La cena de los jefes de Estado
de las potencias capitalistas más poderosas reunidos en una cumbre para
hablar del petróleo y la "crisis alimentaria mundial", estuvo compuesta por
19 platos preparada por el único chef japonés con una estrella Michelín.
El alza en los precios de los
alimentos y el petróleo hegemonizan la discusión entre los líderes de los países
más industrializados del mundo, quienes están reunidos en la isla de Hokkaido,
en el norte de Japón, sede de la cumbre anual del G8, que durará tres días.
También la pobreza en África, el envío de ayuda al continente o la escasez de
alimentos, centraron el debate de la primera jornada de la cumbre, que fue matizado por un monumental festín gastronómico que se dieron los líderes
de las grandes potencias mundiales para digerir tanta pobreza junta.
Mientras países emergentes como Brasil, México, la India, China y Sudáfrica
pedían a la ONU su intervención para paliar la crisis alimentaria, Bush, Merkel,
Brown, Berlusconi, Sarkozy, Fukuda, Harper y Medvedev, la mayoría acompañados de
sus respectivos
consortes, disfrutaban de una cena fastuosa formada por 19 platos.
Según describe la cronista del diario
El Mundo de España, Esther Mucientes,
el menú incluía desde maíz con caviar hasta dados de atún con aguacate y gelatina de soja o
almejas hervidas, pasando por salmón ahumado y erizos de mar. Así hasta casi
20 deliciosas creaciones con todo tipo de alimentos: gambas, ternera,
verduras... Los mejores delicattessen para los más poderosos.
Bautizado con el nombre de
"Bendiciones de la Tierra y del Mar", el menú preparado por los chefs
japoneses encargados de alimentar a los líderes mundiales deleitó a sus
comensales con los platos típicos de la isla de Hokkaido. El cocinero encargado
de tal festín era Katushiro Namakura, el primer chef japonés en ganar una
estrella Michelin.
Y hubieron quienes, ante tanta
displicencia gastronómica de los impulsores de la cumbre sobre la "crisis
alimentaria" producida por la escalada del crudo dejaron oír su obvia
critica indignada.
Dominic Nutt, de la ONG Save de
Children, ha sido uno de los más críticos con la actitud de los primeros
ministros. "Es profundamente hipócrita que los líderes mundiales coman plato
tras plato mientras hay una crisis alimentaria y millones de personas no tienen
ni qué comer".
Otros, ante tanto exhibicionismo
de alimento finamente elaborado en la mesa de los representantes de los "países
ricos", reclamaron que repartieran algo entre los miles de millones que no
alcanzan a cubrir sus necesidades alimentarias básicas. "Necesitamos
desesperadamente más dinero y deben ser nuevos medios financieros", dijo Max
Lawson de Oxfam.
Y cabe
consignar que en el otro extremo del banquete de los ricos del G-8 , según datos
del Banco Mundial, 1.100 millones de personas en el planeta son oficialmente
pobres. Es decir que una persona de cada cinco vive con menos de un dólar
(menos de 70 céntimos de euro) al día.
Con el
umbral de dos dólares al día, son 2.800 millones de personas, casi la
mitad de la humanidad, quienes viven sin los recursos necesarios para
supervivir.
En los
países pobres -según la ONU-, 120 millones de personas carecen de agua
potable, 842 millones de adultos son analfabetos, 766 millones no cuentan
con servicios de salud, 507 millones cuentan con una esperanza de vida de tan
sólo 40 años de edad, 158 millones de niños sufren algún grado de desnutrición y
110 millones en edad escolar no asisten a la escuela.
Cifras que
obviamente "desentonan" con los 19 platos cocinados por el chef "5 estrellas" de
las potencias capitalistas más ricas que, con Bush a la cabeza, han decidido
emprender una heroica "guerra contra pobreza".