Si piensa usted en acabar con la manipulación de los mercados,
no recurra a los sabuesos del Congreso. Han estado investigando las
transacciones en los mercados del petróleo durante dos años y se les ha pasado
totalmente por alto una empresa situada en el centro del huracán. En estos dos
años, el precio del barril de crudo ha pasado de 50 dólares a 140 dólares, lo
que va a dejar a una buena parte de estadounidenses ante una disyuntiva:
comprar alimentos o pagar la factura del combustible de calefacción.
Por Pam Martens (*) - Counterpunch
La investigación por parte del Congreso de esta sospechosa
empresa debería haber sido fácil. Por una parte, se trata de la empresa que
lanzó al estrellato de los traders –operadores– del petróleo al malhechor Marc
Rich, perdonado por el presidente Clinton en las últimas horas de su
presidencia. En su día, Rich fue el mayor trader del mundo en petróleo y
metales. A finales de los 90 adquirió 129 millones de onzas de plata por
cuenta de Berkshire Hathaway, empresa de inversión del legendario Warren
Buffet, en el mercado no regulado de Londres. En 1990, fue uno de los primeros
participantes en una empresa petrolífera mixta rusa, de infausta trayectoria,
llamada White Nights (Noches blancas). En 2005, mientras formaba parte de
Citigroup, el mayor conglomerado bancario estadounidense, constantemente
censurado por las indecentes sumas que paga a sus ejecutivos, Rich entregó a
su jefe y principal trader de petróleo, Andrew J. Hall, 125 millones de
dólares por un año de trabajo. Según el Wall Street Journal, esta suma es
cinco veces superior a la que recibió Chuck Prince, el más alto ejecutivo de
todo el conglomerado Citigroup, ese mismo año y 55 millones de dólares
superior a la recibida por el director ejecutivo de Exxon-Mobil.
Con estos llamativos antecedentes y dos años de testimonios
ante el Congreso en los que se desvelaron los chanchullos relacionados con las
transacciones petrolíferas cabría poder disponer de volúmenes enteros de
información actualizada en esta materia. Sin embargo, las actividades de esta
empresa son tan secretas que su sitio Internet ( www.philbro.com ) está
compuesto por sólo una página y una lista única de direcciones, teléfonos y
faxes de sus oficinas en EE UU, Londres, Ginebra y Singapur. No hay nombres de
sus principales operadores, ni biografías, ni historia, ni notas de prensa. Y
mientras que empresas de Wall Street como Goldman Sachs y Morgan Stanley han
sido denunciadas por el congresista Bart Stupak (demócrata por Míchigan) por
haber trucado el sistema, Philbro ha escapado completamente a toda inspección
durante el periodo de siete años en el que el precio del crudo ha aumentado en
el escandaloso porcentaje de 697%.
Philbro es la vieja sociedad mercantil Philipp Brothers,
establecida discreta y secretamente en Westport, estado de Connecticut, como
subsidiaria del gigante de la banca y la intermediación Citigroup, establecido
en 1998 a partir de la fusión de Traveler’s Group y Citicorp (empresa madre de
Citibank). En el momento de la fusión, Philbro era propiedad de Traveler’s
Group. A pesar de que Philbro ha proporcionado a Citigroup 2.000 millones de
dólares de ingresos en los últimos tres años, en el informe annual 2007 de
Citigroup, de 205 páginas, la única referencia a aquella empresa es una
pequeña nota a pie de página en el apartado de ingresos por productos básicos,
que dice así: “Incluye principalmente los resultados de Philbro Inc., empresa
intermediaria en petróleo, productos del petróleo, gas natural y otros
productos básicos.”
Al peinar los archivos del Gobierno, la primera aparición
destacable de Philbro tiene lugar el 6 de abril de 2001, cuando la empresa de
abogados de Wall Street Sullivan & Cromwell envía una carta a la Commodity
Futures Trading Commission (Comisión reguladora del mercado de futuros de
productos básicos, o CFTC por sus siglas en inglés), el organismo federal
regulador del comercio del petróleo y otras productos básicos, en la que
afirmaba que figuraba en representación del Grupo de la Energía. La carta
tiene su interés porque delinea el equipo formado para engrasar el negocio del
petróleo en Washington, a saber: dos bancos de inversión (Goldman Sachs y
Morgan Stanley); un castillo de naipes que más tarde se derrumbaría (Enron);
una empresa de intermediación propietaria integrada en un monstruo bancario (Philbro
dentro de Citigroup) y dos empresas realmente dedicadas a la energía (BP-Amoco
y Koch Industries).
