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Crisis global: ¿la inyección monetaria será suficiente? |
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(IAR Noticias) 16-Marzo-08
La Reserva Federal de Estados Unidos jugó muy fuerte esta semana para
frenar la recesión. Pero aun con su magnitud, la apuesta puede resultar
ineficaz.
Por
Oscar Raúl Cardoso - Clarín
Casi
pasó desapercibida esta semana, pero la magnitud de la
decisión aconseja cualquier cosa menos pasarla por alto y no sólo donde se
produjo, Estados Unidos. La Reserva Federal --el Banco Central de ese país-- optó
por jugar muy a fondo para detener una recesión económica que ya se insinúa
y destinar 400.000 millones de dólares, casi la mitad de los fondos de que
dispone, para conceder asistencia financiera a las instituciones crediticias
afectadas por la crisis que se inició con el desplome de la burbuja inmobiliaria
e hipotecaria.
La apuesta de los directorios de la Reserva que encabeza Ben Bernanke sienta un
complejo precedente por dos razones; a diferencia de otros salvatajes similares,
en este caso el Banco Central está dispuesto a aceptar como colateral --prenda
de garantía-- no sólo los seguros bonos gubernamentales sino paquetes de valores
integrados por los mismos papeles cuyo valor se desploma, las hipotecas.
La Reserva no adquirirá esas hipotecas, es cierto, pero el solo hecho de que
emita dinero y lo sume a la masa monetaria respaldándolo en valores en crisis
convierte en los hechos a la economía pública de Estados Unidos en un rehén más
integral de un problema que se resiste a ser resuelto.
El segundo dato relevante es la amplitud de la exposición. No hay memoria
de que un Banco Central de un país desarrollado haya decidido correr un riesgo
de tal magnitud. Y menos en un contexto en el que muchas voces especializadas
auguran que la decisión llegó demasiado tarde o es insuficiente o ambas cosas
a la vez.
Más aún, esas predicciones pesimistas afirman que ya es demasiado para lograr
que los problemas del sector hipotecario no se derramen sobre otros de la
economía que nada tienen que ver con la falla original. Esos augures muestran,
por ejemplo, el comportamiento de los consumidores que en febrero pasado
decidieron hacer caer las ventas minoristas y aseguran que el ciudadano
común puede sentir "en las tripas" una recesión y ajustan su comportamiento a
ese presentimiento y no a los devaneos teóricos de los economistas del gobierno
o de los directores de la Reserva Federal.
En los últimos tres meses no ha pasado semana sin la novedad del desplome
--parcial o total-- de alguna institución ffinanciera. Hacia este fin de semana el
más reciente de los casos fue el de Bear Sterns, banca de inversión con 85años
de funcionamiento independiente cuya prosperidad anterior --y su resistencia a
los problemas-- se debió en buena medida a la capacidad de sus directivos y
personal para comprender la complejidad del mercado hipotecario estadounidense.
Ahora Bear Sterns, que enfrenta serios problema de liquidez, tuvo que recurrir a
una dupla salvadora integrada por la Reserva de Nueva York Chase y la banca JP
Morgan por la imposibilidad de conseguir otras fuentes de financiamiento. El
costo de este salvataje puede ser en extremo alto para Bear Sterns; lo que
ha obtenido es un período de gracia de apenas 28 días y después de eso las
posibilidades se vuelven amargas incluyendo la posibilidad de que Morgan
adquiera Bear Sterns a un precio descontado.
Es interesante notar aquí los precedentes de la operación. Como Bear Sterns no
es la clase de banco que reciba depósitos, Morgan Chase será el canal del dinero
que obtendrá de la reserva neoyorquina. Esta ya a autorizó a Morgan Chase a
traer como colateral algunos de los préstamos hipotecarios de Bear Stern y
aceptó que el conducto no sea responsable por las pérdidas que ese colateral
pueda ocasionar. En sólo dos instancias una reserva admitió este tipo de
concesiones, la más reciente en los años 60 y, antes de eso, durante la
megacrisis de los años 30. Este último dato es citado como indicador de la
magnitud de la crisis que se está desarrollando.
Lo de Bernanke y su Reserva Federal tiene el olor de la injusticia a gran
escala porque se trata de protección para el sistema bancario que ahora no
desea convivir con las consecuencias de su codicia y malas decisiones. Reproduce
un comportamiento que ya tuvo la Reserva Federal bajo Alan Greenspan en la
crisis de fondos buitres a comienzos de década.
En consonancia, después de siete meses de deliberaciones, una comisión
presidencial sobre reforma del sector financiero (sus siglas en inglés son PWG)
dio el jueves su informe final recomendando un módico aumento y modernización
de los mecanismos de regulación. Pero se detuvo en un punto crítico
argumentando que las transformaciones más importantes queden en manos de los
bancos sin supervisión. Algo así como hacer que los presos redacten el Código
Penal.
La cuestión central --aún más allá de las fronteras de Estados Unidos-- es
¿hasta dónde llegará la crisis? ¿Hasta qué geografía? Si los más agoreros
tienen razón no habrá rincón que se salve del tsunami recesivo estadounidense.
Quizá habría que pensarlo con detenimiento. 400.000 millones de dólares de la
Reserva Federal parece una cifra astronómica, pero no cuando se la mide con
la dimensión del problema y la escala de la economía que intenta guarecer.
Una crisis internacional puede hacer que los impresionantes 50.000 millones de
dólares de las reservas argentinas parezcan una cifra insignificante.
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