Los inversionistas esperaban que los aprietos del mercado quedaran confinados a
las empresas financieras, pero los resultados de GE sirven como recordatorio de
que una serie de compañías no financieras habían pasado a depender del crédito
barato. Esta era de dinero fácil permitió que estas compañías se expandieran,
impulsando su rentabilidad y el precio de su acción.
El crecimiento mundial y las ganancias del mercado accionario han sido
propulsados por "industrias susceptibles al capital que tuvieron acceso a fondos
baratos y abundantes", dice el estratega de inversión de Merrill Lynch Richard
Bernstein.
Ahora, el mercado debe lidiar con una nueva realidad: para muchas compañías, el
capital no es ni barato ni abundante.
Bernstein saca a relucir un gráfico que muestra que, cuando los bancos han
reducido sus préstamos en las últimas dos décadas, los gastos de capital se han
visto afectados. Los bancos han restringido sus créditos radicalmente desde el
año pasado, según encuestas de la Fed, lo cual indica que se avecina una caída
en los gastos de capital, dice Bernstein.
Eso podría frenar al mercado bursátil. Los sectores que han impulsado las
ganancias desde 2002 han sido los que más dependen de los gastos de capital: las
petroleras, las empresas de materias primas, las tecnológicas, eléctricas,
firmas industriales y de telecomunicaciones.
"No consideramos la capacidad de obtener crédito como una opción en este
momento", dice William Transier, presidente ejecutivo de Endeavour International
Corp., una pequeña compañía que desarrolla cinco campos de crudo y gas en el Mar
del Norte.
Los bancos ya no financian proyectos de exploración para compañías pequeñas como
la de Transier, cuyo valor de mercado bordea los US$300 millones, incluyendo
acciones convertibles, dice el ejecutivo. Incluso el dinero para desarrollar
campos ya descubiertos se está evaporando. En su revisión más reciente de sus
líneas de crédito, los bancos recortaron el cupo disponible en cerca de 10%.
De 293 grandes compañías de todo el mundo encuestadas, la mayoría está sufriendo
en carne propia la contracción del crédito, dice la consultora Greenwich
Associates. Entre las compañías estadounidenses encuestadas, 63% dijo que estaba
pagando más por bonos y créditos flexibles y 62% estaba pagando más por
préstamos.
El Promedio Industrial Dow Jones ha caído 13% desde su récord de octubre, aún
lejos del declive de 20% que define un mercado a la baja. Pero para que las
acciones se recuperen de manera consistente, la economía tendría que ser
impermeable a la contracción financiera. Los escépticos advierten que los
grandes descensos en las acciones financieras, inmobiliarias y de consumo son
señales de que se avecinan más problemas.
En un típico mercado a la baja, las inversiones burbuja son las primeras en
sufrir. Así ocurrió con las acciones de Internet en 2000 y las financieras e
inmobiliarias en esta ocasión.
Los analistas a menudo esperan que los problemas terminen ahí, pero las pérdidas
tienden a expandirse. La vez pasada, nombres que parecían seguros como Microsoft
Corp. y Cisco Systems Inc. cayeron y a la larga General Electric, American
Express Co. e incluso Merck & Co. fueron golpeadas, sin ni siquiera mencionar a
los protagonistas de escándalos como Enron, WorldCom y Tyco International Ltd.
Debido a que las firmas financieras están en el corazón de la economía, mucho
más que las tecnológicas en 2000, el estallido de la burbuja financiera tiene un
impacto potencial mayor.
El fabricante de equipos de construcción Caterpillar Inc. indicó que la demanda
por sus productos en EE.UU. se encuentra en un nivel que apunta a una recesión.
Las ventas de la empresa recibieron un espaldarazo de sus operaciones
internacionales. Los pagos atrasados en el brazo de financiamiento de la empresa
subieron 38% el año pasado. Aunque eso no representó un problema importante para
Caterpillar, demostró cómo la crisis crediticia afecta a sus clientes.
La contracción del crédito también afecta a las acciones en otras formas. Los
dos principales impulsores de la demanda por acciones, las compras apalancadas
de grandes empresas en bolsa por parte de fondos privados y la recompra de
acciones por las propias empresas, han disminuido.