ara los jefes de policía, ejército y otras instituciones de seguridad, ya
comenzaron los dolores de cabeza y también para los londinenses, que ya han sido
advertidos que el 1 y el 2 de abril es preferible evitar visitas al centro de la
ciudad, porque será muy complicado llegar en coche, caminar por las calles, e
incluso acudir al trabajo.
Para nadie es novedad que el Centro de Conferencias ExCel (Exibition &
Conference Centre London) estará rodeado de varios cinturones de seguridad y que
también se reforzarán las medidas de seguridad en zonas claves de la urbe
londinense.
Al mismo tiempo, en algunos sectores Londres domina el temor de que
reforzando la seguridad en el centro, se perderá el control en el resto de la
urbe que será arrasada por la ola de manifestantes.
Organizaciones anarquistas, antiglobalistas y demas "istas" de izquierda,
extrema izquierda y centristas, han prometido que, antes, durante y después de
la cumbre el G-20, la situación de orden público en las calles y plazas de
Londres será más que compleja.
Las precauciones llegaron a tal punto, que la Cámara de Comercio en una
declaración difundida el pasado 23 de marzo, recomendó a todos ejecutivos que
trabajan en la City de Londres (banqueros y financistas) no usar el traje a
rayas y corbata característico en la City.
La institución también aconsejó a todas las compañías con sede en ese centro
financiero mundial comenzar el trabajo más tarde, abandonar las oficinas antes
del horario habitual y aplazar las reuniones fijadas para primeros días de
abril a fechas posteriores.
La opinión general es que los manifestantes, antes que todo quieren expresar
su repudio al anfitrión del encuentro, el primer ministro británico Gordon Brown.
Según la prensa, en Inglaterra ya están cansados de su irrelevancia y
recuerdan que en calidad de ministro de finanzas, apoyó la "auto-regulación y
auto-depuración del mercado", lo que precisamente desató la actual crisis
económica y financiera global.
Muchos países socios del Reino Unido en la Unión Europea (UE) tampoco están
contentos con el anfitrión.
En Europa muchos recuerdan que durante los años de bonanza financiera, Brown
desde su despacho como titular de Finanzas, explicaba con satisfacción a la
Europa continental sobre las ventajas de regulación libre de los mercados y la
intervención flexible del mercado de mano de obra.
Como resultado de esas recetas, ahora Inglaterra se encuentra en la situación
económica mucho más deplorable que otros países de la UE.
Como destacó el rotativo The Guardian, "en Europa hay muchos decididos a
impedir que en la cumbre del G-20 Brown salga como el salvador del mundo", si
eso es así, será muy arriesgado pronosticar éxitos a esa cumbre.
Las expectativas en torno a la cumbre ya se expresan en la terminología de
los marinos, "dar marchar hacia atrás".
Nadie espera que se produzca otro milagro como el de Roosevelt en tiempos de
la Gran Depresión, y son muy escasas las probabilidades de que en Londres se
formalice un nuevo Bretton Woods.
Recordamos que el encuentro de Bretton Woods cerca a Washington en 1944,
creó el actual orden financiero mundial, estableció la cotización fija de las
divisas y fijó las bases para la fundación del Banco Mundial (BM) y el Fondo
Monetario Internacional (FMI).
Lo que pasa es que hay que reconocer que entre los líderes del G-20 no se ha
producido la "química apropiada" para lograr una reestructuración radical de los
fundamentos de sistema financiero mundial.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quiere que la cumbre centre su
atención en el restablecimiento y el aumento de los puestos de trabajo mediante
la intervención del estado en la economía.
En tanto, los europeos, como el presidente francés, Nicolas Sarkozy y la
cancillera de Alemania, Ángela Merkel consideran que sus gobiernos ya han
intervenido en sus economías lo suficiente, y que llegó el momento de cambiar
las normas de funcionamiento de los mercados financieros en general.
Con más firmeza que otros, Berlín insiste en el cierre de los denominados
"casinos y burbujas financieras", implantar cambios radicales en el
funcionamiento de la Bolsa, someter a estricto control a los fondos, créditos
tóxicos, derivados y al resto de instrumentos financieros de transparencia
dudosa.
Es decir, todos los mecanismos que permitan ganar dinero "fácil y rápido",
en resumen, la implantación de una regulación estatal rigurosa en los mercados
financieros.
La mayoría de los expertos, opinan que la cumbre como la que ha sido
convocada en Londres no está en capacidad de solucionar problemas tan complejos
como los que afronta la economía mundial actualmente.
Si el grupo del G-8 siempre tuvo divergencias importantes, ¿qué se puede
esperar del G-20?.