(IAR
Noticias)
19-Junio-09
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Los presidentes Luiz Inacio Lula da Silva (Brasil), Dimitri Medvediev (Rusia)
y Hu Jintao (China), acompañados por el primer ministro Manmohan Singh (India)
durante la reunión del BRIC.(Foto AP)
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Esperábamos una "divisa BRIC" (Ver Bajo la Lupa 7,
10 y 14/6/09) y los magos del nuevo orden multipolar, el presidente ruso
Dimitri Medvediev y su homólogo chino Hu Jintao, se sacaron de la manga
"la divisa del Grupo Shanghai" (Shanghai Cooperation Organization: SCO,
por sus siglas en inglés) que "apoyó la propuesta rusa de usar las divisas
nacionales en sus intercambios, así como introducir una moneda común del
grupo" (RIA Novosti, 16/6/09).
Por Alfredo Jalife-Rahme - La Jornada, México
¿Se creó la "divisa del Grupo Shanghai"? Esta nueva divisa, que proponemos sea
llamada "divisa Shanghai", será, según RIA Novosti, "similar a la unidad
monetaria europea, que fue usada hasta la introducción del euro en 1999".
El hexapartita Grupo Shanghai (con "observadores" de enorme peso como India,
Irán y Pakistán, además de Mongolia) fustigó "la presente estructura del
sistema mundial de divisas, dominado por el dólar como la principal divisa de
reserva global, lo cual se encuentra lejos de lo ideal", y consideró que "la
aparición de nuevas divisas de reservas era inevitable (sic)".
Dmitri Medvediev, el anfitrión estrella, arremetió contra la unipolaridad del
dólar antes, durante y después de las Cumbres Shanghai y BRIC: "el presente
conjunto de divisas de reserva y la principal divisa de reserva, el dólar, han
fracasado en funcionar como debieran", y propulsó el "rublo como divisa de
reserva en el futuro cercano".
La cumbre Shanghai se acopló a la cumbre del BRIC: las dos grandes potencias
euroasiáticas globales, Rusia y China, optaron por levantar la puja de la
reforma del caduco orden financiero mundial mediante el Grupo Shanghai, en
lugar de la cumbre del BRIC. Esta sutileza no es menor, ya que Brasil e India
(miembros del BRIC) no pertenecen al Grupo Shanghai (aunque Nueva Delhi figure
como "observador").
La transmutación operada en la misma ciudad de Yekaterinburg pareciera haber
optado por la "divisa Shanghai", bajo la protección nuclear de una agrupación
más cohesiva que lleva ocho años de edificación, en lugar de la "divisa BRIC"
que hubiera tomado mucho mayor tiempo implementar.
Tampoco se debe soslayar el traslape funcional que existe entre el Grupo
Shanghai, añejo de ocho años, con el recién entronizado BRIC, precisamente a
través de sus dos miembros comunes: Rusia y China.
La cumbre cuatripartita del BRIC, donde sorpresivamente brilló el tema
energético, que supuestamente correspondía al Grupo Shanghai en exclusiva,
"apoyó el diálogo energético y su estímulo", así como "el empuje de las
inversiones en dicho sector" y "la coordinación y cooperación entre
productores y consumidores, incluidos los países de tránsito, con el fin de
reducir la incertidumbre y asegurar la estabilidad y continuidad".
El BRIC se pronunció por la "diversificación de los recursos energéticos y el
abastecimiento de productos energéticos, que incluya la energía renovable".
También apoyó sutilmente la incorporación de India y Brasil como miembros
permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y anunció que su segunda cumbre
se llevará a cabo el año entrante en Brasil, lanzado así a la estratósfera
geoeconómica.
El periódico oficioso chino People’s Daily (16/6/09) no oculta el cambio de
paradigma global que se escenificó en Yekaterinburg: "una crisis económica
grave implica la reconfiguración del mapa económico global y un nuevo orden en
la moderna historia mundial; sin embargo, esto es absolutamente (¡súper sic!)
inevitable e independiente de la voluntad humana. Frente al deterioro de la
presente crisis financiera, la situación parece mejor para los países del BRIC
y el papel que jugarán en la economía global. Así, existen bases para que los
analistas predigan que las economías emergentes del BRIC probablemente asuman
el liderazgo para salir de la recesión económica global".
Una cosa quedó clara en Yekaterinburg: el BRIC, una agrupación geoeconómica de
reciente nacimiento oficial, es probable que de ahora en adelante funcione
bajo la sombra militar del Grupo Shanghai. En términos pulcramente
geoeconómicos el BRIC se volvió el primer competidor global, si no el
sustituto, del agónico G-7.
Horas antes de la cumbre del BRIC, Arkady Dvorkovich, principal asesor
económico de Dimitri Medvediev, anticipó la voluntad de Rusia de "invertir
parte de sus reservas monetarias en bonos emitidos por Brasil, China e India"
(Ap, 16/6/09).
Rusia y China, atoradas en la trampa global del dólar (y su irresponsable
impresión de billetes que subsidia su belicismo planetario), buscan
desesperadamente diversificar sus cuantiosas reservas en otro tipo de
instrumentos financieros, por lo que Arkady Dvorkovich propuso "revisar la
manera en que se valoran las obligaciones del Fondo Monetario Internacional
(FMI)" y exhortó a que "el rublo, el yuan y el oro (¡extra-súper-sic!) formen
parte de una categoría revisada de monedas", con el fin de "formar la
valoración de los Derechos Especiales de Giro (SDR, por sus siglas en
inglés)", que representan la unidad monetaria contable del FMI.
Actualmente los SDR reflejan el viejo orden monetario mundial mediante una
canasta de divisas en la que predomina el dólar, al unísono del euro, el yen
nipón y la libra esterlina, lo cual es una enorme aberración.
La cúpula rusa ha emitido señales encontradas para iniciar las exequias
formales del dólar, mientras Dvorkovich se encarga de diluir el ímpetu de su
jefe Dimitri Medvediev, quien ha encabezado con China y Brasil el fin de la
hegemonía del dólar: "existe un entendimiento (sic) de que la última cosa que
necesitamos ahora son turbulencias en los mercados financieros", por lo que
"nadie desea la ruina (¡súper sic!) del dólar, incluyéndonos a nosotros" (The
Economic Times, 16/6/09).
A nuestro juicio, las cuantiosas reservas del BRIC –paradójicamente en dólares
y prácticamente 40 por ciento de las reservas totales de las divisas
mundiales– poseen la capacidad letal para sepultar al dólar, pero al precio
quizá de su propio suicidio, ya que no existe todavía una divisa alterna. Y
ésta representa precisamente la gran tarea conjunta tanto del Grupo
hexapartita de Shanghai como del cuatripartita del BRIC.
Con antelación a la cumbre del BRIC, el canciller brasileño Celso Amorim
sentenció que "el G-8 está muerto" y comentó "que el BRIC tendrá mayor
influencia global que algunos países del mismo G-8 en la presente situación
económica" (Xinhua, 15/6/09). Habría que corregir respetuosamente al
visionario canciller brasileño, ya que la verdadera defunción sucede ya en el
seno del G-7 (sin Rusia) que en el G-8 (con Rusia).
Quiérase o no, Rusia se convirtió en la bisagra de transición del viejo orden
financiero internacional, mediante su incrustación en el moribundo G-8, al
incipiente nuevo orden financiero global como uno de los líderes del
cuatripartita BRIC y del hexapartita Grupo Shanghai.
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