El informe también reveló reveló que la cifra de solicitudes de
subsidio al desempleo llegó a su nivel más alto desde septiembre de 2005.
La prensa norteamericana destacaba el domingo que EEUU se encamina a las
elecciones presidenciales de noviembre con una serie de récords negativos de la
economía producidos por la crisis inmobiliaria que impactan en su sociedad .
Según cifras oficiales, en el año fiscal que comienza en octubre,
28 millones de
habitantes de la nación más rica de la tierra, deberán usar los vales de
comida que entrega el gobierno para comprar los bienes más esenciales.
El fenómeno de pobreza se suma a la pérdida de empleos, la recesión y el
embargo de viviendas por la Justicia
Las cifras publicadas por la Oficina de Presupuesto del Congreso, indican que se
trata del nivel más alto desde que en la década de 1960 se implementó el
programa de asistencia alimentaria destinado a los sectores más golpeados de la
población.
Un informe del diario
The Independent de Londres señaló que "hasta ahora
el emblema de la tendencia descendente de la economía ha sido la enorme cantidad
de viviendas embargadas por la ejecución de hipotecas y las innumerables
familias que se han quedado sin casa. Pero ahora, la crisis está comenzando a
golpear al país en el estómago".
"
Poner un plato de comida sobre la mesa -dice el diario- es
un desafío que a muchos estadounidenses les cuesta cada vez más poder superar. Como
barómetro de la salud económica del país, el uso de vales de comida puede no ser
perfecto pero, sin duda, es revelador".
El incremento de la crisis económica y la desocupación es un indicador de
un panorama de dificultades que esta comenzado a llover como una tempestad sobre
los norteamericanos y que explica el
81 por ciento de insatisfacción que
muestra una última encuesta de
The New York Times.
Esta semana, los dos principales candidatos demócratas han propuesto un "plan de
rescate" para los propietarios de viviendas, estimado en más de 30.000 millones
de dólares.
Los republicanos y la administración Bush afirman
que estas ideas son, en el mejor de los casos, una medida de "rescate" para
aquellos que no han sido capaces de administrar correctamente sus propios
recursos.
"El Gobierno no tiene por qué salvar y, encima, recompensar a aquellos
que se han comportado de forma irresponsable", destacó el candidato
presidencial de los republicanos, John McCain.
El titular de la Reserva Federal, el banco
central
norteamericano, Ben Bermanke admitió por primera vez la semana pasada que
Estados Unidos se encamina a una recesión. Y aunque intento ser cuidadoso en los
términos dejó claro que es alta la incertidumbre sobre la economía.
La crisis en EE.UU. no se limita sólo a las regiones
industriales cuyas empresas no rinden como antes debido a los problemas de
consumo. Cuarenta estados informan de aumentos en las tarjetas de alimentos
que el gobierno recarga una vez por mes.
El programa alimentario comenzó hace cuarenta años cuando el hambre era una
realidad cotidiana para muchos estadounidenses. Hoy alcanza a quienes ganan
apenas por encima de la línea de pobreza.
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Contrastes en la
región más rica de la tierra: un "homeless" deambula con sus pocas
pertenencias a cuestas por las cuidadas calles de un barrio de clase
media. En Dothan, Alabama. |
El Ministerio de Agricultura informó la semana pasada que el costo
para alimentar
a una familia tipo de bajos recursos se ha elevado un 6% en doce meses. La gente
advierte que no puede comprar la misma cantidad de alimentos que antes.
Un conjunto de analistas citados por The New York Times señala la historia
indica con claridad que un ambiente de recesión no es el mejor escenario para que
un candidato del gobierno de turno retenga el Control de la Casa Blanca.
Se citan los casos de Jimmy Carter o Herbert Hoover
que perdieron la reelección en 1980 o 1932 debido al achicamiento de las
economías, y la derrota reeleccionista de George Bush padre, cuando
perdió, por la mismas razones, frente a Bill Clinton en 1992.
Esta semana, Hillary Clinton comparó la postura McCain con la del antiguo
presidente estadounidense Herbert Hoover (1929-1933) --incapaz de atajar durante
su mandato los efectos de la Gran Depresión--, al afirmar que el país "no puede
permitirse más años con este tipo de inacción".
Por su parte, Barack Obama señaló
que "el libre mercado nunca pretendió ser una licencia gratis para que cada uno
cogiera lo que le diera la gana".
Los demócratas intentan impulsar una serie de restricciones en lo que se
refiere a los préstamos hipotecarios, imponiendo reglas más estrictas para la
supervisión de las firmas de Wall Street.
Una regulación a la
se oponen los republicanos, que han aclarado desde el
primer momento que su objetivo es delimitar claramente la acción de las
instituciones reguladoras.
Por su parte, tanto
McCain como Bush apoyaron sin paliativos una de las intervenciones más importantes del
gobierno
estadounidense en un siglo: el préstamo concedido por la FED, a un mínimo
interés y valorado en
400.000 millones de dólares, a los bancos y firmas de Wall
Street afectados por el bajón económico.
De cualquier manera, la crisis económica ya rediseñó el discurso electoral de
demócratas y republicanos.
Ya no se trata de una discusión por demostrar quién es el mejor para
comandar el pantano militar de Irak, o de combatir al "terrorismo
islámico" de Bin Laden, sino del más apto para sacar a la potencia imperial
del terremoto recesivo que acecha a su economía y a su sociedad.
Y como dato incontrastable de la decadencia imperial de EEUU, la palabra
"pobreza" aparece como un ícono inédito en la guerra electoral por la Casa
Blanca.