as recientes caídas de las bolsas asiáticas, que han encabezado un alza de
los mercados mundiales en los últimos seis meses, sugieren que se está gestando
un retroceso luego de un repunte récord desde los mínimos alcanzados durante la
crisis económica del año pasado. El flujo de efectivo a los fondos de inversión
que apuestan en los mercados emergentes ha comenzado a estabilizarse.
La señal más clara de esta tendencia proviene de China, donde el mercado
bursátil en gran parte está cerrado para los inversionistas internacionales,
pero cuyas grandes fluctuaciones pueden influir en el ánimo en otros países.
Después de más que duplicarse desde noviembre del año pasado, el Índice
Compuesto de Shanghai ha perdido 23% de su valor desde principios de agosto. El
martes, el índice subió 0,6% a 2.683,72 puntos, tras descender 6,7% el lunes en
medio de temores sobre la contracción del crédito y un exceso de emisiones de
acciones que llegará al mercado.
En agosto, el Índice de Mercados Emergentes MSCI cayó 0,5%, empujado por un
descenso de 3% en Asia. Los mercados de Europa del Este ganaron 3,6% y en
América Latina subieron 1,9%, mientras que las bolsas de Estados Unidos y Europa
continuaron sus repuntes.
Los temores de que la recuperación china impulsada por la inyección de
crédito no dure están trasladándose a otros mercados emergentes. Un enorme
aumento de crédito bancario contribuyó a un alza de los relativamente cerrados
mercados bursátiles de China. No obstante, también ayudó al gigante asiático a
comprar reservas de materias primas como petróleo y mineral de hierro, lo que
hizo aumentar sus precios. Las alzas en los precios de los commodities
contribuyeron al repunte de los mercados de países emergentes como Brasil y
Rusia, que son grandes proveedores de recursos naturales.
Cuando los mercados globales empezaron a repuntar a principios de este año,
los gestores de fondos invirtieron en acciones de mercados emergentes, con la
esperanza de aprovechar las enormes fluctuaciones que ocurren allí en
comparación con los países desarrollados. Como resultado, los índices que siguen
a los países en desarrollo registraron algunos de los mayores y más rápidos
incrementos en años. La bolsa de Indonesia ha subido 89% en lo que va del año,
según MSCI. El mercado ruso se ha elevado 58% y el brasileño se ha disparado
71%, ambos hasta el lunes.
En el último mes, sin embargo, el flujo de fondos extranjeros a los mercados
emergentes se ha desacelerado. De abril a julio, los fondos de inversión
asiáticos recibieron US$3.600 millones; en agosto, captaron apenas US$203
millones, según la firma de investigación de mercado EPFR Global.
En el corto plazo, la debilidad en Shanghai podría espantar a los
inversionistas que ven a China como un ancla económica global.
"La venta generalizada de la bolsa china podría esparcirse al resto de la
región en las próximas semanas", sostiene Michael Spencer, economista jefe para
Asia Pacífico en Deutsche Bank, aunque predice que los efectos serán temporales.
Agrega que incluso una recuperación lenta en EE.UU. y Europa podría tener
consecuencias mucho mayores en la economía global de la que tendría una
recuperación en China e impulsaría las ganancias corporativas en el corto plazo.
Aunque las bolsas de China han retrocedido, dos sondeos de gerentes de compra
publicados el martes ofrecen señales frescas del crecimiento del país. El Índice
de Gerente de Compras de la Federación China de Logísticas y Compra subió a 54
puntos en agosto, su nivel más alto en 16 meses, frente a 53,3 en julio. Esto
representa su sexto mes por encima de los 50 puntos, el nivel que indica una
expansión.
Aquellos que creen que la recuperación económica de Asia es real, en vez de
un espejismo alimentado por el crédito, ven los modestos retrocesos como una
oportunidad para comprar.
Las caídas en los mercados bursátiles de China han sido drásticas, pero no
están ligadas exactamente a la economía. Esos mercados tienden a ser impulsados
por inversionistas especulativos de corto plazo.