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China: una burbuja disfrazada de recuperación |
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(IAR
Noticias)
14-Julio-09
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La crisis es global y la
recuperación tendrá que ser global. Así que cuando la prensa internacional
comenta que China está incrementando su demanda de materias primas, muchos
analistas saltan de gusto. La demanda de materias primas podría ser una señal de
que la actividad productiva está retomando su curso y pronto recuperará el nivel
que tenía antes de la crisis. Pero las apariencias engañan.
Por Alejandro Nadal -
La Jornada, México
L a realidad es que este
aumento en importaciones chinas está más vinculado a la especulación que a la
actividad productiva. Su efecto de corto plazo ha sido el aumento en los precios
de materias primas en los mercados mundiales, lo que no sólo no ayuda, sino que
hará mucho más lento el proceso de recuperación.
Para enfrentar la crisis, Pekín puso en marcha un gigantesco paquete de
estímulos fiscales y monetarios. Esta intervención fue considerada clave para
evitar que la economía mundial cayera en algo parecido a la Gran Depresión.
Pero, cuidado, la economía china no está bien y sus distorsiones internas
impiden que el estímulo fiscal funcione adecuadamente. Eso puede arrastrar a la
economía mundial a una recaída de efectos nefastos.
Desde diciembre 2008, los bancos chinos han prestado alrededor de un billón de
dólares como resultado del estímulo monetario. Pero la economía china no puede
absorber esa inyección de liquidez de manera productiva y una parte importante
de estos recursos se usó para comprar materias primas (desde petróleo hasta
madera, pasando por mineral de hierro y bauxita). Esta demanda ha sido
considerada como una señal de que la economía china está en vías de
recuperación. Pero la realidad es otra: la adquisición de estos commodities
está más ligada a la especulación que a la actividad productiva.
El uso de crédito barato para especular en los mercados de materias primas ha
profundizado la disparidad entre precios spot y precios en el mercado de
futuros. El índice Reuters-Jefferies de precios de commodities se ha
incrementado 27 por ciento desde marzo. En el caso de algunos productos, como el
petróleo y el cobre, el precio se ha llegado a duplicar en unos cuantos meses.
En el corto plazo, eso refuerza el incentivo para apostar, lo que crea una nueva
burbuja especulativa, esta vez en el mercado de commodities. Las
repercusiones son tremendas para una política económica que busca salir de la
crisis sin recurrir a otra onda especulativa.
Esta burbuja en los mercados de materias primas no genera un incremento en la
demanda derivada del efecto riqueza. Al contrario, al aumentar los precios de
las materias primas, la demanda especulativa golpea a la economía mundial. Eso
conduce a un círculo vicioso porque el miedo a las presiones inflacionarias (que
muchos piensan serán desencadenadas por los paquetes de estímulos fiscales y
monetarios) es el motor de una demanda creciente sobre las materias primas
consideradas como refugio. Esa demanda por un motivo de precaución conduce a
hacer realidad la profecía sobre el incremento de precios.
Lo único que frena la demanda especulativa de materias primas es el costo de
almacenamiento. Por ejemplo, las ruedas de troncos y el mineral de hierro tienen
una relación volumen/precio muy alta y eso es un obstáculo para utilizarlos como
refugio contra la inflación. Pero la imaginación para diseñar instrumentos para
la especulación no tiene límites. En muchas de estas transacciones, las mismas
materias primas constituyen la garantía del crédito bancario y en algunos casos
se han concentrado estos contratos para ser vendidos como si se tratara de las
infames hipotecas estructuradas como vehículos de inversión que estuvieron en
los orígenes de la crisis en Estados Unidos.
Los recursos de un estímulo fiscal y monetario pueden ser canalizados hacia
inversiones productivas, para estimular la demanda interna o para especular. Las
inversiones productivas necesitan un mercado y en las condiciones actuales, ese
mercado se ha desplomado. Después de todo, el ajuste en la economía de Estados
Unidos ha sido dramático y su tasa de ahorro alcanza hoy 7 por ciento del PIB,
algo no visto desde hace 20 años. Eso ha frenado su sed de productos Made in
China y hace difícil que las fábricas en el gigante asiático regresen a los
niveles de actividad que tenían antes de la crisis.
Para incrementar la demanda interna de manera saludable se necesitan salarios
decentes y una mejor distribución del ingreso. Eso es algo que el modo de
acumulación en China no ha permitido realizar, y habrá que ver si lo permitirá
algún día porque requiere una profunda transformación social, lo que lleva
tiempo. Por el momento, la economía china vive en una coyuntura de una fuerza de
trabajo dislocada y es difícil pensar en un incremento de la demanda interna en
el corto plazo.
Así que el desvío de recursos hacia la especulación era normal. Lo malo es que
la normalidad en una economía capitalista parece llevar el nombre de crisis. No
hay que olvidarlo: reventar es el destino de toda burbuja.
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