Lo que el Grupo de la Energía había estado presionando para
obtener y había finalmente obtenido de su regulador federal era, nada más y
nada menos, que la impresionante capacidad de negociar en secreto contratos de
petróleo y derivados del petróleo en el mercado extrabursátil (over- the-counter
(OTC) market), evitando así a la vez la vigilancia que rige los intercambios
regulados de productos básicos, y la regulación de la CDTC y el Congreso. La
carta citada de 6 de abril de 2001 era básicamente una carta de agradecimiento
que incluía una interpretación de las nuevas normas tan favorable como era
posible para el Grupo de la Energía.
Esta modificación de la legislación se introdujo al amparo de
la Commodity Futures Modernization Act (Ley de modernización del mercado de
futuros de productos básicos, o CFMA por sus siglas en inglés), del año 2000,
que se conoce como The Enron Loophole (La escapatoria de Enron). (Teniendo en
cuenta que la rama de intermediación de Enron desapareció junto al resto de la
empresa, y que Philbro sigue negociando en secreto con petróleo en todo el
mundo, quizás debería llamarse La escapatoria de Philbro).
Lo que la CFTD proporcionó también a los grandes traders de
Wall Street es una licencia para escabullirse a los radares, al permitirles
utilizar terminales de computadora situados en Estados Unidos mientras
negocian el petróleo en bolsas extranjeras, como la Intercontinental Exchange
(ICE) situada en Londres pero propiedad de un entramado de Atlanta, en el
estado de Georgia (EE UU), creado y financiado por las grandes firmas de Wall
Street y las grandes petroleras.
El 3 de junio del corriente año, el Dr. Mark Cooper, Director
de investigación de la Federación de Consumidores de EE UU (Consumer
Federation of America) expuso correctamente el problema al Comité de Comercio,
Ciencia y Transporte del Senado de Estados Unidos:
“La burbuja especulativa de los mercados de petróleo le ha
costado a la economía más de medio billón de dólares en estos dos años, desde
que en las audiencias de este Senado se comenzó a prestar atención a este
problema. Las políticas públicas han convertido estos mercados en terreno de
juego de los ricos ociosos, mientras que los consumidores sufren la carga de
unos precios en aumento que afectan a sus necesidades cotidianas. Hemos
conseguido que el juego en los mercados financieros sea tan fácil, que la
inversión productiva a largo plazo ya no es atractiva para nadie. El error más
craso fue el del Congreso, al permitir que la Commodity Futures Trading
Commission (Comisión reguladora del mercado de futuros de productos básicos, o
CFTC por sus siglas en inglés) no estuviese sujeta a la normativa en materia
de intermediación para los mercados libres de futuros en el ámbito de la
energía. Puesto que no hay normativa relativa a este amplio sector de la
actividad, los reguladores tienen escasa información de lo que sucede
realmente en los mercados de productos energéticos. Los grandes traders
estadounidenses de productos básicos deberían estar obligados a registrarse e
informar de su posición total en dichas productos básicos, tanto aquí en EE UU
como en el extranjero… En caso de que se negasen a informar de sus posiciones,
no se les debería permitir operar en los mercados estadounidenses. Y si
violasen esta disposición, deberían ir a la cárcel. Las multas no bastan para
disuadir los abusos en estos mercados de productos básicos porque hay
demasiado dinero a ganar.”
Lo único que cambiaría de esta argumentación, por otra parte
impecable, es que Wall Street está lejos de ser el terreno de juego de los
ricos ociosos. Sus ejecutivos pasan cada minuto de su vida consciente (y, por
lo que he oído, parte de sus sueños) pensando en cómo liberarnos de nuestro
dinero, nuestros hogares y de una voz en Washington. No saben hasta qué punto
es oportuno el lema de Citigroup: The Citi never sleeps (1).
