(IAR
Noticias)
05-Mayo-09
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Casas derruídas por Israel en un barrio palestino de Jerusalén.
(foto EFE) |
Decenas de miles de
palestinos de Jerusalén oriental están en peligro inminente de
quedarse sin casas tras las primeras órdenes de desalojo contra
residentes del barrio de Silwan, denunció la Oficina para la
Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA).
Por David Cronin - IPS
A l menos 60.000 palestinos, de los 225.000 que
residen en Jerusalén oriental, podrían perder sus viviendas pues las
autoridades emitieron órdenes de desalojo alegando que son ilegales,
señaló OCHA en un informe divulgado el viernes.
Unos 90 edificios habitados por palestinos fueron destruidos en
2008, lo que dejó a unas 400 personas sin hogar.
Las demoliciones forman parte de una política sistemática de Israel
para mantener su predominio en esta ciudad, pese a las muchas
resoluciones de las Naciones Unidas que determinaron la ilegalidad
de la construcción de asentamientos en Jerusalén oriental.
Hasta ahora, un tercio de Jerusalén oriental ha sido expropiado y
200.000 colonos se han instalado en el área.
Desde una tienda de campaña, cuyas paredes están hechas de redes
negras que cuelgan de un techo de lona con clavos y maderos, se
organiza la defensa de unos 1.500 palestinos en peligro inminente de
perder sus casas.
Fakhri Abu Diab vive desde hace 47 años en el barrio de Silwan, pero
le dijeron que él y su familia debían abandonar la vivienda pues las
autoridades pretenden extender un plan de arqueología bíblica.
Unas 88 viviendas tienen orden de demolición, según la municipalidad
de Jerusalén, para ampliar la Ciudad de David, un parque que rinde
honores al rey que conquistó esta ciudad hace tres milenios.
La bandera israelí que flamea en la fachada de un reluciente
edificio de apartamentos sobre una colina desde la que se ve la
tienda, revela las verdaderas intenciones de la municipalidad,
remarcó Diab.
Las autoridades tampoco disimulan lo que han gastado en seguridad
para proteger a los colonos israelíes que ocupan el edificio. En
cambio, a la comunidad árabe, que está aquí desde mucho antes, le
falta una escuela secundaria y servicios esenciales.
"Sabemos que la municipalidad quiere instalar colonos aquí", señaló
Diab. "No quieren que estemos aquí, no quieren que haya palestinos".
Al igual que muchos de sus vecinos, Diab vive en una casa construida
antes de la invasión israelí de Jerusalén oriental en 1967. "Vivimos
aquí desde hace generaciones. No tengo otro lugar adonde ir".
Un breve paseo por la zona del histórico hotel American Colony
permite ver que los residentes del barrio Jeque Jarrah se preparan
para otra ola de demoliciones.
En 1972, dos organizaciones de colonos israelíes convencieron a las
autoridades de que registraran a su nombre unos 28.000 metros
cuadrados.
Activistas de Escocia y República Checa fuman y toman café en el
salón de la casa de Maher Hanun, quien se niega desde hace tiempo a
pagar la renta exigida por las organizaciones de colonos. Incluso el
año pasado estuvo preso unos días por no respetar los términos de la
orden de desalojo.
"Varias veces abogados de colonos israelíes nos han ofrecido
dinero", relató Hanun. "Pero no se trata de eso. Esta es la casa
donde nací y donde nacieron mis cinco hijos. Quieren construir 250
apartamentos para ellos después de que nos echen".
Hanun, quien lleva adelante una prolongada batalla legal, prometió
seguir resistiendo. "No peleamos con armas", apuntó. "Luchamos con
nuestros cuerpos y nuestras voces".
Otro caso emblemático es el de la familia Al-Kurd que vivía en una
casa construida en el marco de un proyecto conjunto del gobierno
jordano y de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados
Palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés).
La iniciativa se propuso realojar a unas 28 familias palestinas
desplazadas por el conflicto de 1948, considerado por Israel una
guerra de independencia y calificado de "nakbah" (catástrofe) por
los palestinos.
En noviembre de 2008, soldados israelíes desalojaron por la fuerza a
toda la familia. Ese mismo mes, Mohammad Al-Kurd, conocido como Abu
Kamel, murió de un infarto atribuido a la impresión que le causó lo
ocurrido.
En la década de los 90, la entonces secretaria de Estado (canciller)
estadounidense, Madeleine Albright, logró detener la construcción de
asentamientos israelíes en Ras Al-Amud, otra localidad de Jerusalén
oriental.
Los trabajos prosiguieron en cuanto ella abandonó el cargo, pero
activistas de derechos humanos lo recuerdan como un ejemplo de lo
que se puede lograr en los contados casos en que el principal aliado
de Israel lo somete a una intensa presión.
En cambio, la actual secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton,
emitió una suave reprimenda por la ampliación de asentamientos, que
calificó de "poca ayuda".
Por su parte, la Comisión Europea, órgano ejecutivo de la Unión
Europea (UE), reconoció en un documento interno filtrado a la prensa
a principios de este año, que las actividades de Israel en Jerusalén
y sus alrededores "constituyen uno de los mayores desafíos" a
superar para lograr un acuerdo de paz con los palestinos.
Es la segunda vez que la Comisión Europea reconoce el problema en
los últimos años, indicó Jeff Halper, del Comité Israelí contra la
Demolición de Viviendas. Pero nunca se han tomado medidas al
respecto.
Sin embargo, Halper se mostró confiado de que con el gobierno
estadounidense de Barack Obama y la repugnancia que causó el último
ataque de Israel al territorio palestino de Gaza, del 27 de
diciembre al 19 de enero, Washington y la UE se sientan obligados a
reclamar a Israel un verdadero cambio de conducta.
"La gente comienza a denunciar la situación como nunca antes",
señaló. Pero "es muy pronto para decir si los últimos
acontecimientos marcan el principio de una nueva era o es sólo un
fenómeno pasajero".
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