os líderes mundiales acordaron cuadriplicar la capacidad financiera del FMI
a US$1 billón (millón de millones) para manejar las crisis en los países en
desarrollo y le encargaron al Fondo monitorear si los países del G-20 están
estimulando sus economías suficientemente y reformando sus sistemas regulatorios.
Además, le pasaron otra tarea: dar señales de alerta tempranas de problemas
financieros que se agravan.
"El FMI está de vuelta", dijo el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn.
"Hoy tenemos la prueba".
Las tareas asignadas sin dudas pondrán a prueba la capacidad del FMI para
reprender a sus 185 países miembro. El FMI generalmente emite advertencias
privadas, no públicas, que los gobiernos de países poderosos suelen ignorar.
Más recientemente, el FMI ha hecho campaña para que los gobiernos aumenten
sus gastos de estímulo en 2% del Producto Interno Bruto, pero no dijo cuáles
países no habían cumplido con la meta.
Esta exposición pública "podría producir una respuesta defensiva", afirmó el
funcionario número dos del FMI, John Lipsky, antes de la cumbre del G-20. "Para
ser efectivo, tal vez sea necesario ser visto como constructivo". Strauss-Kahn
aseguró que les advirtió a los líderes del G-20 que quizás no les gusten las
advertencias que el FMI hará en el futuro.
En el frente financiero, el FMI tenía US$250.000 millones en fondos para
préstamos antes de la crisis, y desde entonces ha prestado US$50.000 millones.
Strauss-Kahn quería duplicar esa cantidad, pero el G-20 fue más generoso.
La cumbre aprobó un alza de diez veces a un fondo de emergencia especial, a
US$500.000 millones. EE.UU. ha aportado unos US$100.000 millones a ese fondo;
Japón y la Unión Europea otorgarán préstamos de US$100.000 cada uno. Se prevé
que China contribuya US$40.000 millones, aunque es probable que eso se convierta
en la compra de lo que sería el primer bono del FMI. A su vez, Brasil podría
aportar fondos al FMI por primera vez en la historia, informó el gobierno, pero
aún no sabe cuánto contribuiría.
Muchos de los préstamos serán destinados a grandes países en vías de
desarrollo cuyas políticas son consideradas saludables, pero que están bajo
amenaza por la recesión global. El miércoles, México informó que busca hasta
US$48.000 millones bajo una nueva línea de crédito del FMI que no requiere que
los países realicen cambios en su política económica. Además, el FMI planea
entregar US$250.000 millones a sus miembros en lo que se llaman Derechos
Especiales de Retiro (SDR), un tipo de moneda del FMI que puede ser cambiada por
dólares, euros, yen y otras monedas duras.