(IAR
Noticias)
11-Abril-09
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En La Habana. El presidente cubano, Raúl
Castro, se reunió con su par venezolano Hugo Chávez el viernes 10
de abril.(Foto EFE) |
Allí se anunciarían cambios importantes en relación a Cuba, narcotráfico e
inmigración.
Por
Marcelo Cantelmi -
Clarín
Si con el encuentro del G-20 de comienzos de mes en Londres no convenía
comprometer exageradas expectativas debido a la profundidad de la crisis
financiera, quizá sí corresponda una actitud más optimista con respecto a la
Cumbre de las Américas en Trinidad y Togado de la semana entrante.
Ese encuentro que, desde lo formal significará la presentación para la región de
Barack Obama, posiblemente abra paso a una importante mutación del vínculo que
Washington ha mantenido con el hemisferio y, por lo menos, la reconsideración de
algunas de las demandas que el sur de las Américas ha mantenido con su poderoso
vecino.
Los espacios de discusión en esa cumbre y hacia adelante girarán en torno a
cuestiones como nuevos criterios para combatir el narcotráfico con eje en el
consumo y menos en la producción.
También promete ser la puerta para modificaciones gruesas en la relación con
Cuba, entre ellas ciertas medidas unilaterales incluyendo que la cancillería
norteamericana retire a la isla comunista de la lista de estados que patrocinan
el terrorismo.
Todos estos planteos fueron anticipados siquiera como metas de análisis por la
Brookings Institution, un influyente grupo de reflexión que preside el ex
vicecanciller de Bill Clinton, Strobbe Talbot. Su acceso al gobierno lo prueba
el hecho de que uno de los miembros de este think tank, Jeffrey Davidow, fue
designado por la Casa Blanca para organizar del evento de Trinidad y Tobago. Y
otro de sus integrantes, Carlos Pascual, va a camino a convertirse en el próximo
embajador de EE.UU. en México.
Hay por lo menos cuatro puntos que estarán sobre las mesas del debate, aunque no
serán los únicos, veamos: energías alternativas y el cambio climático; el
conflicto por la inmigración; la integración comercial; y el combate al
narcotráfico.
En la nómina asoman también Cuba y el desafío creciente, debido a la crisis
mundial, de la ausencia de créditos para la región.
Si se comienza con ese último dato, es nítido que la inyección de dinero que en
la cumbre del G-20 recibió el FMI de 1,1 billones de dólares (poco más que el
PBI de Brasil), tendrá como destino aliviar la crisis en el Este europeo.
Los directorios del Banco Mundial y del FMI los integran 28 directores
ejecutivos, ocho de ellos representan a Europa y tres a America latina. "Adivine
usted a dónde irán a parar mayoritariamente los fondos", dijo no hace mucho
Moises Naim, director de Foreign Policy y también miembro de la Brookings.
La alternativa que se plantea es recapitalizar al Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) con hasta 180 mil millones de dólares, más de tres veces su
capital actual. Por cierto, y como siempre, no es claro de dónde saldrán esos
recursos.
Si separamos tema por tema, la visión sobre el resto de la agenda sería la
siguiente: la iniciativa con relación a Cuba es levantar las restricciones para
viajes de norteamericanos a la isla; la cuestión antedicha de la lista sobre
terrorismo y remover cualquier traba a las remesas así como promover
intercambios binacionales. Es casi el fin del embargo.
La pregunta es si Obama tiene fuerza política para llevar adelante esa
propuesta. La respuesta en la Brookings es que sí. La realidad no lo confirmaría
con tal claridad.
El combate al narcotráfico tiene al menos dos dimensiones. Por un lado el giro a
una batalla no sólo contra la producción sino con mucho mayor énfasis en el
consumo, lo que centraría la estrategia sobre el mayor cliente, es decir EE.UU.
El planteo es porque se sostiene que sólo reprimir la producción en los países
productores -como Perú, Bolivia o Colombia- lleva a que los narcos se corran a
otras naciones.
El crecimiento de las mafias en México sería un ejemplo de ese proceso. El otro
aspecto involucra detener el trasiego de armas. "Dos mil armas entran cada día
desde EE.UU. a México", sostiene una de las fuentes.
En la cuestión comercial Washington pretende volver a la negociación
multilateral que quedó frenada tras el fracaso del ALCA, el acuerdo de libre
comercio de las Américas y que fue desbaratado por el empresariado sudamericano
dudoso de los supuestos beneficios de una apertura indiscriminada como la que se
proponía.
Los acuerdos de libre comercio bilaterales que impulsó George Bush en relevo de
aquella iniciativa son considerados por la actual administración como una
alternativa de segunda ("the best b"). Este giro no implicaría abandonar los
acuerdos ya negociados con Panamá y Colombia que, en opinión de estos analistas,
deberían ser ya consagrados por EE.UU.
Sin embargo, al igual que con las dudas sobre el fondeo para el BID, no queda
claro cómo se podría avanzar a un acuerdo multinacional en particular con el
condicionante de la actual crisis.
El otro tema es el destino de la ronda Doha de la OMC para la liberación del
comercio.
El punto es que el norte mundial reduce pero no totalmente los subsidios al agro
y, a cambio de esa baja, demanda una apertura de los mercados del sur al ingreso
de bienes con valor agregado. La ecuación no parece resultar aunque a Brasil la
acepta más que Argentina. Una solución solo surgiría, afirma esta organización,
de un acuerdo entre Buenos Aires, Brasilia y Washington. Es, reconocen, una meta
más ideal que realista de modo que no se esperan avances al respecto.
El capítulo de los combustibles alternativos (biocombustibles en lugar de
petróleo) posiblemente avance si EE.UU., elimina al menos de modo gradual, el
arancel contra el etanol importado (54 centavos por galón), un beneficio
considerable para Brasil.
Esa cuestión tiene que superar un tremendo lobby pero es una apuesta política
concreta de esta Casa Blanca. También habrá un fuerte capítulo sobre la cuestión
medio ambiental.
Por último Obama no podrá eludir las presiones para aliviar el problema de la
inmigración. Ideas: implantar una visa de tres etapas, temporaria, provisional y
permanente, con puntos. Elevar las cuotas de ingreso según las necesidades de
mercado (1,5 millón por año). Y eliminar toda traba al envío de remesas. |