Pongamos que la CFTD no sea un regulador sospechoso, que no
sea un escenario de audiciones ni una puerta giratoria que daba acceso a
empleos multimillonarios en la industria que regula.
Pongamos que efectivamente tenga la intención de informar al
Congreso de la clase de actor gigantesco que era Citigroup en los mercados del
petróleo. Según documentos presentados el 22 de febrero de 2008 a la
Securities and Exchange Commission (SEC), Citigroup tiene por encima de 2.000
subsidiarias principales (lo que quiere decir que realmente tiene más, pero no
las cita). De éstas, un número importante son entidades secretas situadas en
paraísos fiscales cuyos archivos no están al alcance de los reguladores. (Para
una visión espeluznante de este pulpo en constante expansión pinche en este
enlace: http://www.sec.gov/)
Es decir, la CFTC no tiene acceso a todos los archivos, e
incluso en aquellos que sí puede consultar primero tiene que saber cuáles son
los nombres pertinentes, de más de 2.000 posibles, con los que Citigroup está
negociando petróleo, para luego sumar los contratos no liquidados.
El 6 de mayo del presente año, Tyson Slocum, director del
Programa de Energía de Public Citizen, una asociación de vigilancia sin ánimo
de lucro, testificó ante el Congreso sobre otro obstáculo que impide realizar
investigaciones adecuadas en materia de manipulación de precios:
“Gracias a la Commodity Futures Modernization Act, los
participantes en estos mercados de intermediación de energía recién
desregulados no tienen la obligación de presentar los llamados Informes de
grandes traders (Larger Traders Reports). Estos documentos, junto a las
declaraciones de precios y del volumen de ventas, son las principales
herramientas del sistema de regulación de la CFTC. Así pues, la desregulación
de los mercados libres, al permitir que los traders escapen a la necesidad de
responder con esta información básica, dejan a los reguladores federales sin
ninguna herramienta para establecer en un momento dado si hay manipulación de
los mercados de futuros de la energía... La capacidad de los reguladores
federales para investigar las acusaciones de manipulación de los mercados es
escasa, incluso en los mercados bursátiles dotados de una reglamentación
suave, como el NYMEX (New York Mercantile Exchange), por lo que lo es mucho
más aún en los mercados libres no regulados.”
Lo que viene a continuación sólo puede calificarse como un
acto de locura por parte de la Reserva Federal. Después de permitir que se
retirase, en 1999, la legislación conocida como Ley Glass-Steagall
–introducida durante la Gran Depresión como método de protección de los
inversores– y con ello autorizar que el Citigroup albergase bajo un único
techo depósitos bancarios de ahorradores individuales, actividades bancarias
de inversión, seguros, corretaje bursátil y gestión especulativa de patrimonio
(la perfecta tormenta que intensificó la Gran Depresión), la Reserva Federal
decidió, el 2 de octubre de 2003 que la situación de Citi aún no era
suficientemente espeluznante, y autorizó a esta compañía, citada en centenares
de litigios de fraude y manipulación de valores, y que no era siquiera
remotamente capaz de gestionarse a sí misma como organismo financiero a que
reforzase su negocio de intermediación de petróleo permitiéndole que tomase
posesión de petróleo depositado en petroleros, porque “razonablemente era de
esperar que aportase ventajas al público.” He aquí algunos fragmentos de la
comunicación de la Reserva Federal en los que se sugiere los planes expansivos
que Citi tenía en materia de almacenamiento del crudo y su transporte:
“Citigroup ha indicado que adoptará normas adicionales en
materia de actividades de intermediación de productos básicos ambientalmente
sensibles, como el crudo o el gas natural. Por ejemplo, Citigroup exigirá que
todo armador de buques que transporte crudo por cuenta de Citigroup sea
miembro de un consorcio de protección e indemnización y cuente con el seguro
de más alto valor para casos de contaminación por petróleo que pueda ofrecer
el consorcio en cuestión. Citigroup exigirá también que todo buque a su
servicio cuente con seguros adicionales contra la contaminación por
