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(IAR
Noticias)
27-Agosto-09
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Un grupo de inmigrantes ilegales rescatados cerca de la Lampedusa, isla
italiana.
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La muerte de más de 70 inmigrantes por el naufragio de una barcaza cerca de
las costas italianas ha tensado las relaciones entre el Gobierno italiano y el
Vaticano, cuyo 'ministro' de Inmigración, monseñor Antonio Maria Vegliò, llamó
la atención hace pocos días sobre las posibles responsabilidades políticas de la
tragedia.
IAR
Noticias
/
Europa
Press
El naufragio ha vuelto a plantear la duda sobre la posible omisión de socorro
por parte de Malta, pero también ha servido para retomar el debate sobre la
línea dura que está demostrando el Gobierno italiano con respecto al fenómeno de
la inmigración.
Uno de los aspectos más criticados, tanto por parte del Vaticano como por los
partidos de la oposición y numerosas organizaciones humanitarias es la ya
habitual devolución directa de los inmigrantes a las costas de Libia, que es de
donde suelen partir este tipo de embarcaciones clandestinas.
Este modo de proceder vulnera el derecho de los inmigrantes a solicitar asilo
político. De hecho, muchos de los inmigrantes que zarpan de Libia proceden de
países en guerra o donde impera un régimen dictatorial, tales como Somalia o
Eritrea. Precisamente éstas eran las nacionalidades de los fallecidos en la
última tragedia.
En este contexto, Vegliò, que preside el Consejo Pontifico para los Inmigrantes
del Vaticano, recordó que "todo migrante es una persona humana y como tal posee
derechos fundamentales inalienables que deben ser respetados por todos y en toda
situación", en clara alusión a las posiciones adoptadas tanto por Malta como por
Italia.
Acto seguido, el ministro italiano de Simplificación, Roberto Calderoli, aseguró
que la postura de Vegliò no refleja la del Vaticano y que "a menudo" el alto
prelado ha sido "contradicho" por la misma Iglesia.
El intercambio de declaraciones entre el Gobierno que dirige Silvio Berlusconi y
el Vaticano vive un nuevo episodio tras la publicación de una nota de prensa en
la que Vegliò calificó las palabras de Calderoli de "inaceptables y ofensivas".
"Nunca he sido contradicho por la Santa Sede", aseguró, añadiendo además que
"como jefe de dicasterio" las declaraciones que hace son precisamente "en nombre
de la Santa Sede", según detalla un comunicado emitido por la sala de prensa del
Vaticano.
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