imbólicamente, la cita de la Alianza Atlántica,
creada el 4 de abril de 1949 para contrarrestar la amenaza soviética, tendrá
lugar en tres ciudades fronterizas de Francia (Estrasburgo) y Alemania (Baden
Baden y Kehl), dos potencias enfrentadas en tres guerras entre 1870 y 1945.
Estas ciudades, que son escenario de manifestaciones antimilitares, han sido
prácticamente sitiadas por las fuerzas del orden, desplegadas para controlar
"riesgos de seguridad mayores", en palabras de la ministra francesa del
Interior, Michele Alliot-Marie.
Para los líderes políticos, a los fastos de aniversario, se sumará la
celebración por la ampliación esta semana de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) a 28 miembros con la entrada de Albania y Croacia.
Pero, más allá del carácter conmemorativo, los jefes de Estado y de gobierno
examinarán con lupa la nueva estrategia en Afganistán de Obama, que pretende
convencer a sus socios de implicarse más en lo que representa la mayor misión de
la historia de la OTAN y también la más compleja. La fuerza internacional
dirigida por la Alianza Atlántica en Afganistán, la ISAF, lleva a cabo desde
2003 una ardua guerra con los talibanes que utilizan el vecino
Pakistán como retaguardia y están lejos de ser derrotados.
Responsables militares indicaron esta semana que Obama decidirá el próximo
otoño sobre el envío de unos 10.000 soldados adicionales, además de los 21.000
ya anunciados, que se sumarán al contingente estadounidense actual de unos
38.000 militares.
La ISAF cuenta actualmente con 60.000 soldados de 42 países y el objetivo del
presidente estadounidense es poder retirarse de Afganistán con la cabeza alta,
una vez erradicada la insurgencia e instaurada una democracia estable en el
país.
El mensaje de Obama, que efectúa su primera gira europea, fue escuchado el
martes en La Haya por los participantes en una gran conferencia internacional
sobre Afganistán, que prometieron una mejor coordinación de los aspectos
militares y civiles en el país.
Esta buena voluntad podría traducirse con el anuncio durante la cumbre del
envío de unos 450 efectivos suplementarios por parte de España, Francia, Italia,
Holanda y Portugal para la formación de la policía y la gendarmería afganas.
El futuro de la Alianza Atlántica también será examinado durante la cumbre
del viernes y el sábado, aunque el ministro alemán de Relaciones Exteriores,
Frank-Walter Steinmeier, ya adelantó que la OTAN se mostrará muy prudente a la
hora de aceptar nuevas misiones. La OTAN sólo debería asumir "nuevas tareas
cuando éstas aporten seguridad a la alianza", dijo el jueves Steinmeier a la
prensa alemana.
Otro eje de la cumbre serán las complicadas relaciones entre la OTAN y Moscú,
afectadas desde el conflicto ruso-georgiano de agosto de 2008 y el proyecto de
escudos antimisiles norteamericano en Europa Central.
Los aliados discutirán además sobre la situación en Kosovo, tras el polémico
anuncio de retirada de las tropas españolas de ese territorio que levantó una
polvareda entre sus socios.
La cumbre se desarrollará bajo un imponente dispositivo de seguridad. Alliot-Marie
reconoció el jueves que existen "riesgos de seguridad mayores" tanto
"terroristas" como de extremistas que "llamaron a través de internet a la
desobediencia civil" en Estrasburgo. En esta pequeña ciudad, sede del
Europarlamento y del Consejo de Europa, se desplegaron unos 9.000 policías para
vigilar las manifestaciones previstas para el sábado y en las que se esperan
unas 50.000 personas.
Varios cientos de militantes antiOTAN y la policía se enfrentaron brevemente
el jueves por la tarde cuando los manifestantes intentaban dirigirse al centro
de Estrasburgo, con un saldo de unos 300 activistas detenidos.