riginalmente se había anunciado que el pacto sólo cubriría cuatro bases,
pero se reveló el martes que al ejército, a la Fuerza Aérea y a las fuerzas
navales se les daría acceso a un total de siete instalaciones dispersadas a
través de toda Colombia por un período de por lo menos diez años.
La mayor de estas instalaciones es la Base Aérea Palenquero, ubicada al norte
de la ciudad capital de Bogotá. Se ha reportado que es muy conveniente para el
aterrizaje de aviones que portan tropas y equipo. Otra base aérea en Malambo,
cerca de la ciudad caribeña de Barranquilla, no muy lejos de la frontera con
Venezuela. Se le ha dado a la marina de Estados Unidos acceso a dos bases, una
en Cartagena, ciudad porteña que bordea el Caribe, y otra en Bahía Málaga en la
costa del Pacífico. Otra de las bases se encuentra en la ciudad sureña de
Florencia, cerca de la frontera con Ecuador.
Informes acerca del pacto sobre las bases — aparentemente concordado entre el
presidente de Estados Unidos, Barack Obama y el presidente de Colombia, Álvaro
Uribe, a finales de junio - han provocado manifestaciones e inquietas
declaraciones de varios países latinoamericanos.
El periódico El Tiempo, que se publica en Bogotá, señaló que "es notoria la
ausencia de una pista cercana al Pacífico, por donde se mueven las principales
rutas del narcotráfico". La base de Manta estaba en la costa del Pacífico de
Ecuador.
Los Estados Unidos ya funciona con nueve bases militares en Colombia, con
cientos de elementos de personal y contratistas militares que asisten a las
fuerzas militares de Colombia, las cuales han luchado una prolongada guerra
contra el movimiento guerrillero FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia); guerra que ha resultado en la muerte de aproximadamente 40,000
personas y el desplazamiento de otros dos millones y medio de habitantes. Bajo
el Plan Colombia, que se iniciara en el 2000 durante el último año del gobierno
de Clinton, Washington ha invertido casi $5 billones en asistencia militar a
Colombia. Ningún otro país del hemisferio recibe asistencia de semejante índole.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha acusado a Estados Unidos de
querer establecer las bases para atacar a Venezuela. Puntualizó la semana pasada
que a Venezuela la estaban rodeando con bases.
Venezuela's President Hugo Chavez charged that the bases were being set up to
attack Venezuela. "They are encircling us with bases," he said last week.
Pero el comentario de Chávez, famoso por su retórica acídica contra
Washington, no fue el único.
Luis Ignacio Lula da Silva, presidente del Brasil, dijo que le preguntaría a
Obama directamente cuales eran los motivos de Estados Unidos en establecer las
bases. Lula añadió durante una reunión la semana pasada con la presidente de
Chile, Michelle Bachelet, que las nuevas bases estadounidenses en Colombia no lo
hacían muy feliz.
Lula regresó al mismo tema luego durante la semana y expresó cierta inquietud
acerca de las bases colombianas, las cuales podrían tener alguna relación con el
despliegue de la Cuarta Flotilla, la cual ha sido reactivada luego de medio
siglo para patrullar las aguas de Centro y Sudamérica. Esto sucede a medida que
recientemente se han descubierto grandes reservas petrolíferas cerca de la costa
de Brasil, el cual ha expresado inquietudes de que las bases militares en la
región podrían presentar una amenaza al Amazonas. Debido a que la región que el
río abarca contiene recursos que todavía no se han explotado, la clase
gobernante del país y su gobierno consideran que ésta es una cuestión
estratégica.
Por su parte, Bachelet describió como "inquietante" el plan para las bases.
Para debatir el tema, los dos acordaron convocar una reunión del Consejo de
Defensa Sudamericano, agencia de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la
cual se estableció para fomentar la integración de Latino América al unir los
bloques comerciales de MERCOSUR, México y varios otros países.
No obstante, el presidente colombiano Uribe anunció que no asistiría a la
reunión de UNASUR. Más bien optó por una gira a través de Latinoamérica para
reunirse con los mandatarios de casi todos los países que integran la unión, con
las excepciones de Correa (Ecuador) y Chávez (Venezuela), quienes han sido los
críticos más feroces del pacto entre Colombia y Estados Unidos. Un vocero del
gobierno colombiano ha anunciado que Uribe tiene toda intención de hablar sobre
el tema del "terrorismo" en su propio país.
El pacto también fue ferozmente criticado por el ministro de Relaciones
Exteriores de Brasil, Celso Amorim, y por su contraparte española, Miguel Ángel
Moratinos.
El periódico Folha de São Paulo citó a Amorim diciendo que al gobierno
brasileño le inquietaba que el pacto sobre las bases parecía tener objetivos
estadounidenses mucho más allá de la situación interna de Colombia. Pero el
ministro rehusó comentar acerca de si el acuerdo contradecía las promesas de
Obama, durante su campaña electoral para la presidencia, de no intervenir en
Latinoamérica y desmilitarizar las relaciones con la región.
Amorim dejó claro que el acuerdo se hizo sin la participación de Brasil y
agregó que se recitaba mayor "transparencia". Señaló a la aparente contradicción
entre las frecuentes declaraciones del gobierno de Colombia que ha aplastado al
movimiento FARC al mismo tiempo que lo invoca como amenaza para justificar un
incremento indebido de la presencia militar estadounidense en el país.
