En EEUU se prevé que la cifra de
receptores de cupones de alimentos llegará este año a los 28 millones. Una
nación de demediada grandeza. Eran 23,9 millones en 2004, y 17,3 millones en
2001.
El mes pasado, las ventas en EEUU de las empresas automovilísticas Ford, General
Motors y Toyota cayeron, respectivamente, un 14%, un 13% y un 10%. Las negativas
expectativas se reflejan en las fluctuaciones a la baja de los precios del crudo
y del oro. Datos negativos vienen también de los mercados financieros, y, por lo
demás, harto graves. La transnacional bancaria suiza UBS ha hecho oficiales
pérdidas de capital del orden de los 18 mil millones de dólares (11,4 mil
millones de euros), doblando así las contabilizadas hasta ahora. Las nuevas
pérdidas traen su origen en la crisis de las hipotecas subprime, como ya
sucediera con la Deutsche Bank, que anuncia “desvalorizaciones cercanas a los
2,5 mil millones de euros vinculadas a inversiones en el mercado inmobiliario
comercial y en las titularizaciones hipotecarias”. En ese contexto, la noticia
del minúsculo incremento –del 48,3 al 48,6— en el índice ISM (producción
industrial) de Chicago no puede justificar tanta euforia. Hay que añadir,
además, el dato de que el mes de marzo ha visto el desplome de varios fondos
hedge, con el peor registro desde 1998, cuando se deshizo el fondo Long Term
Capital Management.
La recuperación de los mercados financieros ha de imputarse, así pues, por
completo al papel del Estado y de los poderes públicos, los cuales están dando
luz verde institucionalizada al “azar moral”. La tendencia se veía venir desde
la aparición de la crisis de las hipotecas subprime, pero ahora está en curso de
ser institucionalizada. Las sociedades financieras cuentan con la posibilidad de
que el grueso de las pérdidas haya salido ya a la luz, razón también por la cual
el anuncio del nuevo agujero de la UBS se interpreta como indicio de
transparencia. Con todo, la verdadera esperanza de esas sociedades radica en las
decisiones públicas de financiar las pérdidas privadas. En ese sentido, tuvo
lugar el viernes pasado en Roma una reunión de gran importancia presidida por
Mario Draghi. Se trata del Financial Stability Forum, un organismo concebido
para la coordinación de las medidas tomadas por los gobiernos frente a la
volatilidad global de los mercados. Sobre el tapete andaban medidas tan
radicales como la suspensión de los requisitos de cuotas de capital previstos
por los acuerdos de Basilea 2, la recapitalización de los bancos privados con
los dineros de los contribuyentes –es decir, del Estado— o la compra de unas
totalmente desvalorizadas obligaciones de deuda colateralizada.
Las autoridades –anuncia el Financial Times— podrían organizar consorcios de
inversión privada para comprar las actividades de los bancos en hipotecas
inmobiliarias, posiblemente a través de una co-inversión estatal; o bien
mediante adquisición directa por parte de los gobiernos. Una operación que monta
tanto como la “descarga” del riesgo sobre los Estados, mientras los privados
pueden seguir “arriesgando” impunemente (mientras sus pérdidas puedan seguir
cubriéndose con dineros públicos). Es lo que hace unos cuantos días el mismo
Sole24Ore –el diario de la organización de la patronal italiana Confindustria—
calificaba como “socialismo de ricos, y ya no capitalismo”.
Los institutos financieros saben que pueden hacer lo que les venga en gana y
que, llegado el caso, recibirán dineros públicos. Pero nadie salvará a los
asalariados de verse en la calle. Se trata de un cambio fundamental en el
funcionamiento del sistema capitalista: el problema de la estabilidad no se
vincula ya a la producción y –aun en relajada medida— a la ocupación laboral,
sino solo a la libertad de las sociedad financieras para conseguir beneficios a
riesgo nuestro.
******
(*) Fecha de publicación
original: 09-04-08
Joseph Halevi es profesor de Economía
Política en la Universidad de Sydney y está asociado al Institut de Recherches
Economiques sur la Production et le Développement (IREPD) de la Universidad
Pierre Mendès France de Grenoble, France. Es miembro del consejo editorial
internacional de Economie Appliquée (Paris) y del consejo editorial de Cahiers
d'Economie Politique (Paris). Está vinculado también al centro IREPD (Institut
de Recherches Economiques sur la Production et le Développement) de la
Universidad de Grenoble perteneciente al CNRS (Centre National pour la Recherce
Scientifique) francés. Desde 1990 colabora regularmente con el periódico de la
izquierda italiana Il Manifesto en Roma.
Traducción para www.sinpermiso.info: Leonor Març