n esta fase de la decadencia de EU, en el contexto de la delicada crisis
multidimensional global –en particular, el fin del paradigma neoliberal y su
grave crisis financiera–, es Hillary Clinton, la poderosa secretaria de Estado,
quien sacó a relucir el término ruso perezagruzka, de 12 letras, que
significa reactivación
. Sus traductores rusos del Departamento de Estado,
también en franca decadencia lingüística, se equivocaron por el término más
corto de peregruzka, de 10 letras, que significa recargado
, lo
cual provocó la protesta simpática del canciller ruso Sergei Lavrov (Breitbart,
8/3/09).
Muy hábil, Hillary, supo sortear el vendaval semántico cuando en realidad su
intención se centra, primero, en descongelar las deterioradas relaciones entre
EU y Rusia, y luego, reactivarlas mediante la cooperación, lejos de la
confrontación del bushismo texano y su séquito de neoconservadores straussianos
(muy cercanos a Israel).
Desde Asia, pasando por Medio Oriente, hasta Europa, Hillary está demostrando
sus dotes diplomáticas, de mejor desempeño que la rigidez académica de la
rusófoba Condi Rice: uno de los múltiples símbolos vivientes del
deterioro de la imagen de EU en el mundo.
En el foro muy concurrido de Casa Lamm expusimos nuestra visión
geoestratégica del mundo, que dividimos en tres planos: 1. La geopolítica
global, que se encuentra empatada a partir del exquisito posicionamiento de
Rusia en Osetia del Sur frente a la contraproducente agresión de Georgia
(azuzada por el bushismo y los halcones infanticidas de Israel); 2. La
geoeconomía global, en la que el BRIC (Brasil, Rusia, India y China), además de
las potencias petroleras del Golfo Pérsico (al unísono del fenomenal ascenso de
Irán como potencia regional emergente), está a punto de alcanzar a corto plazo,
para luego rebasar, al G-7; y 3. Las geofinanzas, que exhiben la alta
vulnerabilidad del BRIC y del euro frente al dólar, paradójicamente de poco
valor intrínseco, pero todavía muy funcional por la ausencia de divisas alternas
–aquí yace, a nuestro juicio, el mayor riesgo del mundo, lo cual tendrá que ser
negociado entre las grandes potencias o, por desgracia, resuelto mediante una
tercera guerra mundial (como ha advertido Ambrose Evans-Pritchard, portavoz de
la City).
En este contexto multidimensional se gesta el deshielo y la perezagruzka
(reactivación) de Hillary en referencia a su notable reconversión frente a
Rusia.
De hecho, el vicepresidente de EU, Joe Biden, había adelantado, en la
relevante conferencia número 45 de seguridad en Munich, que se oprimiría el
botón de rencendido
(“reset button”) en las relaciones entre
Washington y Moscú, de cuya metáfora se ha valido Hillary para iniciar el
deshielo bilateral. Llamó poderosamente la atención la crítica de Hillary a la
anterior administración (la bushiana), que había optado por la confrontación en
lugar de la tan anhelada cooperación entre las dos superpotencias nucleares.
La seducción de Hillary arrancó en Bruselas con la reanudación de las
relaciones entre la OTAN y Rusia, congeladas desde la confrontación en el
Cáucaso, para proseguir su curso en la reunión bilateral con el canciller Lavrov
en Ginebra, en una atmósfera muy relajada.
De Defensa (7/3/09), centro de pensamiento estratégico europeo,
afirma que Clinton espera un nuevo acuerdo sobre la limitación de armas
estratégicas
(START, por sus siglas en inglés) para fin de año. Stratfor
(10/3/09), centro de pensamiento texano muy cercano al Pentágono, se
muestra muy optimista al respecto.
No existieron temas tabú entre Hillary y Lavrov, en especial el tema candente
del provocador proyecto del despliegue misilístico antibalístico (ABM, por sus
siglas en inglés) del bushismo en las puertas de Moscú y cuyo desmontaje Obama
pretende vincular
al desmantelamiento nuclear de Irán, según la
filtración de una carta, publicada por The New York Times, del nuevo
presidente de EU a su homólogo ruso. La propuesta de la vinculación
(linkage)
fue rechazada enfáticamente por el presidente Medvedev durante su importante
visita a España, quien se ha acercado en materia energética a Rusia (¿a
consecuencia del desaire bushiano que no deseaba la presencia de Madrid a la
reunión del G-20 en Washington?)
Hasta ahora la administración de Obama es a la de su predecesor Bush lo que
la materia es a la antimateria. De Defensa evoca que todo es nuevo
y desecha las críticas que en cuanto se trata de Rusia varía la forma pero nunca
el fondo.
Dígase lo que se diga mediante eufemismos edulcorados para el consumo
mercadológico, la revisión estratégica
de Obama pasa por la
reorientación de la diplomacia
con Hillary.
De Defensa fustiga que el bushismo se extravió en las intrigas
y las conspiraciones
de los neoconservadores straussianos y del cabildeo
influyente de la empresa vendedora de armas Lockheed Martin. Con Obama existe
una reversión
: queda atrás el camuflaje del activismo extremista
por
doquier –en particular, en Europa, que el bushismo pretendió usar como caballo
de Troya contra Rusia– y emerge la pacificación de las relaciones de Rusia y
Europa
. No lo dice De Defensa, pero tal pacificación
se debe
a la sapiencia geopolítica de la alemana Merkel, el francés Sarkozy, el italiano
Berlusconi y reciente y sorprendentemente del español Rodríguez Zapatero, quien
se deslindó higiénicamente del suicidio fundamentalista aznarista (que infectó a
los políticos de Latinoamérica y sus palafreneros neoliberales, hoy totalmente
desacreditados, aunque sigan controlando los multimedia).
De Defensa formula su hipótesis sobre la reversión y reconversión
multiculturalista
de EU en el periodo Obama: la crisis financiera global y
la alta probabilidad del desplome del dólar, por lo que urge quitar las minas
del terreno, que fueron colocadas con China, Rusia y Europa.
Los pacifistas del planeta festejamos la reconversión de Obama, como Philip
Giraldi (Antiwar, 3/3/09), quien coloca en relieve que el presidente
Barack Obama está revisando la defensa doméstica, así como el involucramiento de
EU en varios conflictos en el mundo
.
Es cierto: en esta coyuntura del fin del paradigma neoliberal global, EU
ganaría más con el pacifismo que con el desgarrador belicismo bushiano que
resultó estérilmente contraproducente en términos geoestratégicos y
geoenergéticos.