El ministro de Relaciones Exteriores español comentó que el militarismo debía
evitarse en Latinoamérica y que ello no era la mejor reacción posible a los
problemas de la región.
El gobierno de Obama despachó al General Jim Jones, asesor sobre la seguridad
nacional de Estados Unidos, a Brasilia para entablar un diálogo acerca del pacto
sobre las bases con Amorim y el Ministro de Defensa brasileño, Nelson Jobim.
Se esperaba que los funcionarios brasileños plantearan el siguiente problema
entre otros: el significado de un documento emitido por la Fuerza Aérea de
Estados Unidos que identifica la base aérea en Palenquero como parte de una
estrategia estadounidense mucho más amplia para extender el poderío militar
yanqui en todo el hemisferio.
El documento, emitido por el Comando de Movilidad Aérea, nota lo siguiente:
"Hasta recientemente, las inquietudes acerca de la seguridad en América del Sur
se han centrado en la misión para ponerle paro al narcotráfico. Esa misión no ha
requerido el uso de bases aéreas estratégicas para llevarlas a cabo.
Recientemente, USSOUTHCOM [Comando del Sur de Estados Unidos] ha mostrado
interés en establecer un lugar en el continente sudamericano que podría
utilizarse...para poner en práctica actividades de movilidad".
Continúa con que la base en Palenquero había sido identificada para tales
propósitos. "Desde esta ubicación, un C-17 podría cubrir casi la mitad del
continente sin tener que abastecerse de combustible. Si hay combustible debido
en el lugar destinatario, un C-17 podría cubrir todo el continente con la
excepción de la región del Cabo de Hornos en Chile y Argentina.
Además, como puntualizara recientemente Gary Leach, del Colombia Journal [http://colombiajournal.org/colombia313.htm],
bajo el gobierno de Obama la índole de la ayuda militar yanqui que se expandió
bajo el Plan Colombia ya va cambiando marcadamente, lo que indica la
agudización, no la disminución, del militarismo estadounidense.
Aunque el programa de asistencia que se ha propuesto para 2010 representa una
pequeña reducción ($518 millones en comparación a $545 billones) de la cantidad
que el gobierno de Bush extendiera, la porción dirigida a las fuerzas militares
colombianas ha aumentado en el 30%. La que se ha destinado a las unidades
policíacas contra el narcotráfico ha sido reducida en un 13%.
Leach también nota que, aunque a las fuerzas yanquis que funcionan en la Base
Manta en Ecuador se les prohibió formalmente asistir a los militares colombianos
en su guerra civil contra la FARC, no habrá ninguna restricción a los aviones
que vuelan de las nuevas bases aéreas colombianas.
Leach concluye que "El programa de asistencia de Obama indica que su nuevo
gobierno en Washington no sólo ha de continuar la política militarista del
gobierno de Bush, sino que la está intensificando".
Un volcán de insultos por parte del gobierno derechista de Uribe en Bogotá,
además de la creciente controversia acerca del acuerdo con Colombia en cuanto a
la base aérea estadounidense, ha estallado. Ha acusado al Presidente Correa del
Ecuador de aceptar contribuciones para campañas políticas de la FARC. También ha
acusado al gobierno de Chávez de abastecer a los guerrilleros colombianos con
armas, haciéndole hincapié a lo que se supone es un nuevo descubrimiento:
cohetes teledirigidos suecos que originalmente habían sido vendidos a Venezuela
en un campamento de la FARC que había sido vencido y abandonado.
La reacción de Chávez fue retirar a su embajador de Colombia y amenazar con
cancelar todo comercio entre las dos naciones. Ecuador rompió relaciones con
Bogotá en marzo del año pasado luego que las fuerzas militares colombianas, con
el apoyo del Pentágono, invadieran territorio ecuatoriano con una redada contra
las fuerzas de la FARC que se habían refugiado en ese país. Veinticuatro
personas resultaron muertas en ese ataque, inclusive el segundo jefe del grupo,
Raúl Reyes. Éste estaba en medio de negociaciones para lograr la liberación de
varios rehenes.
El New York Times le añadió gasolina a la campaña de Colombia contra
Venezuela esta semana con la publicación de un artículo, escrito por Simón
Romero, que incluye acusaciones, sin prueba alguna, que funcionarios venezolanos
habían abastecido a la FARC con armas y otras materias. El periódico dio a
entender que la historia se basaba totalmente en "material obtenido de una
agencia de espionaje", aparentemente la CIA.
Evidentemente, la gran inquietud de las élites gobernantes de Brasil, Europa,
China y otros países latinoamericanos es que el imperialismo yanqui está
alistándose para utilizar el poderío que le queda en la región para
contrarrestar la decadencia de su influencia y su peso económico en toda
Latinoamérica. La clase capitalista brasileña, que más y más se vale de su
creciente poder económico para imponer su hegemonía sobre Sudamérica, ha
reaccionado con tanta firmeza porque considera que su posición en el continente
y sus intereses en cuanto alas ganancias se ven amenazadas.
La intensificación de la presencia militar yanqui en Colombia, junto con el
papel que Washington jugara en el golpe de estado derechista que recientemente
tomó lugar en Honduras, deja otra cosa clara: toda la retórica de Obama en
cuanto a una "asociación igualitaria" y el "respeto mutuo" significa que el
imperialismo estadounidense se ha preparado para usar los métodos tradicionales
de la agresión militarista y la violencia contrarrevolucionaria para no ceder su
dominio sobre una región que por largo tiempo ha considerado su "patio trasero".