¿Se puede extraer más crudo e incrementar el
suministro o la producción se ha estancado?
Por Neil King Jr. - The Wall
Street Journal
Sadad al-Husseini y Nansen Saleri escalaron posiciones en Saudi
Aramco, la petrolera más poderosa del mundo, colaborando durante años para
extraer más crudo de los inmensos yacimientos de Arabia Saudita. Hoy, sin
embargo, están en los lados opuestos de un debate trascendental para la
industria petrolera.
Husseini, lugarteniente de Aramco hasta 2004, dice que el mundo
enfrenta una cruda realidad de recursos menguantes y precios de petróleo en
perenne alza. Saleri, hasta hace poco gerente de reservas de crudo de Aramco,
insiste que con suficiente ingenio e inversión se pueden encontrar abundantes
cantidades de petróleo.
El debate dista mucho de ser académico. Los precios del crudo
se han duplicado en los últimos 12 meses y líderes políticos, aerolíneas,
automotrices e inversionistas tratan de divisar hacia dónde se encaminan los
precios. La diferencia de opiniones entre dos de los hombres mejor informados de
la industria deja al desnudo la falta de claridad en torno a una interrogante
básica, si se puede extraer petróleo más rápido que en la actualidad.
Por ahora, la visión pesimista de Husseini está en boga.
Incluso antes de la escalada del precio del petróleo, existían predicciones
sombrías de que la producción global de crudo pronto llegaría a su tope. El
precio del crudo batió una nueva marca el viernes 27 de junio al cerrar en US$140,21 el
barril en Nueva York, triplicando su nivel de 2004.
Saleri, en todo caso, no es el único que cree que no hay razón
para el pesimismo. Los optimistas, que incluyen tanto al Departamento de Estado
estadounidense como a ExxonMobil Corp., argumentan que las fuerzas del mercado
obligarán a las compañías a invertir e innovar. A medida que el suministro se
recupere, los precios caerán.
La propia Arabia Saudita, productora del 12% del crudo mundial,
ha vacilado durante años sobre si debe extraer petróleo más rápido. Hace poco, a
instancias del Rey Abdullah, pareció darle la razón a Saleri. El reino está
dispuesto a invertir decenas de miles de millones de dólares para aumentar su
producción a niveles sin precedentes, 15 millones de barriles diarios comparados
con los 11 millones actuales.
De amigos a rivales
Las opiniones en el Golfo Pérsico acerca de la salud de la
riqueza petrolera de la región varían mucho. Husseini y Saleri discrepan sobre
si la nueva meta de producción saudita es deseable o incluso factible.
El que ambos hayan trabajado codo a codo en la compañía que
controla una cuarta parte de las reservas comprobadas de petróleo del mundo hace
que sus divergencias sean incluso más llamativas.
Husseini, que ahora ejerce como consultor independiente, ha
viajado por el mundo difundiendo sus puntos de vista. Hace poco cenó con George
Soros y un grupo de inversionistas de alto calibre. Saleri ha dado conferencias,
escrito editoriales y se ha reunido con las principales autoridades desde
América Latina a Kuwait.
Husseini, de 61 años, vive en la casa de enfrente a la del
poderoso ministro saudita de hidrocarburos Alí Naimi, en el arbolado vecindario
de Dharan, la ciudad donde viven los funcionarios de Saudi Aramco, en la costa
este de Arabia Saudita. El geólogo asegura que los grandes depósitos de petróleo
ya se han identificado y que los adelantos tecnológicos no podrán devolver la
juventud a los yacimientos desde Indonesia al Golfo de México. "La realidad es
que tenemos que esforzarnos más y más para obtener el crudo que necesitamos",
dice. Los que aseguren tener alguna "poción mágica...eso no existe", asevera.
Saleri, un año menor, cree que el pesimismo de su ex jefe es
exagerado.
Desde la consultora que fundó en Houston después de renunciar a
su cargo en Aramco el año pasado, se ha convertido en un oponente enérgico de la
opinión que asegura que los precios del crudo seguirán subiendo a la par de un
descenso en la producción.
"Apenas hemos consumido un billón (millón de millones) de los
14 ó 15 billones de crudo que existen", dice Saleri, aludiendo a estimaciones
personales que incluyen muchas clases de crudo y que exceden con creces las de
la mayoría. "No advierto ningún problema para los próximos 40, 50 ó 60 años".
Después de completar sus estudios en la Universidad de Brown,
en Estados Unidos, Husseini empezó a trabajar en Aramco, cuando la compañía
estaba en manos estadounidenses.
En 1980, cuando Arabia Saudita asumió el control, el geólogo
estaba escalando posiciones en la empresa.
"Sadad es uno de los mejores ingenieros del mundo con los que
he trabajado", dice Edward Price, presidente de Aramco en aquel entonces.
Saleri estudió en EE.UU. y se unió a Standard Oil de
California, la predecesora de Chevron Corp., en 1974. En 1978 su compañía lo
mandó a Aramco como consultor, donde pasó siete años y conoció a Husseini. El
mundo se disponía a sufrir el alza en los precios del petróleo que comenzó con
la revolución iraní. Durante tres años, a partir de 1979, Aramco aumentó su
producción a casi 10 millones de barriles diarios, batiendo un récord que sigue
vigente hasta hoy.
El resultado de ese esfuerzo es fundamental para entender el
pesimismo de Husseini. El empeño por extraer tanto petróleo casi paralizó a los
mejores yacimientos sauditas. La presión en muchos de ellos se desplomó y el
agua se empezó a filtrar en las zonas de petróleo. "Tiraron la casa por la
ventana para satisfacer la demanda mundial", señala. "Y tuvimos que pasar los
siguientes siete u ocho años arreglando el desastre".
Después de que Aramco empezara a reducir la producción en 1981,
Husseini se encargó de reparar los gigantescos depósitos. En 1992 persuadió a
Saleri para que se integrara a Aramco con la misión de crear modelos de
simulación para los yacimientos de la petrolera.
Ambos trabajaron mano a mano en algunos de los proyectos más
ambiciosos de Aramco, entre ellos la explotación de un gran yacimiento llamado
Shaybah.
Fue en Shaybah, precisamente, que Saleri se convirtió en un
gran optimista. Saleri encontró una manera de aumentar sustancialmente la
producción del campo excavando pozos mucho más profundos de lo común. "Fue una
gran innovación de la ingeniería", dijo Rick Chimblo, entonces el geofísico
principal de Aramco.
"Shaybah me hizo famoso", cuenta Saleri. "Y me hizo darme
cuenta de que las reglas viejas ya no funcionan".
Husseini aplaudió el logro de su compañero, pero pronto ambos
comenzaron a discrepar sobre proyecciones clave.
Alrededor de 2001, el alza en la demanda petrolera reanudó un
debate interno en Aramco sobre cómo aumentar la producción por encima de los 10
millones de barriles diarios.
Husseini, recordando el riesgo de colapso de los yacimientos en
los años 70, propuso "una aproximación gradual y realista". Saleri, recordando
la experiencia de Shaybah dijo que el reino podía producir en forma sostenible
15 millones de barriles diarios.
"Mi opinión es que un yacimiento se explota durante el período
más largo al menor costo de capital", dice Husseini. "Nansen proviene de la
escuela de las compañías internaciones, que es partidaria de obtener la máxima
cantidad de petróleo en el menor tiempo posible".