bama ha incrementado su tono crítico, en un principio acallado, declarándose
"horrorizado e indignado" por la represión de las protestas que siguieron a la
polémica reelección de Ahmadineyad.
"El Sr. Obama cometió un error al decir esas cosas (...) nuestra pregunta es
por qué cayó en esta trampa y dijo cosas que antes solía decir (el ex presidente
estadounidense George W.) Bush", dijo la agencia semioficial Fars News citando a
Ahmadineyad.
Unas 20 personas han muerto en las manifestaciones, pero la policía y las
milicias han inundado las calles de Teherán desde el sábado, sofocando la
mayoría de las protestas tras los disturbios antigubernamentales más
generalizados desde la revolución islámica en 1979.
El levantamiento ha mermado las perspectivas de Obama de hablar con Irán
sobre su programa nuclear, y Teherán acusa a Reino Unido y Estados Unidos de
fomentar la violencia.
"Espero que evite interferir en los asuntos de Irán y se disculpe de una
forma que se entere la nación iraní", declaró Ahmadineyad.
Los líderes de la oposición reformista de Irán han prometido seguir adelante
con sus desafíos legales a unas elecciones que consideran amañadas.
La mujer del líder opositor Mirhosein Musavi, que dice que ganó las
elecciones, dijo que era un "deber continuar las protestas legales para
preservar los derechos iraníes".
Los seguidores de Musavi dijeron que soltarían miles de globos el viernes con
la leyenda "Neda siempre estarás en nuestros corazones", una referencia a la
joven que murió la semana pasada que se ha convertido en un símbolo de las
protestas.
La policía antidisturbios dispersó el miércoles a un grupo de unos 200
manifestantes con gases lacrimógenos, pero la protesta estuvo muy lejos de las
marchas de la semana pasada, que atrajeron a decenas de miles de personas.
Los gritos de Allahu Akbar (Alá es grande) volvieron a oírse por la noche en
los tejados de Teherán, aunque fueron mucho más breves que en otras noches en la
capital.
Los disturbios han expuesto una brecha sin precedentes entre el clero iraní,
y el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, que suele quedarse al margen de las
disputas políticas, se alineó claramente con Ahmadineyad.