stamos dispuestos a hacer el sacrificio que sea necesario para limpiar la
suciedad que esa gente impone a Brasil". Así de tajante ha sido el presidente
brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, tras un fin de semana sangriento en el que
los enfrentamientos entre narcotraficantes sembraron de muertos —al menos
21— las favelas de Río.
Las imágenes llegadas en los últimos días desde Río mancharon la imagen de la
"Ciudad Maravillosa" sólo dos semanas después de ser elegida como "sede
olímpica".Un
helicóptero policial derribado a balazos por los narcos, autobuses incendiados,
batallones policiales recorriendo las favelas, conformaron un escenario que
convirtió la ciudad del carnaval en un espectáculo de la violencia y de
la muerte.
En los enfrentamientos fallecieron al menos 21 personas (15 presuntos
delincuentes, tres policías y tres trabajadores) y ocho más resultaron heridas.
Este
lunes, los agentes del BOPE (el Batallón de Operaciones Especiales) continuaban
desplegados en seis favelas en el norte de la ciudad, entre ellas Morro
dos Macacos, donde se desencadenaron los incidentes.
"Queremos arrestar a los narcotraficantes que participaron directa o
indirectamente en el ataque al helicóptero", afirmó Oderley Santos, portavoz de
la policía militar.
En las operaciones de este lunes han participado 4.000 efectivos, que han
incautado drogas y muchas armas, entre ellas ametralladoras y fusiles, lo
que confirma el poderoso arsenal que sigue en poder de los narcotraficantes,
pese a la dura ofensiva lanzada en los últimos meses por las fuerzas de
seguridad.
El presidente brasileño ya advirtió que la "limpieza" no será inmediata.
"Llevará tiempo resolver la violencia que generan estas bandas de
narcotraficantes", señaló Lula en Sao Paulo durante una conferencia de prensa
que celebraba con su homólogo colombiano, Álvaro Uribe, tras mantener una
reunión.
"Cuando se tiene un conflicto de esa magnitud entre bandas muchas veces quien
paga son los inocentes. Todo lo que el gobernador necesite estamos dispuestos a
darle", dijo Lula.
Poco antes, el gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, había anunciado que,
tras hablar con Lula, el presidente se comprometió a desembolsar las próximas
semanas recursos por valor de 100 millones de reales (unos 40 millones de euros)
para equipar a las fuerzas regionales de seguridad y, entre otras cosas, reponer
el helicóptero derribado.
Los frecuentes enfrentamientos entre bandas de traficantes de drogas por el
control de puntos de venta de drogas en las favelas y los tiroteos entre los
delincuentes y policías han convertido a Río de Janeiro en una de las
ciudades más violentas de Brasil.
Según la prensa local, los disparos que alcanzaron el helicóptero pusieron en
duda la capacidad de la policía para controlar los grupos criminales y retomar
el control del millar de favelas de la ciudad para garantizar la seguridad
durante los juegos.
"Aún tenemos mucho por hacer, tenemos un largo camino por delante y lo que pasó
este fin de semana lo demuestra", declaró el alcalde de Río, Eduardo Paes,
durante un evento en Londres.
Craig Reedie, miembro del comité ejecutivo del CIO ha recordado que antes de la
designación de Londres como sede de los Juegos de 2012 el 7-J era reciente, el
cuádruple atentado que dejó 52 muertos en julio de 2005, sin que nadie hable hoy
de evitar la ciudad por razones de seguridad.
"El CIO ha estudiado la seguridad", dijo. "Lamento profundamente lo que ha
sucedido en Río, pero debo decir que parece insignificante comparado con lo que
ocurrió en Londres en 2005".
El
gobernador fluminense Sergio Cabral ordenó el despliegue de 3.000 hombres en la
región del rebrote conflictivo.
Se trata
de un cuadro de violencia en gran escala que tiene como trasfondo la
seguridad de una capital que en 2014 será una de las sedes de la Copa Mundial de
Futbol y en 2016 albergará nada menos que los Juegos Olímpicos.
El
presidente Lula da Silva y el gobernador fluminense, socios políticos en el
escenario doméstico, juegan su prestigio en caso de no cumplir con el compromiso
que asumieron ante la FIFA y ante el Comité Olímpico Internacional cuando
dijeron que la seguridad en Río está garantizada.