciones consideradas “demasiado grandes como para ir a la quiebra”,
dejando atrás a millones de personas que, por lo visto, son
suficientemente pequeñas como para dejarlas quebrar?
El Centro para la Inclusión Social (CSI, por sus siglas en inglés)
acaba de publicar un informe sobre la crisis económica que incluye
recomendaciones sobre la mejor manera para resolverla. Vincula el factor
racial con la falta de oportunidades y la proliferación de las tristemente
famosas hipotecas de alto riesgo que desencadenaron la crisis económica.
Maya Wiley, Directora Ejecutiva de CSI, me dijo: “Para estimular la
economía tenemos que estimular la igualdad.” La gente precisa educación,
transporte, vivienda y un medio ambiente limpio, porque esos son los
factores que les permiten tener una base sólida para responder a la crisis
y salir adelante. Wiley advierte que la propuesta de crear puestos de
trabajo a partir de proyectos de infraestructura de rápida implementación
(proyectos conocidos como ‘shovel-ready’) dirigidos a estimular la
economía, favorecerá en forma desproporcionada a quienes ya trabajan en el
sector de la construcción, que son predominantemente hombres blancos. Por
eso propone que se establezcan acuerdos de beneficios comunitarios para la
creación de empleos. Sobre este tema, Wiley me dijo: “Es necesario contar
con acuerdos de beneficios comunitarios para las obras de construcción;
debemos asegurarnos de que cuando el gobierno realice obras de
construcción garantice que las personas de bajos ingresos, las personas de
color y las mujeres accedan en igualdad de condiciones a esos puestos de
trabajo. Y debemos asegurarnos de que el presupuesto de tránsito, o más
bien, el presupuesto de transporte se destine realmente a proyectos
inteligentes de tránsito que conecten a la gente que necesita trabajo con
los lugares donde están los puestos de trabajo.”
El grupo Unidos por una Economía Justa también pone énfasis en la
brecha racial que existe en la distribución de la riqueza señalando que un
“24 por ciento de la población negra y un 21 por ciento de la latina viven
bajo la línea de pobreza, mientras que sólo un 8 por ciento de la
población blanca se encuentra en esa situación. En el mundo corporativo
estamos presenciando los mayores rescates financieros de la historia, a la
vez que las remuneraciones que reciben los ejecutivos alcanzan montos
inusitados. El sueldo de un alto ejecutivo es 344 veces mayor que el de un
trabajador promedio.”
Existe una creencia generalizada de que la liberación de créditos
salvará a la economía y de que, por lo tanto, estos gigantes bancarios
necesitan cientos de miles de millones de dólares de los rescates
financieros costeados por los contribuyentes. Pero la crisis comenzó
justamente por los incumplimientos de pago de los créditos hipotecarios de
alto riesgo. Una solución que se podría haber intentado cuando comenzó la
crisis hubiera sido ayudar a los propietarios que no podían pagar, de
manera que se salvaran de la ejecución de su vivienda. Maya Wiley del
Centro para la Inclusión señala: “El 35 por ciento de los titulares de
hipotecas de alto riesgo estaban en realidad en condiciones de recibir
préstamos a tasas preferenciales. Treinta y cinco por ciento. Así que
imagínense si hubiéramos tenido un sistema de financiación en el cual la
gente hubiera accedido realmente a los créditos que le correspondían. La
mayoría de esa gente eran personas de color. E incluso si miramos cómo se
extendió la industria de los préstamos de alto riesgo, vemos que en gran
medida se desarrolló porque estas comunidades de color no tenían un acceso
justo al crédito.”
Los bancos y las instituciones de préstamos hipotecarios impulsaron una
estrategia agresiva para imponerles préstamos riesgosos a personas pobres
y minorías. La Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP,
por sus siglas en inglés) presentó demandas contra Wells Fargo y HSBC,
acusando a estas instituciones de “racismo sistemático e
institucionalizado en la concesión de préstamos hipotecarios”.
Los bancos empaquetaron estos préstamos riesgosos en valores
financieros y los vendieron; luego, en base a esos valores, crearon
instrumentos derivados que resultan imposibles de entender y mucho menos
valuar. AIG aseguró a los bancos de inversión contra las potenciales
pérdidas de estos instrumentos derivados complejos. El Tesoro de Estados
Unidos rescató entonces a los bancos y a AIG. AIG luego utilizó decenas de
miles de millones de dólares de su dinero del rescate financiero para
pagarles a esos mismos gigantes bancarios que ya habían recibido miles de
millones de dólares en fondos de rescate: Bank of America y Goldman Sachs.
Pero, a pesar de esta sangría de cientos de miles de millones de dólares
que se ha destinado a estos megabancos, resulta que ahora nos dicen que el
mercado crediticio sigue paralizado. Muchos bancos europeos también han
recibido fondos a través de similares rescates, incluido el banco suizo
UBS, que ofrece cuentas bancarias secretas que permiten a los
estadounidenses más ricos evadir impuestos. De hecho eso es lo que están
haciendo los tan golpeados contribuyentes estadounidenses: rescatando a
sus acaudalados compatriotas evasores de impuestos.
Obama se ha rodeado de asesores financieros, como Summers y Geithner,
que tienen vínculos muy estrechos con Wall Street. Es hora de encauzar el
estímulo económico hacia quienes realmente lo necesitan: los ciudadanos
que lo están financiando con sus impuestos.