os golpistas "son apoyados por los 'halcones' de
Washington, no por el Gobierno de (Barack) Obama", aclaró Zelaya durante una
recepción en la alcaldía de Ciudad de México, en su segundo día de visita a este
país.
Se trata de "grupos de altísimos conservadores en Washington que hablan de
democracia al interior y para fuera promueven dictaduras y actividades casi
terroristas", agregó.
A su juicio, los golpistas "están derrotando a los presidentes de América
Latina, que no han podido revertir el golpe, y a Estados Unidos, al que, aunque
ha tomado medidas, todavía le falta suficiente acción".
Las izquierdas en Latinoamérica que dejaron las armas en décadas pasadas
"empiezan a ver que han sido engañadas" porque "las leyes que han promovido no
se han materializado en beneficios para la sociedad", manifestó.
Tras reiterar que la solidaridad internacional todavía "no es suficiente",
recordó que el golpe ya cumple 37 días, tiempo en el que "el pueblo está de pie
en las calles, resistiendo violaciones a los derechos humanos y asesinatos", que
cifró en seis.
"Lucho por mi restitución pacífica", insistió Zelaya, al recalcar que
renuncia "a la guerra y a la violencia".
Según el presidente depuesto, la crisis política en Honduras no es coyuntural
sino que nace de las serias desigualdades que existen en su país, donde 7,5 de
cada diez ciudadanos viven en niveles de pobreza, afirmó.
Por ello, sostuvo, él trataba de "buscar respuestas a estos problemas", lo
que originó "irritación en la clase gobernante", la cual "se ha asociado en
grupos para impedir que otros puedan aprovechar sus beneficios", manifestó el
gobernante depuesto.
Durante la recepción, el alcalde de la capital mexicana, Marcelo Ebrard, le
entregó las llaves de la ciudad, una medalla y un pergamino que le reconoce como
"huésped ilustre" de la urbe.
Ebrard se refirió a Zelaya como "el presidente legítimo y legal" de Honduras,
y expresó su "adhesión más plena" a la causa que representa para toda América
Latina, así como su "más absoluto rechazo y condena" al golpe.
Tras la ceremonia, Zelaya se trasladó al Teatro de la Ciudad de México, donde
sus simpatizantes han convocado un acto de solidaridad con su causa, y después
se desplazará al Congreso mexicano.