hidrocarburos emitidos por compañías aseguradoras fiables. Además, Citigroup
establecerá limitaciones por edad para los buques y exigirá que éstos cuenten
con la aprobación de una empresa petrolera internacional de importancia, y
dispongan de los necesarios planes y equipos de respuesta ante una emergencia
de vertido. Asimismo, Citigroup dispondrá de un plan general de apoyo en caso
de que el propietario de un buque no pueda responder adecuadamente a un
vertido, y contratará a inspectores para supervisar la carga y la descarga de
los buques. Citigroup se ha comprometido también a poner a punto políticas y
procedimientos concretos para el almacenamiento del crudo... La Junta
considera que Citigroup tiene la capacidad de gestión y el marco de control
interno necesarios para gestionar los riesgos ligados a la adquisición y
entrega de productos básicos... Por estas razones, y basándose en las
políticas y procedimientos de Citigroup para gestionar y controlar los riesgos
ligados a las actividades de comercio de productos básicos, la Junta establece
que la consumación de la propuesta no plantea un riesgo importante a la
seguridad y solvencia de las instituciones depositarias del sistema financiero
en general, y que cabe esperar razonablemente que produzca beneficios para el
público que compensen cualquier efecto negativo potencial.”
Votaron a favor de estas disposiciones el entonces presidente
de la Reserva Federal, Alan Greenspan, y el actual presidente, Ben Bernanke.
La Reserva Federal no podía estar más equivocada en relación
con el Citigroup y su supuesta “capacidad de gestión y (el) marco de control
interno necesarios para gestionar los riesgos”. Dos años más tarde, en marzo
de 2005, la bipolar Fed se vio obligada a manifestar, en relación con
Citigroup: “Dado el tamaño, el ámbito y la complejidad de las operaciones
globales de Citigroup, será preciso prestar una atención especial a las
deficiencias registradas en su gestión de riesgos, que ha dado lugar a una
serie de acontecimientos graves en estos últimos años...”
Hoy, la situación es la siguiente: Citigroup acumuló 42.000
millones de dólares en pérdidas y ajustes a la baja el pasado año, y acaba de
anunciar que habrá más ajustes a la baja. Al mismo tiempo, la Reserva Federal
tiene conectada una sonda intravenosa que trasvasa dinero entre su caja fuerte
a este experimento digno de un científico loco, a la vez
banquero-intermediario-prestamista en hipotecas basura-trader petrolero.
Además de esta unidad secreta de compraventa de producto
petroleros llamada Phibro, Citi ha formado Citigroup Energy y la ha trasladado
a Houston. En un anuncio en el que solicitaba personal, publicado en Canadá,
la describía con las siguientes palabras: “Citigroup Energy es una empresa
global de compraventa y comercialización de energía, y gestión de riesgos
basada en Houston, con oficinas en Calgary, Nueva York, Londres y Singapur.
Nuestro objetivo es convertirnos en la primera organización mundial en el
ámbito de la comercialización y compraventa de productos básicos energéticos.
En estos momentos, nuestras capacidades incluyen el comercio y
comercialización de productos derivados y estructurados en energía, gas
natural, crudo y productos petrolíferos.”
Enron también se autotituló en su día “primera organización
mundial en el ámbito de la energía.” Aparentemente impresionados por este
modelo, Citigroup Energy ha contratado a un número significativo de ex traders
de Enron.
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(*)Pam Martens ha trabajado en Wall Street durante 21 años. No
tiene ningún tipo de títulos de ninguna de las compañías mencionadas en este
artículo. Escribe sobre asuntos de interés público como independiente desde
New Hampshire. Puede contactarse en pamk741@aol.com.
Texto original:
http://www.counterpunch.com/martens06212008.html
Traducido por S. Seguí, quien pertenece a los colectivos de
Rebelión y Cubadebate.
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de
respetar su integridad y mencionar el nombre del autor y el del traductor, y
la fuente.
(1) The Citi never sleeps (El Citi nunca duerme), es una
paráfrasis de The City Never Sleeps (La ciudad nunca duerme) (N. del t.).